20 sept 2010

Errores en ajedrez y en la labor especializada.


Varias publicaciones científicas como “Scientific American” y otras sobre administración como el “Harvard Bussiness Review” han publicado interesantes artículos sobre cómo personas talentosas y altamente entrenadas cometen errores burdos en todo tipo de actividades.
El funcionamiento del cerebro es aún materia de la que no se conoce una información que se considere satisfactoria, sino muy incompleta. Apenas hace un par de décadas desconocíamos todo sobre la neurogenesis, la reproducción de algunos tipos de neuronas y era terreno parcialmente desconocido particularidades de la sinapsis celular. Pero aún más reciente es la comprensión de cómo el software, la educación y el entrenamiento, funciona con el hardware, nuestra “ magna maquina biológica cerebral”.
Sin duda uno de los argumentos mas contundentes de la teoría del designio son las llamadas “maquinas biológicas”, desde el llamado flagelo bacteriológico de diminuta dimensión, hasta el cerebro.
Y aunque poetas y músicos parecen tener la clave de las emociones, también en este terreno, tan interrelacionado con el cerebro en lo que toca a nuestro comportamiento, es en gran parte “tierra incognita”.
En el ajedrez se ha estudiado ampliamente el aspecto obvio y tangible, más síntoma que causa, del error en una partida de ajedrez.
Falta de atención debido a un esfuerzo mediatizado por falta de motivación es la característica más común entre los ajedrecistas veteranos, quienes de mantener superioridad durante toda la partida, de repente dejan “colgada” una pieza o cometen algún tipo de “blunder” de magnitud similar. Por eso estadísticamente se observa una disminución significativa en sus resultados deportivos aunque se muestre una elevación en la calidad de sus producciones. En este caso el problema original del error entre ajedrecistas de cierta edad es la falta de motivación. Buscar nuevas medallas cuando ya se tienen muchas en el pecho es el obstáculo a vencer, más que algún decaimiento en energía física, si consideramos, por lo que ya sabemos sobre neurogenésis, no debe darse una disminución de su poder creativo o de la calidad de sus procesos de razonamiento.
Receta posible: No jugar torneos en que no se esté dispuesto a pagar el precio total por jugar con calidad. Si un evento no interesa lo suficiente para apostar todo el esfuerzo en ello, mejor ser espectador que perder partidas ganadas por errores burdos por falta de atención.
El error juvenil más común es la soberbia, demostrando la peor ignorancia, el creer que ya se sabe mucho, cuando nunca se sabe lo suficiente y realmente se ganará gracias a una serie de habilidades desarrolladas y a cometer menos errores que el contrario.
Tras obtener posiciones ganadas o simplemente satisfactorias, también se abandona el principio de hacer el máximo esfuerzo.
De la soberbia se pasa a la autocomplacencia y de ahí a la pereza. Al disminuirse el esfuerzo, se disminuye la atención y el cuidado, es cuando el error grueso aparece a la menor oportunidad que le brinda la relajación del esfuerzo. Para alcanzar las cimas, los jóvenes deben estar dispuestos a brindar siempre su mayor empeño, y no dejarse cortejar por la complacencia que da el acercarse al triunfo. Dormirse en sus laureles es el error más común de la corta edad.
En ambos casos, la pereza, la relajación es la causa común, aunque su origen sea muy diferente.
Pero a pesar de que muchos libros de ajedrez estudian los tipos y causas de errores y a pesar de que es el factor más importante en la decisión de quien gana una partida, seguimos teniendo un conocimiento muy limitado sobre el fenómeno.
Estadistas y científicos han tenido grandes errores, algunos de trascendencia histórica, y aún así hay existe investigación insuficiente sobre el tema.
Por errores perdemos la inmensa mayoría de las partidas y es el campo del ajedrez del que menos nos ocupamos. Parece más atractivo estudiar aperturas que analizar las partidas propias y estudiar concienzudamente el tipo de errores que cometemos con mayor frecuencia, las causas de que los cometamos y diseñar un programa de entrenamiento para disminuir tales causas y tratar de comete menos errores o intentar al menos erradicarlos de la mayoría de nuestras partidas.