22 ago 2010
Sobre Conferencias Magistrales de Ajedrez.
Se me comentaba, por un aspirante a maestro, en un email que, habiendo asistido a varias conferencias de maestros de ajedrez, sentía que nada le había dejado la inversión de tiempo y dinero. Que sólo se comentaban algunas partidas y que al salir de la conferencia no sentía que había sentido cambio alguno, que estaba igual a como antes de ir a la conferencia.
Ralph Waldo Emerson comentaba que había libros que lo marcaban a uno de por vida. También yo podría decir que hay conferencias que lo marcan a uno de la misma manera que un libro. Recuerdo firmemente la vez que asistí, en Ciudad de La Habana, a una conferencia de Alejo Carpentier, el genial escritor cubano de lo “real maravilloso”. En dos horas de charla, Carpentier nos trasladó por todo el Caribe, por el mundo de su “Siglo de las Luces”, y en lo que toca al amor por esa zona del mundo, me sentí transformado. Han pasado décadas y hay palabras exactas de Don Alejo que aún recuerdo perfectamente.
En 1980 tuve oportunidad de estudiar con el GM Aivar Gipslis en las aulas del Comité Olímpico Mexicano, pero hubo una conferencia en especial que me hizo cambiar en mucho mi concepción del ajedrez. Lo mismo podría decir de unas palabras que me dijo el GM Miguel Angel Quinteros enfrente del GM Bobby Fischer mientras se preparaba el realizar el match de ambos en Cancún.
Por supuesto que he asistido también a conferencias muy malas, incluso ofrecidas por personajes notables. Me imagino que todos pueden tener sus momentos malos.
No hace mucho tiempo me comentaba la esposa de Hugo Balam que durante un torneo nacional infantil a los padres de los niños les pidieron asistieran a una conferencia de un GM mexicano y cooperarán con una determinada suma por persona. Francamente ella se sintió defraudada, me comentaba, pues no sacó nada de esa plática, pues se hablaba de cosas que no se le hacían comprensibles.
Realmente es muy difícil dar una conferencia de ajedrez a un público con participantes de diferentes intereses y niveles de conocimiento.
Por lo general lo normal es que más que conferencias sean mini cursos en dos etapas, una de evaluación, donde los asistentes y el conferencista pueden apreciar puntos fuertes y puntos débiles de los asistentes y el maestro puede darles algunas recomendaciones sobre como mejorar y otra segunda etapa donde se trata un tema que a la mayoría pueda ser provechoso. De esa manera al menos los participantes se conocen mejor a ellos mismos y obtienen una guía, aunque sea superficial de cómo mejorar y luego examinan un tema de una manera en que ellos mismos puedan examinar otros temas siguiendo un modelo.
El gran entrenador Mark Dvoretsky utiliza ese sistema en visitas cortas a ciudades y se ha vuelto un modelo de actuación para muchos conferencistas.
Una conferencia sola, de una sola tarde, es mucho más difícil que deje algún provecho a menos que el conferencista maneje un tema novedoso que pueda ser muy ilustrativo a una gran cantidad de jugadores y beneficioso para varios niveles de fuerza.
En esa conferencia el tema tendría que ser respecto a metodologías poco difundidas pero muy importantes, que abran los ojos a través de los oídos y de la experiencia y vivencia de una pequeña fracción de tiempo como puede ser una conferencia magistral.
Realmente solo metodólogos muy preparados entre los ajedrecistas son capaces de ello.
Otro tipo de conferencias es sobre un evento en especial, como un match de campeonato mundial, etc. Pero rara vez ese tipo de conferencias dejan marca entre los oyentes a menos que experimenten muy aisladamente ese tipo de actividades.
Pero, ¿Qué se puede esperar de una conferencia? La presencia de un jugador fuerte en una ciudad no siempre es razón suficiente para una conferencia, pues si bien se garantiza que juegue bien, no siempre tendrá facilidades para expresar sus ideas. Hay jugadores con mucho talento pero tienen poca conciencia del porque juegan bien y ellos mismos no saben como deciden sus jugadas, tienen una muy buena intuición, pero poca preparación y mínima disposición para examinar el como juegan y teorizarlo de manera tal que puedan compartir a otros un sistema que a ellos mismos se les escapa de control.
Recuerdo siempre con afecto a un tío mío, Juan José Arreola, que era excelente escritor, pero como conferencista era simplemente lo máximo. Sinceramente era fascinante oírlo y muy superior como orador que como escritor. De hecho el 90% del dinero que ganó en la vida fue como conferencista, en radio y TV, y 10% con sus libros y artículos.
