Recientemente concluí
el escaneo de una colección de 22 años de una revista a la que estuve suscrito
de 1968 a 1990, que fue el año de su cierre. En un tiempo, por lo menos de 1970
a 1980, era mi fuente de la preparación de aperturas y de ahí tomaba muchos
ejemplos para dar mis clases de medio juego y finales.
Publicada desde 1955
por la Federación de Ajedrez de la Unión Soviética fue el recurso informativo
más importante para los jugadores serios de todo el mundo.
Baste decir que
Robert J. Fischer la revisaba con avidez cada mes y mantuvo su sucripción de
1958 a 1990. De hecho muchos de los ejemplares que pude escanear de 1958 a 1967 me fueron prestados
por él cuando estuvo más de seis meses en México, ya que cargaba con una colección
de esa revista por todos lados. Tras de que partió de mi país, tuve la fortuna
de quedarme con algunos números que me regaló que contenían sus propias notas,
cuando decidió que era más fácil cargar las copias de esa revista en discos
magnéticos que en papel, aunque los números más recientes decidió conservarlos
en papel, pues aún la informática no estaba tan avanzada. Muchos de sus ejemplares
los fotocopie y luego, unos siete años más tarde, los pasé a PDF.
El “Boletín de
ajedrez” publicaba unas 2500 partidas al año sin comentarios, así como unas 8
páginas de artículos teóricos cada mes. Antes de la computación era la mejor base
de datos de partidas.
Los avances son
dramáticos, pues gracias a la informática aplicada al ajedrez contamos con la
posibilidad de obtener al menos medio millón de partidas al año, y las 2500 sin
comentar al año del “Boletín de ajedrez” palidecen con más de 10 mil comentadas
al año que se pueden bajar de Internet u obtener en excelentes discos
producidos por las diversas “editoriales” de material informático de ajedrez.
El objeto de escanear
las revistas, además de ahorrarme el espacio que ocupaban unos 300 ejemplares,
que ocupaban una enorme caja y que ahora puedo tener en un DVD, era poder pasar
rápidamente a bases de datos muchas partidas de torneos locales de la URSS,
como eran campeonatos de clubes, de repúblicas o de torneos por equipos, que
las mega bases que hoy se pueden adquirir en sitios como www.inforchess.com, no
fueron integradas antes. De las más de 700 mil partidas publicadas en el “Boletín
de Ajedrez”, unas 100 mil no se integraron en las bases comerciales, sobre todo
de partidas entre 1955 y 1970, pues alguien priorizo las partidas de grandes
maestros y dejo de lado muchas de “jugadores menores”. Tal vez por dificultades técnicas, que hoy se
han superado y facilitan pasar en PGN o formatos de Chess Base una partida en
menos de 5 segundos, cuando hace unos 25 años, cuando se hicieron las primeras bases
de datos se necesitaban unos tres o cuatro minutos por partida.
El caso es que creo
importante registrar todas las partidas que se puedan de torneos en que
compitieron jugadores que llegaron a ser grandes maestros o maestros
internacionales, sobre todo en sus años infantiles y juveniles para establecer
patrones de desarrollo y, comparando esas partidas con las de los niños
actuales, tener idea de cómo podemos mejorar el desarrollo de nuestros pupilos
en base a modelos exitosos o la corrección de modelos pasados.
Me he encontrado que
muchas partidas de los grandes maestros actuales, que hoy tienen entre 40 y 50
años de edad, que jugaron cuando tenían 12 años de edad son muy instructivas y
contienen patrones de insuficiencias muy comunes. Luego investigo que métodos
usaron sus entrenadores con ellos, y, revisando sus partidas de los 14 y luego
los 16 años de edad, puedo observar los cambios y que tan efectivos eran los
métodos que se le aplicaron. El material resultante se convierte en efectivas
recetas para alumnos que tienen deficiencias similares a las de los grandes
maestros cuando eran niños.
