3 ene 2017

Fórmulas para el progreso de ajedrez evolucionan conforme el jugador lo hace.





La adecuada evaluación de las condiciones actuales de un jugador es fundamental para su progreso. Sin diagnóstico de la situación individual se actuaría a ciegas y un entrenador, por muy capacitado, por mucha experiencia que tenga y por muchos recursos de que disponga, no podrá colaborar eficazmente con el entrenado y se perderá tiempo valioso que, en muchos casos, es irrecuperable, además de que puede retrasar o desviar la trayectoria de esa persona con consecuencias muy difíciles de revertir.
En los relatos de muchos ajedrecistas que han alcanzado niveles de excelencia a nivel internacional se observa que algunas cosas aleatorias con seguridad influyen en las alturas que alcanzan en su progreso. Eso es inevitable, pero el deber de cada instructor o entrenador es hacer lo más posible para colaborar, y entre las cosas ineludibles y relativamente al alcance de todos, son las evaluaciones.
Actuar sin diagnóstico sería impensable para un médico al tratar un paciente, pero en el caso de instructores y entrenadores se observan muchos casos en que no se atiende este primer paso fundamental.  Es la primera característica de un “viene viene” del ajedrez.
Hay una demanda creciente de los servicios de instructores y promotores de ajedrez y eso hace que organizadores de clases, cursos, seminarios tienen que reclutar mucho personal, a veces recurriendo a los que menos exigen para ser contratados. A veces se cuenta con buen presupuesto pero no hay muchos que atienden al llamado y es mucho mayor la oferta que la demanda y no se puede vigilar la calidad.
Pero si se pueden buscar medios para que el personal con que se cuente mejore su capacitación. Exactamente lo mismo que pasa con instructores pasa con los jugadores. Hay lo que hay, pero siempre existen recursos para que se superen y la peor decisión es descartar al instructor o al jugador, hay que ver como se superen. Para ello hay que cuidar el diagnóstico, tanto del instructor como del jugador.
No se debe mezclar la evaluación con la búsqueda de talentos, que es como clasificar al ser humano y seleccionar y descartar. Las personas no son máquinas u objetos de selección, compra y desecho.
Hay organizaciones educativas que “compran” jugadores y hacen propaganda de tener grandes equipos, pero su “éxito” se basa en seleccionar lo que ellos llaman talentos, jugadores muy probados, y atraerlos, pagando mientras les son útiles, no hay inversión humana, sino mercantil.  Eso está bien para equipos profesionales de futbol, que venden espectáculo y compran para ello cracks.
Pero ya que se trabaja con responsabilidad, hay formulas para evaluación que requieren irse evolucionando con el jugador para utilizar las fórmulas adecuadas para su superación. La flexibilidad, pero con base sólida es la regla. Aprovechar el conocimiento sobre el tema que se acumulado por la experiencia de cientos de entrenadores que comunican sus ideas y acciones y nos dan luz sobre lo que les ha dado resultado y no, porque finalmente siempre esta uno con prueba y error, pero con fundamentos de la experiencia universal de los entrenadores de ajedrez.
Hay cientos de libros y miles de artículos al respecto y muchas opiniones difieren, pero es importante orientarse en ese gran pajar de información e intentar una y otra vez orientarse, pedir opiniones aquí y allá, examinar registros, archivos, expedientes y todo eso comienza con exámenes de evaluación, con un continuo medir todo y registrar lo que se hace con base de un monitoreo continuo.
Sin expedientes, sin agendas ni bitácoras, sin mapas , no es posible orientarse, definir rumbos y caminos a elegir.
He elogiado el trabajo del MI John Grefe, su libro “Progressing Through Chess, The 35 Best Chess Books and how to use them”. La literatura en castellano requiere algo así actualizado y que este bien difundido, para que los “viene viene” del ajedrez, que por lo general están bien intencionados, tengan herramientas cada vez más necesarias. Trabajar con instrumentos adecuados, facilita hacerlo de la mejor manera, y el trabajar bien es un placer.