Como dije en una nota anterior,
el Internet va cambiando la historia.
La guerra fría tuvo momentos culminantes
entre 1972 y 1976 en que el ajedrez formó una parte del juego del enorme
ajedrez al vencer Fischer a Spassky. Ahora el internet, por el Wikileaks nos da
acceso a más de un millón de documentos que han dado por llamar los cables
Kissinger que tratan de esos años. Mucho de lo que se ha escrito, hablado y
pensado de esos años, tendrá que reescribirse, rehablarse y repensarse. Decenas de páginas de libros sobre
el Fischer más allá del ajedrez tendrán que desecharse y mucho de lo que contó
Fischer y que nos parecía increíble a los que tuvimos la ocasión de conocerlo
personalmente y convivir unos días con él, tendrá que ser reflexionado.
Después de durante unas treinta
horas de escarbar en los cables Kissinger buscando las menciones sobre Fischer,
con sus nombres código utilizados por las diferentes organizaciones de las
comunidades de inteligencia, llámese Masada o Lyublianka o Stasi, tiene uno que
desalojar de la mente una cantidad de cosas que se dieron por hecho durante más
de 30 años. Hay que alejarse corriendo, porque la verdad ante tanta información
se esconde peligrosamente.
La avalancha desatada por este
flujo de la salida a la luz de los cables Kissinger puede cambiar la panorámica
de quienes pretendíamos tener una idea de lo que había pasado en el ajedrez en
esos años en que la URSS perdió el título de campeón mundial de ajedrez.
Seguramente afectará la perspectiva histórica que tenemos de muchos de los
personajes del ajedrez mundial y algunos ídolos cambiarán su faz ante la nueva
luz.
Ya que de los miles de temas de
esos años que son importantes para la vida de muchas naciones, me sospecho que
para muchos el ajedrez no será el tema de interés, pero para mí si lo es. Eso me hizo cometer el grave
error de escarbar en ello y caer en una telaraña muy peligrosa. Hay que
alejarse y a la vez avisar a otros para que no dejen de curiosear por esos
documentos, pues si muchos encuentran lo que yo encontré, la cantidad nos dará
seguridad. Mi temor es aumentar mi mala reputación, como canta Paco Ibañez,
pues lo más peligroso es que en el pueblo de los locos, el cuerdo, es el loco
del pueblo; pero si muchos ven lo mismo, si una buena cantidad de gente
pensante ve lo mismo, ya se puede contar sin temor a ser señalado.
Lo que se ha soltado por ahí
cambiará la visión de la historia de muchos iberoamericanos, sobre todo de
países entrañables, pero, me temo, la comunidad ajedrecística a pesar de que han
pasado 40 años, se verá afectada también, pues habémos muchos que en esos años éramos
muy jóvenes y vivimos mucho de lo que paso ignorando los entretelones. Esperaré
a que muchos lo cuenten, antes de contar la parte de la historia que ahora
comprendo.