Supongamos que quisiéramos lograr la excelencia en el ajedrez. Si
deseamos llegar a una meta, lo primero es saber dónde estamos y luego saber
adonde vamos.
Si vamos a actuar solos, sin ayuda, como a menudo comienzan la mayoría
de las personas en ajedrez, que solo recurren a alguien para aprender a mover
las piezas y luego luego desean jugar, corremos los peligros de la auto
medicación.
Tomamos medicinas sin diagnosticarnos antes. Eso puede ser muy dañino a
la salud.
Pero suponga usted que se sobrevivió a tan grave peligro. Y de alguna
forma sabemos que no sabemos nada. Entonces ahora pensaremos en lo que queremos
llegar a ser, nuestra meta.
Sin saber algo de ajedrez es difícil plantearnos un modelo a seguir.
Muchos que comenzaron en ajedrez lo hicieron cuando Fischer logró poner al
ajedrez en los titulares de periódicos y todos querían ser como Fischer. Eso en
1972 debió ser gran problema, como para los jóvenes deseosos del cambio social,
como todos los jóvenes, veían en 1967 al Che Guevara como modelo.
Para seguir un modelo hay que conocerlo, y muchos lo intentaron. Unos
veían cuanta partida de Fischer había y cuanto escribió el Che. Ambos modelos
fueron muchas veces mal interpretados. Y de los imitadores fueron todos los
pecados de los imitados. Surgieron miles de imitadores de ambos que en realidad
eran malas caricaturas. Y aún así para muchas personas fue un gran avance en su
vida, los ayudo a superarse y salir adelante, más o menos, con éxito limitado,
en sus vidas. Ambos fueron faro para muchos.
Ahora que Carlsen es el campeón mundial, será elegido como modelo por
muchos. Pero, ¡Cuidado! Puede ser excesivamente peligroso para su salud.
Ese modelo es terriblemente difícil para seguir, porque exige mucho de
los imitadores.
Alekhine, al describir a un maestro de ajedrez, prácticamente definió el
modelo Carlsen: “El maestro de ajedrez debe ser una mezcla de monje con ave de
rapiña”
¡Nada menos!
Imaginense un poco a un Monje Shaolin. Esos famosos Monjes Guerreros del Monasterio
Shaolin se hicieron famosos a través de sus habilidades en las artes marciales y vivieron épocas de gran prosperidad en la
antigua China.
A las artes
marciales se les atribuye una serie de beneficios, y con frecuencia el
aprendizaje de una conducta virtuosa. Son guerreros virtuosos. Violencia con
virtud, se diría.
El caso es que
lograban la excelencia en el arte marcial con un enorme esfuerzo que se lograba
emprender gracias a una gran disciplina.
Carlsen es ajedrez
en si mismo, por eso es campeón mundial, y para ello tuvo que tener una gran
disciplina. El ajedrez nos enseña que el mejor camino para ganar una partida
es:
La gratificación pospuesta. Ahí esta la disciplina de
Carlsen, su disciplina consiste en la gratificación pospuesta.
De acuerdo con Scott Peck: "Posponer la
gratificación es un proceso de planificar el dolor y el placer de la vida de
tal manera que intensifica el placer, enfrentando y sintiendo el dolor primero
para descartarlo de una vez". Y añade: "Es la única forma decorosa de
vivir".
El modelo de Carlsen pasa
por trabajar muy duro y esperar recoger la cosecha tras larga espera marcada
por tiempos que no se pueden cambiar, sino que son los adecuados porque son…
Esperar que llegue el momento con una fe de monje,,,
Ese modelo es el que no es
muy apetecible. Los que comienzan a jugar ajedrez quieren ganar rápido y sin
esfuerzo, con magia, con una voluntariosa decisión de ganar por que simplemente
lo desean. Pero no es una decisión en que apuesten su voluntad y estén dispuestos
al sacrificio.
Juegan ajedrez y quizás
ganen muchas partidas al principio, memorizando quizás algunas celadas. No van
forjando poco a poco su voluntad y la práctica del ajedrez va creando raíces dañinas
que crecerán como un cáncer y destruirán su ánimo, forjarán un carácter débil y
poco a poco lo convertirán en un adulto frustado, cuando al principio parecía
un niño prodigio prometedor. Su búsqueda por la recompensa inmediata en lugar
de la gratificación pospuesta, le hará un gran daño. El ajedrez puede ser
dañino para su salud…
La frase más alarmante de
un niño: ¡Quiero mi pastel ahora mismo!