Interesantes están las disputas por las elecciones de la FIDE. A muchos no les gusta jugar ajedrez, pero si el ambiente, el organizar, el incluso dar un servicio a jugadores, ya sea porque tienen un hijo que le gusta el ajedrez, o simplemente porque ante la sociedad viste mucho estar identificado como dirigente de ajedrez. Es un fenómeno de todos los deportes el que estén dirigidos no por personas que les guste practicar, sino que, en el mejor de los casos, les guste ver a otras personas practicarlo. No quiere decir que no haya muchas personas valiosas entre ellos, pero si que hay que comprender que tienen visiones muy diferentes a quienes nada mas les importa jugar.
Hay quienes porque juegan bien creen que se lo merecen todo y que por ser campeones deben llevarse hasta los patos y a pesar de llegar a ser buen jugador gracias al apoyo de muchos se sienten la última coca cola del desierto. También hay quienes desprecian a los que juegan ajedrez y creen que son manipulables debido a que viven en un mundo limitado por 64 casillas.
El caso es que hay dos grupos muy fuertes en la FIDE, dispuestos a todo por quedarse con el control de millones de dólares y cientos de privilegios que supone controlar un organismo deportivo mundial. Si bien los que están adentro siempre llevarán la ventaja, el grupo retador es bastante pesado y aunque es predecible que sufrirán sonora derrota, seguirán dando tantos problemas a los ya sempiternos dictadores del ajedrez, muchos con casi siete décadas sobre las espaldas, que lo más seguro es que la división será profunda y surgirán FIDEs paralelas, sobre todo en Internet, y en los poderosos países de fuerte tradición ajedrecística y con recursos tan fuertes que seguramente la brecha entre Europa, Estados Unidos, que serán del bando perdedor y el Tercer Mundo, que aparentemente será el bando vencedor, pero que indirectamente por fuerza siempre pierde, se abrirá en términos de calidad y actividad de torneos.
Obviamente un poder que lleva más de 30 años consolidándose sólo fenecerá con la muerte física de sus constructores y no perderán las elecciones, pues para ellos es cuestión de supervivencia.
A los que juegan ajedrez, les queda eso , jugar ajedrez, pero a los demás metidos en el medio del ajedrez, nada. Por eso se aferran a lo que tienen.
Como un arbitro me dijo una vez, “Presidentes van y vienen, y algunos árbitros quedamos siempre”. Si, amos van y vienen, reyes y emperadores cambian, pero el cortesano queda siempre. Como “Las moscas” de aquella famosa novela que habla de los políticos, que van y vienen, pero sus “esclavos”, las “moscas”, siempre están allí, dispuestos a servir al dirigente en turno.
“¿Qué horas son? Preguntaba un Presidente de la República a una “mosca”. “Las que usted diga, señor presidente”.
O juegas ajedrez, o eres dirigente o “mosca”. Y los que han sido dirigentes no se adaptan al papel de “moscas”, así que desaparecen.
No han hecho mucho, pero sus retadores solo hablan de lo que harán y no tienen mucho que decir de lo que han hecho, pues Karpov y Kasparov se han dedicado mucho a formar sus “imperios” personales y casi nada en otros asuntos que no les deje dinero directa e inmediatamente. Para Kasparov que se decidió a enfrentar a Putin, gran jefe del imperio ruso, un presidente en problemas de una pequeña república le parece trabajo factible de realizar con éxito. Pero en una organización tan poco flexible como la FIDE donde cada presidente se trata de eternizar como en cada una de sus federaciones miembros, el esperar que haya democracia, es como esperar que un olmo de manzanos. FIDE esta formada por Federaciones que difícilmente se pueden concebir como democráticas, que a su vez se integran por Asociaciones que están creadas a imagen y semejanza de sus federaciones. Millones de jugadores que pagan cuotas a Asociaciones y Federaciones por todo el mundo, nunca han tenido voz y voto para elegir a sus dirigentes, así que desde sus raíces las organizaciones en realidad le son ajenas. La única posibilidad de un ajedrecista de influir en algo en FIDE es a través de la pluma, o el manifiesto público, lo que es ya poco usual fuera del Twitter o Facebook. Así que todo será como va, siga.
Se me hace extraño que Karpov, siendo tan inteligente se haya lanzado en una aventura así sin tener algún as en la manga o una segunda escondida intención. Por eso espero alguna sorpresa, aunque por tan esperada, no será sorpresa, pero si será causa de expectativa el ver de que se trata.