Claro que el
coleccionar material publicado y digitalizarlo tiene un valor intrínseco, pues
aunque revistas como el “Boletín de Ajedrez” tenía tirajes de 25 mil
ejemplares, sólo unos 1000 llegaron a Occidente y la gran mayoría pertenecieron
a jugadores que hoy tendrían un promedio de edad de 70 años y se han perdido en
archivos familiares con viudas, hijos o sobrinos que no las cuidaron o las
donaron a bibliotecas pequeñas de sus localidades y no trascenderán, manteniéndose
inasequibles a los estudiosos interesados, mientras que digitalizadas hay
muchas posibilidades de que pasen a internet y se difundan entre miles de
ajedrecistas, muchas veces más numerosos que sus originales lectores.
Un ejemplo es un
pequeño libro que publique en 1994 en mil ejemplares, y que lo subí a internet
en 2012 y que ahora lo han “descargado” más de 32 mil veces. Eso significa que
lo leerán tal vez más de 100 veces el número de lectores que tuvo en 1994.
El libro original de
Ruy López lo conocieron, tal vez, al publicarse originalmente, unas 200
personas. Ya digitalizado, lo han bajado de la red, como yo lo hice, unas 40
mil personas y más de 270 mil visitaron la página donde se hace su descripción
tan solo en 2012.
En cuarenta años de
leer ajedrez nunca pude leer ese libro, luego ya al tener la copia PDF del
original me pareció fabuloso y sumamente interesante y un verdadero tratado de
pedagogía. Mi opinión del sacerdote extremeño creció en admiración y lo sentí
tan real para mi vida como los campeones mundiales que trate personalmente, de Botvinnik,
Smyslov, Tal, Petrosian , Fischer, Spassky, Karpov hasta Kasparov.
El valor histórico de
ese libro me parece monumental, pues con el “pretexto”· del ajedrez se atrevió
a publicar citas de clásicos latinos que en la España de Felipe II no podían
leerlos más que unos cuantos. Me pareció tan revolucionarias las citas de Ruy
López como la publicación que en ese
siglo se hizo de la biblia traducida al inglés y que costó a su autor una
persecución de reyes y sacerdotes por toda Inglaterra, mientras que el cura de
Zafra logró que muchas de las ideas “poco conocidas” de los romanos fueran
compartidas por aquellos que se interesaban al ajedrez. En esos tiempos
traducir cualquier cosa del latín culto, no de la “vulgata”, al español era
poner al alcance del ciudadano común lo que sólo debía ser accesible a los teólogos
cultos, pues se pensaba se corría el peligro de que fuese mal interpretado por
los que no eran capacitados en la exégesis.
El caso es que
recorrer las páginas del “Boletín de Ajedrez” fue como revisitar a un buen
amigo que me acompaño en cientos de horas en mi adolescencia, que era más
preciado para mí que lo que era para muchos de mis condiscípulos en la educación
media un contrabandeado “Playboy”.
En la época que comencé
a estudiar el ajedrez, allá por 1966, muy entusiasmado por la Olimpíada de
Ajedrez en La Habana, Cuba; el líder de la información del ajedrez era la URSS
y lo natural era buscar obtener su bibliografía. Entre revistas cubanas de
ajedrez y las soviéticas como “Ajedrez en la URSS”, “Ajedrez de Riga” y la
semanal “64”, fui acopiando mis fuentes de información.
Había heredado de mi
abuelo una abundante biblioteca de libros editados entre 1890 y 1935,
principalmente en inglés y alemán, pero para ponerme “al día”, necesitaba ahora
aprender el ruso, al menos lo suficiente para leer libros de ajedrez.
El “boletín de
ajedrez” inició su publicación mensual en 1955 y fue antecedente e inspirador
de una publicación inicialmente semestral que se llamó “Informador Ajedrecístico·”
publicado en Yugoeslavia diez años después y que ahora es posible tener
completa la colección digitalizada en sus 114 ejemplares a la fecha.
