En Malta, en la Olimpiada de
Ajedrez, me enteré de unos misterios…
Visitar La Isla de Malta es
una experiencia única, como no podría ser de otro modo, ya que el archipiélago maltés
encierra muchos misterios. Desde los carriles que parten de cientos de metros
del fondo del mar y atraviesan Malta, Comino y Gozo, como para conducir un tren
motorizado y que tienen la antigüedad de la edad de piedra, hasta las reglas
secretas de los Caballeros de Malta, vencidos solamente por Napoleón gracias a
los malos oficios de un traidor, cuando habían enfrentado exitosamente todas
las agresiones de los ejércitos del Islam.
De Malta es el gran pensador
Edward De Bono, catedrático visitante de muchas universidades de Europa y los
Estados Unidos y creador de grandes best sellers, que debiéramos leer todos los
ajedrecistas. En uno de ellos decía:
“La dificultad principal para el pensamiento es la confusión. Intentamos
hacer demasiado al mismo tiempo. Las emociones, la información, la lógica, la
esperanza y la creatividad nos agobian. Es como hacer malabarismo con
demasiadas pelotas.”
Esto lo experimenta todo ajedrecista a jugar ajedrez.
Pero De Bono nos da una receta:
“ Hay un concepto muy simple que permite al pensador hacer una cosa por
vez. Permite separar la lógica de la emoción, la creatividad de la información
y así sucesivamente. Este es el concepto de los seis sombreros para pensar.
Ponerse uno implica definir un cierto tipo de pensamiento. Aquí describiré la
naturaleza y el aporte de cada uno.
“Los seis "sombreros para pensar" nos permiten conducir nuestro
pensamiento, tal como un director podría dirigir su orquesta. Podemos
manifestar lo que queremos. De modo semejante, en cualquier reunión es muy útil
hacer desviar a la gente de su rol habitual, y llevarla a pensar de un modo
distinto sobre el tema del caso.
La absoluta conveniencia de los seis sombreros para pensar
constituye el valor principal de este concepto.”
De una idea similar apareció un método que utilizo en mis cursos email.
Para afrontar cada posición, la clasificamos, luego identificamos su tipo de posición
con la forma de actuar de un campeón mundial de ajedrez. Algunas posiciones son
como para Mikhail Tal, otras son como para Tigran Petrosian, otras para José
Raúl Capablanca. Ya que sabemos eso, nos ponemos el sombrero Capablanca o el
sombrero Petrosian.
Para cada situación necesitamos un sombrero diferente.
Agrega De Bono:
“Los tibetanos rezan haciendo girar unos molinillos sobre los que están
grabadas las oraciones. Los molinillos giratorios hacen subir las oraciones en
espiral hacia el espacio divino. En la práctica, si se encuentran debidamente
en equilibrio, un ayudante puede mantener girando una docena de molinillos de
oración como en el acto circense en que giran platos equilibrados en la punta
de largos palos. Es posible que el tibetano piense en la lista de ropa para
lavar mientras hace girar la rueda. Importa la intención de rezar y no tanto
las vibraciones emocionales o espirituales que muchos cristianos se exigen a sí
mismos. Existe otro punto de vista cristiano mucho más próximo al tibetano:
efectuar los movimientos propios de la oración aunque no se esté emocionalmente
comprometido. Las emociones coincidirán con los movimientos a su debido tiempo.
Eso es precisamente, lo que quiero decir cuando te pido que “actúes como si
fueras un pensador (como la estatua El Pensador de Rodin) Adopta la postura de un pensador. Hazlos
movimientos. Ten la intención y manifiéstatela a ti mismo y a quienes te
rodean. Muy pronto tu cerebro desempeñara el rol que estás
"actuando". Si finges ser un pensador, muy pronto, en efecto, te
convertirás en uno”
Esa es la idea de ponerse un sombrero de gran maestro. De eso tratan mis
cursos email. A muchos les ha funcionado.