Estuve analizando un
informe de 1200 páginas sobre lo que opinaban varios entrenadores eran
las razones para el fracaso del equipo de Rusia (de la Federación Rusa, que es
el nombre de esa nación que agrupa una serie de repúblicas que incluye a Rusia
propiamente dicha, Kalmykia, Chechnia, etc), en la Olimpíada de Ajedrez de
Turin.
Además de ser muy instructivo el informe de cómo los
entrenadores que pertenecen a un mismo sistema pueden tener tantas diferencias
de opinión, lo que me hace entender que el GM Vladimir Tukmakov en su libro de
memorias prefiera hablar de una “Organización Soviética de Ajedrez” como más
acertado que decir “Escuela Soviética de Ajedrez”, aunque admite que a momentos
era la mezcla de ambas y su armonía lo que hacía tan grande al ajedrez
soviético; en ese informe no puede uno más que desear que alguna vez en tus
países iberoamericanos ojala podamos quejarnos de las mismas deficiencias que
ellos, pues las nuestras actuales son de una magnitud tal que parecen ridículas
las carencias de que se quejan los rusos.
Revisando revistas mexicanas de 1984 a 1992, realice una
estadística en base a los resultados publicados de los campeonatos nacionales
infantiles y juveniles de esos años, y fue descorazonador que los entonces
campeones nacionales sub 14, sub 16, sub 18 y muchos de los sub 20, entre diez
y dieciséis años después ya habían desaparecido de las competencias. Había un
buen número que habían dejado de jugar por una década y luego intentaban
regresar a las competencias ya adultos, pero lo que está claro es que ser un
campeón infantil solo en menos de una docena de casos se tradujo, al pasar de
los años, en un fuerte jugador adulto.
El caso es totalmente distinto en Europa, pues los grandes
jugadores, sobre todo los soviéticos, habían continuado su carrera desde el ajedrez
infantil hasta el ajedrez internacional de adultos.
Que el medio del ajedrez en México es altamente frustrante,
no lo dudo, pero para muchos jugadores prometedores soviéticos las políticas de
la hegemónica y toda poderosa nomenclatura del ajedrez soviético fue frustrante
y partidora de almas, pues creo y destrozo cientos de carreras. Algunos grandes
maestros soviéticos decían que hubieran obtenido su máximo título internacional
diez años antes de lo que lo hicieron por culpa de las grillas.
En todos los países hay pequeños napoleoncitos que utilizan
todo tipo de artimañas para lograr que los jóvenes talentos no alcancen las
metas que a ellos su mediocridad les negó. En ese juego de favoritos y de cortesanos
que, pedantones rebajados, ven como medrar de las migajas que les tiran
aquellos permanentemente divorciados de los verdaderos ajedrecistas.
Curiosamente, según se ve en las cartas abiertas de las
competidoras al mundial femenino en Turquía y al nacional absoluto de
Argentina, las mujeres han sido más directas y valientes en la protesta contra
los dirigentes del ajedrez.
Pero ya pasando de ese tema, lo que me pareció interesante
del reporte de los rusos sobre Turin, es que consideraban que había crisis por
la mala preparación del equipo a pesar de tres sesiones de dos semanas que
habían tenido, con una serie de grandes maestros tanto como sparrings,
ponentes, reservas, etc. Cuando uno piensa que en algunos países no se preparan
juntos jamás, y que los miembros de un equipo nacional en ocasiones ni se
hablan casi unos a otros y los comanda un capitán sin más autoridad y cuidado
que el de avisar que va a estar en el bar. O en el mejor de los casos es un
mecenas que ha pagado ampliamente el honor de ser capitán.
Ahora para Estambul, con los precios por las nubes que ha
sobrecargado la organización para que la comida cueste unos 100 Euros diarios,
y en que cada equipo recibe 3 cuartos, que solo alcanza para un capitán, 5
jugadores y tres jugadoras, y si llevan otros dos auxiliares, sean entrenadores
o delegados, les saldrá a unos 20 000 Euros extras, según dicen muchas cartas
abiertas que ya están circulando como protesta; la cosa estará que a más dinero
mejores posibilidades.
Algunas delegaciones, como la de Uruguay, lograron
organizarse para enviar a su delegación a un campamento previo en España que
optimizará sus posibilidades. Realmente es de sorprenderse este esfuerzo.
Por lo general para el Comité Olímpico Mexicano ningún
deportista que no tenga por lo menos posibilidades de ocupar uno de los 16
primeros lugares mundiales en su deporte, debiera viajar al extranjero, pero si
bien en muchas cosas irreflexivamente aplican las reglas generales de los
deportes al ajedrez, en este caso, en los equipos olímpicos se han visto muy
respetuosos de la tradición del turismo deportivo y desde 1964 sólo una vez no
mandaron equipo a las olimpíadas de ajedrez a pesar de que en las dos últimas décadas
no entran a los primeros 50 lugares.
Del reporte ruso de Turín me intereso un comentario sobre
los ajedrecistas infantiles y juveniles en que se recalca la importancia de que
se les enseñen los métodos más modernos de estudio, pues el peligro más grave
para el futuro radica en que no sepan estudiar independientemente los jóvenes ajedrecistas.
Creo que esta es la principal debilidad de nuestros jóvenes jugadores y se
refleja no sólo en el ajedrez sino en su vida académica, pues muchas de las
promesas principales del ajedrez nacional no se distinguen por su cultura ni su
aprovechamiento académico.
Si los rusos decían hace años que eran en lo que más debían
trabajar los entrenadores, en enseñar a estudiar a sus pupilos, ¿Qué podríamos
nosotros decir?