Pero el bajo costo
del “Boletín de Ajedrez”, en que una suscripción de un año me costaba la mitad
que un solo ejemplar del “Informador” me hizo priorizar el adquirir el “Boletín”
ya que no contaba con recursos y además, teniendo ya una gran biblioteca era
poco justificable que emplease más dinero en aumentarla con más libros
exceptuando los estrictamente necesarios. Eran los tiempos de las revueltas
estudiantiles en México y de una represión violenta que hacía que todos los
estudiantes fuésemos visitantes frecuentes de los presidios sin siquiera ser
acusados formalmente.
Tras los exilios
voluntarios e involuntarios y el retorno con mejores condiciones económicas,
pude suscribirme a revistas de ajedrez de cualquier país, pero nunca deje de
hacerlo al “Boletín de Ajedrez” y alguna vez me di el gusto de conocer las
oficinas donde se generaba tan afecto compañero de estudios.
Al principio, en
1955, el coordinador general de la edición era el GM Ragozin, que le dio
identidad y plan que se conservó en los 35 años de existencia, luego vino el GM
Yuri Averbach, que buscó continuar el trabajo de su buen amigo Slava, e incluso
intento que trascendiera a la desaparición de la URSS.
En 1955 su tiraje era
apenas de 1000 ejemplares, pero ya en el año final de su publicación tenía un
tiraje de 25 mil ejemplares, aun cuando la URSS tenía problemas económicos y
los tirajes de los libros de ajedrez pasaron de los habituales 40 mil
ejemplares a no más de 10 mil.
La Unión de Repúblicas Soviéticas
Socialistas (URSS) formalmente dejó de existir el 21 de Diciembre de 1991, pero
ya el “Boletín de Ajedrez” había dejado de publicarse con su número 12 de 1990,
que, hay que decirlo, fue un muy buen número, dedicado a la biografía del gran
entrenador Aleksandr Konstantinopolsky (1910-1990) por Mikhail Tseitlin, con
una selección muy buena de sus partidas. Averbach, que prácticamente había
conducido la revista desde el fallecimiento prematuro del GM Viacheslav Ragozin
en 1962, trató de publicar Shajmatny Express, como revista sucesora, logrando
editar 24 números quincenales en 1991.
Eran tiempos muy difíciles para
los ajedrecistas “soviéticos” que ahora pasaban a ser rusos, letones, armenios,
georgianos, etc. Muchos emigraron tan pronto pudieron al occidente, como antes
lo hicieron muchos de sus colegas.
Pareciera que la informática
aplicada al ajedrez que busco preservar digitalmente mucho material soviético
olvido por mucho tiempo a las revistas de ajedrez y en particular al “Boletín
de Ajedrez”, lo que era normal, pues ya las colecciones de partidas sin
comentar abundaban por todos lados y Chess Base iniciaba en 1991 ya con bases
de datos de más de un millón de partidas, aunque más de la mitad de las
publicadas por “Boletín de Ajedrez” no llegaron nunca a estas bases
digitalizadas pues sus integradores utilizaban las fuentes habituales de los
ajedrecistas alemanes. Los de otros sistemas de bases de datos, como Convekta,
si “pasaron” un mayor porcentaje del “Boletín de ajedrez” pero no rebasaron el
70%.
Partidas de muchos grandes
maestros famosos actualmente y que jugaron como adolescentes, escaparon de la
atención de esas bases de datos occidentales y no pasaron del “Boletín de
Ajedrez” a las Mega bases.
Creo que esa fisura de
información debe ser llenada.
Creo que un rescate así tiene
varias aplicaciones, aparte de la mencionada de los modelos exitosos de
desarrollo, sino que es deber de cada generación preservar lo más de posible de
su época para las generaciones siguientes. Ya se valorará luego que es valioso
o no, pero uno debe cumplir su parte.
Muchos de los libros y revistas de mi abuelo,
principalmente los publicados en México, los he ido digitalizando para
garantizar que muchos ejemplares raros, que son ahora muy escasos, logren
sobrevivir mediante su reproducción multiplicada por la red. Desgraciadamente
es muy difícil delimitar la tenue línea roja entre la preservación histórica y
la piratería, y ya que muchos legisladores han demostrado ignorancia al
respecto, mucha información histórica valiosa se perderá con la promulgación de
leyes incorrectas y su peor aplicación.