Contaba el Maestro Alejandro Báez
Graybelt que un conocido abogado cuando estaba trabajando haciendo su tesis
para licenciatura, todas las tardes visitaba al afamado intelectual y político
mexicano Vicente Lombardo Toledano y le llevaba de regalo dulce de piloncillo,
lo que agradecía mucho el maestro y charlaba buen rato con el futuro abogado, y
este le preguntaba cosas sobre dudas que tenía para su tesis. Por supuesto que
la tesis fue brillante gracias a la asesoría de tan preclaro pensador. Báez bautizo tal tesis como la “tesis del
piloncillo”
Baéz mismo, cuando visitó Cuba,
llevó algunos presentes de amigos mexicanos al Che, y seguramente aprovecho
mucho de sus charlas con el Comandante…
Cuando estuve realizando una gira
de simultaneas de ajedrez a finales de los años 80,s del siglo XX, en que
recorrí más de 25 ciudades de todo el país, durante una campaña política
presidencial, recién arribaba para residir en México procedente de Cuba el
ahora árbitro Internacional Jorge Vega
Fernández. Le pedí trabajara conmigo en esa gira, simplemente ayudando
en el control de inscripciones para los que deseaban participar. Fue su primer
trabajo al emigrar de Cuba. Claro que como viajábamos de ciudad en ciudad, las
pláticas fueron como un curso sobre organización, administración, planeación
estratégica, historia de la Revolución Cubana, (participó en ella con el 26 de
Julio desde los combates del Uvero), historia del ajedrez cubano (fue
comisionado nacional de ajedrez de Cuba desde 1972) y política internacional de
la FIDE, etc. Más que pagarle por el apoyo en las simultáneas pague un curso de
capacitación política. Está de más decir que luego trabaje como funcionario público
desde jefe de oficina, jefe departamento, subdirector, director hasta encargado
del despacho de una Dirección General en la Secretaría de Gobernación y las
enseñanzas de Vega Fernández fueron invaluables. Ahora hasta conferencias doy
sobre los temas en que me instruyó en aquellos viajes donde recorrimos toda la
república.
En ajedrez hay muchas anécdotas similares,
como las de Alberik O´Kelly llevando viandas a Rubinstein en Bélgica tras la
guerra mundial, y luego logrando “sorpresivamente” el título de Gran Maestro y convirtiéndose
O`Kelly en el mejor jugador del mundo francófono durante tres décadas.
Ludek Pachman,
el gran maestro Checo y líder del ajedrez de su país y afamado autor de decenas
de libros de ajedrez, relata en su libro “Ajedrez Y Comunismo” como durante su
primer torneo internacional, en el que jugó con Alekhine, el joven Ludek solía
pagarle el desayuno al campeón ruso francés. No es que el ruso fuese tacaño ni
mucho menos, simplemente es que Alekhine
tenía la costumbre de no pagar ninguna cuenta por “principio”. Claro que
Pachman se dio cuenta de ese detalle, pero aún así lo buscaba día a día para
desayunar. Pachman evidentemente sacó sus cuentas, y concluyó que las ganancias
de reunirse con Alekhine cada mañana bien valía el valor de un desayuno. Es
fácil suponer los conocimientos que obtuvo de ello.
Cuando el
GM Gipslis dio un curso en México, donde yo además de ser pupilo era el
traductor del ruso al español, después de clase le invitaba a un café, lo guíe
por la Ciudad de México, le lleve a una gira de museos y, como yo había sido
profesor de historia de México, le hice de guía de turistas. Pero luego me
prestaba notas de entrenamiento, me daba consejos, en fin, otro curso paralelo de ajedrez que me fue
invaluable cuando era profesor de ajedrez en la UNAM, durante las dos décadas
que laboré en la máxima casa de estudios como profesor. Además luego viaje a
Riga, Letonia; la ciudad de Gipslis, y me trató como rey, además de
virtualmente afiliarme a la escuela de Riga y poder convivir con grandes como
Koblentz, Tal, Vitolinsh y otros magos de Riga.
Hay
muchas maneras de mejorar. Como el piloncillo.