17 abr 2009

La Mitad Olvidada.


El GM Alexander Alexandrovich Kotov decía que una partida moderna de ajedrez es un choque táctico o lógico de conceptos que han sido ampliamente estudiados y sopesados durante la preparación realizada mucho tiempo antes de la partida. Esta preparación toma en cuenta la experiencia de los mejores teóricos del pasado, como ha sido codificada en manuales, libros y enciclopedias, así como también toma en cuenta los aspectos competitivos y psicológicos que dependen de las facetas especiales del carácter del oponente.
Para muchos, el ajedrez es un deporte, donde lo importante es como funciona el “músculo mayor”, el cerebro.
Lo que está claro es que cualquier partida de ajedrez es una lucha entre dos personas, dos personalidades, dos individuos diferentes. Si el ajedrez es una semblanza de la guerra, uno puede imaginarse al jugar ajedrez que es el comandante general de un ejército y que uno va a combatir al ejército enemigo. Ya que el tamaño de los ejércitos es exactamente igual, lo mismo que el terreno, la victoria sólo puede realizarse si hay dos factores a nuestro favor: Que estén listas nuestras tropas y nuestra habilidad para forzar al oponente a cometer errores, nuestra habilidad a ocultar nuestros planes al enemigo y a deducir los del enemigo.
Por lo tanto es problema de la mente, y si uno quiere tener éxito en el ajedrez, tarde o temprano tendrá que considerar los factores psicológicos del ajedrez.
Decía Alekhine que había que conocerse a si mismo y conocer a su oponente. Ya que para cada jugador hay una manera de abordarlo y para cada situación hay una manera de manejarnos.
Si uno examina los torneos, observará que hay una gran mayoría de partidas definidas por situaciones tácticas, por errores gruesos. Pero los errores gruesos surgen por cuestiones psicológicas, hábitos mal implantados, descuidos por factores totalmente atribuibles a aspectos emocionales. Partidas definidas más por problemas de temperamento que por cuestiones técnicas.
Recién revise algunas partidas de un torneo y había errores graves explicables sólo por razones psicológicas, o extra ajedrecísticas, o algunos perdieron adrede vendiendo partidas, o salieron a la luz profundos problemas psicológicos. Quiero creer que fue lo segundo, pues excepto por algunas partidas, bastantes, medio dudosas en los primeros tableros en las últimas rondas, había muchas de intrascendente resultado en lo que respecta a los premios, que no pudieran entenderse más que por errores causados por problemas psicológicos.
Pero esa mitad del ajedrez, la psicología, es muy a menudo tomada poco en cuenta por los jugadores. Poco se preocupan por estudiar la manera en que su mente trabaja, prefieren en cambio estudiar una monografía de aperturas de moda, que asimilarán con dificultad, en lugar de estudiar como se debe estudiar, como aprender a aprender, como pensar, como lograr el carácter necesario para triunfar en ajedrez. Descuidan su desarrollo humano.
Los hay quienes, por su gran talento natural, logran pequeños y temporales triunfos en torneos de sistema suizo y a causa de esos engañosos éxitos no reciben la señal de alarma adecuada para que se den cuenta de sus grandes debilidades. Estudian poco lo esencial, lo que les podría ayudar a ser mejores seres humanos, más cultos, más desarrollados; más aptos para aprovechar su talento y cualidades naturales, puliendo así el diamante en bruto que puede ser su propia personalidad.
Bueno, una cosa es que les guste el ajedrez y otra que tengan que esforzarse estudiando ciencias humanas, libros de psicología y de filosofía; tener que salirse de lo que les acomoda, abandonar la zona de confort y realmente trabajar duro.
Indudablemente que si uno hace lo que le gusta puede lograr la excelencia, pero es necesario hacer muchas cosas que no nos gustan para apoyar nuestra superación y hacer mejor las cosas que si nos gustan.
Para muchos jugadores el entrenador ha sido básico, en muchos casos lo importante no es lo que puedan aportar técnicamente, sino lo que pueden aportar como ajedrecistas humanos que tienen más experiencia de vida y competencias que sus pupilos.
Un aspecto básico es la motivación, pero la motivación positiva, no como la de los entrenadores de futbol americano de las películas, que exhortan a salir a ganar o morir, y babeando odio con ganas de destrozar al oponente.
En ese aspecto daba pena oír cosas como: “O ganas, o no te vuelvo a traer a un torneo”, “¿Cómo perdiste con ese menso? De castigo toda la próxima semana no puedes ver la televisión ni jugar con la computadora jueguitos, o aprendes ajedrez o te lleva”. Por supuesto que había algunos padres que fueron jugadores que a su vez eran de la misma manera motivados por sus padres, según recuerdo.
A mi los consejos de Alekhine me parecen geniales: “Conócete a ti mismo y Conoce a tu oponente”. ¿Cuántos filosofos y cuantos libros podemos ver sobre el tema de Conocerse a si mismo? Miles. Dicen que uno se pasa la vida tratándose de conocer.
Pero hay que aclarar que Alekhine se refería a conocerse como jugador, y para eso la receta rusa invariable: “Analiza tus propias partidas”, es el único camino, pero un camino que requiere una serie de métodos para recorrerlo. Pero no hay más, conocerse, determinar nuestras debilidades, concentrarse en trabajar en ellas, diseñar planes de entrenamiento a largo plazo y cumplirlos, recordar siempre que el ajedrez es táctica , sobre todo en nuestro programa de entrenamiento y estar alerta para captar ideas. No hay más.