La adecuada evaluación de
las condiciones actuales de un jugador es fundamental para su progreso. Sin diagnóstico
de la situación individual se actuaría a ciegas y un entrenador, por muy
capacitado, por mucha experiencia que tenga y por muchos recursos de que
disponga, no podrá colaborar eficazmente con el entrenado y se perderá tiempo
valioso que, en muchos casos, es irrecuperable, además de que puede retrasar o
desviar la trayectoria de esa persona con consecuencias muy difíciles de
revertir.
En los relatos de muchos
ajedrecistas que han alcanzado niveles de excelencia a nivel internacional se
observa que algunas cosas aleatorias con seguridad influyen en las alturas que
alcanzan en su progreso. Eso es inevitable, pero el deber de cada instructor o
entrenador es hacer lo más posible para colaborar, y entre las cosas
ineludibles y relativamente al alcance de todos, son las evaluaciones.
Actuar sin diagnóstico sería
impensable para un médico al tratar un paciente, pero en el caso de
instructores y entrenadores se observan muchos casos en que no se atiende este
primer paso fundamental. Es la primera
característica de un “viene viene” del ajedrez.
Hay una demanda creciente de
los servicios de instructores y promotores de ajedrez y eso hace que
organizadores de clases, cursos, seminarios tienen que reclutar mucho personal,
a veces recurriendo a los que menos exigen para ser contratados. A veces se
cuenta con buen presupuesto pero no hay muchos que atienden al llamado y es
mucho mayor la oferta que la demanda y no se puede vigilar la calidad.
Pero si se pueden buscar
medios para que el personal con que se cuente mejore su capacitación.
Exactamente lo mismo que pasa con instructores pasa con los jugadores. Hay lo
que hay, pero siempre existen recursos para que se superen y la peor decisión
es descartar al instructor o al jugador, hay que ver como se superen. Para ello
hay que cuidar el diagnóstico, tanto del instructor como del jugador.
No se debe mezclar la
evaluación con la búsqueda de talentos, que es como clasificar al ser humano y
seleccionar y descartar. Las personas no son máquinas u objetos de selección,
compra y desecho.
Hay organizaciones
educativas que “compran” jugadores y hacen propaganda de tener grandes equipos,
pero su “éxito” se basa en seleccionar lo que ellos llaman talentos, jugadores
muy probados, y atraerlos, pagando mientras les son útiles, no hay inversión
humana, sino mercantil. Eso está bien
para equipos profesionales de futbol, que venden espectáculo y compran para
ello cracks.
Pero ya que se trabaja con
responsabilidad, hay formulas para evaluación que requieren irse evolucionando
con el jugador para utilizar las fórmulas adecuadas para su superación. La
flexibilidad, pero con base sólida es la regla. Aprovechar el conocimiento sobre
el tema que se acumulado por la experiencia de cientos de entrenadores que
comunican sus ideas y acciones y nos dan luz sobre lo que les ha dado resultado
y no, porque finalmente siempre esta uno con prueba y error, pero con
fundamentos de la experiencia universal de los entrenadores de ajedrez.
Hay cientos de libros y
miles de artículos al respecto y muchas opiniones difieren, pero es importante
orientarse en ese gran pajar de información e intentar una y otra vez
orientarse, pedir opiniones aquí y allá, examinar registros, archivos,
expedientes y todo eso comienza con exámenes de evaluación, con un continuo
medir todo y registrar lo que se hace con base de un monitoreo continuo.
Sin expedientes, sin agendas
ni bitácoras, sin mapas , no es posible orientarse, definir rumbos y caminos a
elegir.
He elogiado el trabajo del
MI John Grefe, su libro “Progressing Through Chess, The 35 Best Chess Books and
how to use them”. La literatura en castellano requiere algo así actualizado y
que este bien difundido, para que los “viene viene” del ajedrez, que por lo
general están bien intencionados, tengan herramientas cada vez más necesarias.
Trabajar con instrumentos adecuados, facilita hacerlo de la mejor manera, y el
trabajar bien es un placer.