Pero hay escritores que son muy buenos con la pluma, pero como conferencistas duermen a cualquiera. Don Alejo Carpentier reunía ambas cualidades a alto nivel, sin embargo era notablemente mejor escribiendo.
Entre los ajedrecistas, el maestro Alexandr Koblentz era buen autor, pero en vivo, como entrenador, era dos categorías más alto. En cambio Kotov, era al revés. Tal vez lo conocí cuando ya estaba algo viejo, pero al dar conferencias era muy lento y no tan bueno como se lee en sus libros.
Mikhail Tal era mas ameno escribiendo, aunque charlando también era muy entretenido aunque menos instructivo, porque divagaba mucho y era difícil seguirlo.
Bobby Fischer, hubiera sido, con un carácter menos misántropo, un excelente conferencista, pues poco nos dejo escrito.
En México muchos jugadores quedaron fascinados con las conferencias del GM Oscar Panno y sus artículos también son muy buenos.
El MI Eleazar Jiménez, era insuperable como conferencista, pero como redactor muchos de sus compatriotas lo superaban.
Hay personas que son excelentes en su práctica profesional pero enseñando son muy malos. Y es que el dar conferencias o clases exige una serie de cualidades que es difícil reunir además con la excelencia a la hora de jugar.
Para un aficionado de menos de 2200 de rating, como son el 98% de los jugadores de ajedrez, es más importante un buen comunicador, sistemático, con buena formación académica, metódico, maestro que siga compitiendo pero que sea entrenador práctico, que un gran maestro de más de 2600, pero talentoso más que académico y poco extrovertido. Hasta la edad es importante, pues hay muchos grandes maestros menores de 25 años, pero muy pocos conferencistas reúnen la suficiente experiencia para comunicarse antes de los 30 años.
Los muy jóvenes, que siguen disputándose puestos en los primeros lugares del mundo, están poco dispuestos a compartir sus “secretos”, mientras que los ya veteranos, más bien están ávidos de seguidores de sus teorías y si no están amargados, están bien dispuestos a compartir sus experiencias y sus descubrimientos. Los viejos disfrutamos nuevamente cuando hacemos remembranzas de nuestros pequeños logros teóricos, y ya no damos tanta importancia a los resultados deportivos. Nos gusta decir que, finalmente, dimos con la esencia del ajedrez, aunque ya no estemos dispuestos a estudiar 15 horas diarias para ganar un torneo, pues la vida tiene muchas cosas interesantes a las que hay que dedicar más tiempo que en ver una variante nueva de Kramnik.
Seguramente cualquier conferencia de ajedrez dejará más que ver un filme en un cine, y será más barata. Sólo que no hay que ser muy exigente, pues una de cada diez será “fuera de serie”. Ahora que si se topa con un conferencista que sienta que casi le habla a usted solamente, sígalo, no lo pierda. No es fácil encontrar un buen maestro. Es un regalo de la vida. Recuerde esa novela, “El nombre de la rosa”, donde seguir al maestro puede ser la vida misma.
Caminando por Jerusalén uno piensa: “Como me hubiera gustado escuchar la conferencia de conferencias hace 2000 años”. La ventaja es que las palabras de una gran conferencia nunca se pierden en el viento y perduran. Trato de escuchar en mi corazón una y otra vez las conferencias del maestro.
Varios de los grandes libros se hicieron a base de una serie de conferencias de grandes jugadores, como : “Curso superior de Ajedrez” de Ricardo Reti, “El Sentido Común en Ajedrez” de Emanuel Lasker y “Ultimas Lecciones” de Capablanca.
Los videos, ahora tan populares, algunos son como buenas conferencias, pero la mayoría, con solo un tablero de imagen, simplemente son conferencias mediocres, pero con la ventaja de que pueden ser repetidos una y otra vez.
Se quejan muchos de la baja calidad de la educación en México. Muchos padres se quejan con maestros como yo. Algunos padres serán zapateros o técnicos, los mismos que nos realizan algún trabajo deficiente, o burócratas que no hacen a tiempo su trabajo y nos retrasan el pago de un servicio que prestamos hace meses.
Todo es un círculo de calidad, a cada quién nos toca tratar de mejorar la calidad de lo que realizamos y tener confianza de que todos los demás hagan lo mismo.
Por lo pronto trato de examinar los errores y los aciertos de otros entrenadores para que en cada una de mis clases buscar el realizar alguna mejora.