5 nov 2014

Las cosas que hay que ver en ajedrez.




Se ha hablado tanto del control que se hace del internet, del “big brother”, del Echelon” y de mil argucias que “el supremo poder” ha creado para que los internautas esten cuidados y no caigan en malas prácticas que no sean del agrado del mismo.
El caso es que tantos comentarios de articulistas prestigiosos he leído y tantas evidencias he podido constatar, que ya siento que vivo en medio de complots y en una especie de novela de Tom Clancey donde lo que pasa solo es explicable por las maquinaciones de los diversos grupos que manejan al “supremo poder” y que siempre se la pasan tirando patadas debajo de la mesa y manotazos a todo lo que está cerca.
Seguido algún corresponsal e intercambiador de software y archivos de todo tipo me mandan cosas muy útiles y atractivas, siempre advirtiendo de los posibles virus y problemas que puede causar si no se manejan con cuidado las muchas trampas colocadas para que no se divulgen ciertas cosas.
Es común que digan que algún archivo esta hackeado del disco duro de tal o cual personaje o simplemente que son creaciones propias de limitada circulación y que pueden ser especialmente buenas para enseñar ajedrez o comprenderlo.
El 95% de las veces, tengo que aceptar que a menudo los envíos superan las expectativas, por lo que ya sea que digan que los archivos son pirateados del mismo Kasparov o Obama, es casi inevitable hacerles un examen, pues picando de aquí y allá se han atrapado verdaderos ejemplares dignos de premios internacionales de pesca.
No hace mucho, un par de meses,  leí en el New in Chess que, según un gran maestro que es habitual comentarista de esta revista, que el libro de la década para cualquier ajedrecista era uno que no tenía como tema principal el ajedrez: “Think Fast and Slow” del ganador del premio Nobel de economía, Daniel Kahneman; lo cual me llamó la atención, sin dejar de lado mucho esceptisismo. Lo cierto es que tras leerlo, tengo que decir que la recomendación es muy acertada, y si no es el libro de la década para los ajedrecistas, al menos debe estar entre los diez más importantes para leer.

Luego me enviaron las grabaciones de conferencias de una Fundación que promete hacer del ajedrez la actividad nacional y otras de una entrevista que en Cuernavaca hicieron de un exfuncionario hablando sobre una persona que se que no era santo de su devoción, o que, por decirlo de alguna forma, estuvieron prácticamente siempre en bandos contrarios y que sospechaba yo que serían ataques sobre alguien que ya no se podía defender.
El caso es que pacientemente las escuche con un grupo de amigos, algunos colaboradores, que finalmente se unificaron en la apreciación de que habíamos perdido el tiempo escuchando diez horas de coloquios sino totalmente desagradables, por lo menos fastidiosos.
Otras grabaciones de una conferencia que se dio en Estados Unidos por el tipo más ultraderechista del ajedrez y que entre dos cosas terribles que dijo, remató con una frase que hubiera hecho feliz a su peor enemigo, a quien calificó como el enemigo a quien más debía respetar Estados Unidos, cosa que según sus amigos cercanos, festejó el personaje aludido y le hizo el día feliz.
Luego me llegó el plan de trabajo de clases de ajedrez que proponía un alumno y me pareció que, sin saberlo, mejoró, sin dejar ningún detalle pendiente, uno muy similar que habían elaborado los mejores entrenadores de Rusia. ¡Genio!, tuve que calificarlo. El archivo lo envíe a San Petersburgo y el comentario de allá fue el mismo. El caso es que de un pueblo de solo 4000 habitantes, ya se anda trasladando a la ciudad de México para hacer trámites y tomar un curso de cuatro meses nada menos que en la ciudad natal de Spassky, tras tener una entrevista via Skype con uno de los pedagogos más importantes de la asociación de ajedrez de San Petersburgo, que finalmente juzgará como es la mejor manera de apoyarlo en el aprendizaje del ruso y en su cultura general, dado que hay ciertas lagunas muy notorias.
Todo este relato viene al caso, para justificar que examino todo lo que se manda y de repente sufrí la situación de que la computadora y el internet tenía comportamientos extraños. Recién regresaba de Ciudad Victoria, Tamaulipas; de un viaje en avión de turbo hélice, y tras la sorpresa de recibir unos 400 emails de felicitación de cumpleaños, ya el contestarlos fue imposible. Batallar horas y horas para conectarme en Internet, cambiando cuentas, buscando anti virus, escribiendo a especialistas rusos y ucranianos en virus a través de correos de emergencia y en un café internet, bajando sus recetas, reprogramando la computadora.
Tenía muchos artículos por subir, muchas opiniones que dar, contestar preguntas, etc. De repente de estar super comunicado estaba como aislado. Me sentía preso del “supremo poder”, tal vez pensando que el haber abierto o leído alguna web prohibida me había señalado, o finalmente el bucanero era cercado sin su patente de corso al día.
Finalmente, poco a poco fui pudiendo asomar la cabeza por internet y de pronto, hace unos cuantos días, todo parece estar resuelto. Pero se que es una batalla la que se ganó, no la guerra, pues parece que la lucha por el control de internet está en su apogeo y algunos simples mortales estamos en riesgo de recibir alguna bala perdida. El caso es que la biblioteca de ajedrez siempre crece y ya la barrera de 100 mil esta por romperse. Por lo pronto, tengo unos archivos nuevos que están como para devorarse. Tan pronto pueda, saldrá un nuevo Bucanero ahora con el Match por el campeonato mundial, así que estén pendientes de ofertas y de artículos, pues publicaré una serie de ellos que debieron salir en los últimos quince días.