Novotelnov
Siempre que se habla sobre los
mejores libros de ajedrez y como se pueden utilizar para mejorar en ajedrez,
hay que considerar varias cosas.
Al principio muchos de los libros
fueron consecuencia de series de conferencias, así fue el caso de “El Sentido común
en Ajedrez”, de Emanuel Lasker; “Curso Científico de Ajedrez” de Ricardo Reti, “Sugestiones
para la Estrategia Ajedrecística” de Savielly Tartakover, Ultimas Lecciones de
José Raúl Capablanca. Otros fueron recopilación de artículos publicados en
revistas, como la gran mayoría de libros de Mark Dvoretsky, los del Tratado
General de Ajedrez de Roberto Grau, los
de Medio juego de Znosko Borovsky, de Artur Yusupov, de Isaac Boleslavsky y
muchos otros. En resumen, muchos de los libros de mayor prestigio, no fueron
planeados como libros.
Otras grandes obras de los
mejores ajedrecistas necesitaron luego exegesis, o sea un trabajo de
interpretación. Es, con todo respeto y proporción guardada, lo que paso con la
Biblia. El libro principal puede estar
escrito en mil páginas, pero los que estudian su interpretación suman cientos
de miles ya.
Es como las partidas de Morphy,
lo que él público y comentó cabe en un libro de 100 páginas a lo mucho, pero
sus “exegesis” juntarían unas diez mil páginas.
Los dos libros de Alekhine de sus
mejores partidas, comentadas por él, abarcan una cantidad mucho menor de
páginas que el libro “Herencia Ajedrecística de Alekhine” por Kotov y ya no
digamos otros diez a quince trabajos similares.
Me relataba Novotenov, decano entrenador ruso, casi centenerio, que un trabajo que recomendaba el GM
Romanovsky era recomentar partidas. Tomar partidas comentadas por grandes
maestros y añadir comentarios del alumno interpretando lo que el GM quería
transmitir y hacerlo más claro. Así me he topado con cuartillas y cuartillas de
trabajos hechos por los alumnos de Novotelnov que fue entrenador de unos 15
GMs, y es interesante como añadieron comentarios a los de Botvinnik, Geller o
Taimanov, para hacerlos claros. En esos apuntes que entregaban sus pupilos a Novotelnov
hay verdaderas obras de arte escritas por grandes maestros, que luego fueron
famosos, pero que en ese entonces tenían menos de 20 años de edad.
Romanovsky decía que Steinitz
había creado toda su teoría sobre la estrategia de ajedrez, que fue el
fundamento de la estrategia moderna, en base a recomentar partidas de Morphy,
agruparlas en patrones y de ahí teorizar, o sea establecer principios
generales. Luego Tarrasch, a base de los escritos de Steinitz escribió sus
libros, La Partida de Ajedrez y las 300 partidas de ajedrez, continuando las
enseñanzas de Steinitz, para finalmente Lasker continuase la secuencia en su “Manual
de Ajedrez”.
Explica Romanovsky que la Escuela
Soviética comienza tratando de interpretar las partidas y libros de Capablanca
y reorganizar conceptos y hacer su propia teoría del ajedrez, lo mismo con los
llamados “Hipermodernos”, pero que varios entrenadores de la vieja guardia
incorporaron lo de Tarrasch y Nimzovich,
pero que Capablanca fue el más influyente en su teoría.
El caso es que muchos de los
mejores libros de ajedrez fueron rediseñados y en base a ellos se crearon otros
con agregados pero que en realidad no hay nada nuevo bajo el sol. Con el tiempo
los temas básicos fueron establecidos y lo que va cambiando son los ejemplos
para ilustrar los conceptos, y los ejercicios para hacer más asimilables las
enseñanzas.
Por eso todos los autores
soviéticos y rusos parecían como que pirateaban los trabajos de los
occidentales, pero los autores agregaban cositas por ahí y por allá, y todos
hacemos algo así, vamos de copia a añadidos y de ahí a copia, como dicen, tailorizando,
si me permiten el neologismo., no de Taylor, de economía, sino de Sastre,
arreglando mangas de sacos.
El caso es que cada entrenador
toma de los libros aquí y allá, junta sus conceptos, los reorganiza y hace
prácticamente un nuevo libro.
Un buen estudiante debe hacer lo
mismo, adaptar su libro, una especie de antología, para esforzarse en hacer su
interpretación.