Era muy conocido en
México que el GM Carlos Torre hablaba de una manera de analizar posiciones que
era muy útil al jugar blitz y que él mismo describía durante algunas partidas
de exhibición que dio durante el Campeonato Centroamericano y del Caribe
realizado en Ciudad de México en 1972.
Lo vimos derrotar así con facilidad en una serie de 8
partidas al Maestro Internacional Jesús Rodríguez, Campeón Nacional de Cuba en
1972 y que además se decía que si en torneo era el mejor jugador de su país, en
blitz había derrotado a más de una veintena de grandes maestros que visitaron
Cuba a lo largo de los Capablanca in Memoriam, donde Jesús fue protagonista
habitual.
El Maestro
Internacional Eleazar Jiménez, que además de ser un fuerte jugador estaba
dedicado también al entrenamiento de las jóvenes promesas de Cuba de esa época,
prácticamente interrogó al GM Carlos Torre sobre su método, máxime que a Jiménez
le sorprendió la facilidad con que Torre jugaba a pesar de que ya casi habían
pasado 50 años desde que Torre jugó su última partida de torneo serio.
Torre decía que lo
que hacía era aplicar las reglas de Tarrasch y Pillsbury, añadiendo que todo lo
había escrito en un libro que era de 200 páginas y que el editor ruso quiso
publicar en cuatro cuadernos para irlos imprimiendo conforme llegase el papel y
que quedó en un solo y delgado libro de 50 páginas. Reconocía que de las 200, “150
eran mías y 50 de mi coautor, aunque a la vez el organizo y diseño gráficamente
el libro”. A Torre le sorprendió saber que ni en ruso se dio crédito a su
coautor Rokhlin, que solo figuró como “corrector”.
Torre escribió 194
cuartillas en inglés, que tradujo al ruso Rokhlin y que conforme era la
tipografía completarían 157 páginas. Pero en el primer cuaderno, solo 38 se pasaron.
Luego Rokhlin planeaba que en lugar de cuatro cuadernos de 50 páginas cada uno,
se crearía una serie de 12 cuadernos, con aportaciones de otro autor, Modell,
que había conversado con Torre y creado una amistad durante el torneo de
Leningrado de 1926, el penúltimo internacional en que participó Torre.
Ya que mucho de los
métodos de Torre parecían una exaltación a Tarrasch y las enseñanzas de
Capablanca, que era el modelo a seguir
en la Rusia de 1926, eran pasadas a segundo termino, gran parte del trabajo del
GM Carlos Torre no fue bien visto por la máxima autoridad del ajedrez, Nikolai
Krylenko. En particular molestaba el que Chigorin, el padre del ajedrez ruso,
era considerado una figura mucho muy inferior a Tarrasch en algunas expresiones
en los comentarios de Torre.
El caso es que Torre
no era totalmente entregado a las ideas de Tarrasch, que basaba sus métodos en
principios generales que eran demasiado dogmáticos para la manera de pensar de
Torre, que aunque contador público por formación, también era libre pensador y
crítico de reglas fijas.
La consideración de
principios sólo generales, sin embargo, sin cálculos para el apoyo, afirmaba
Torre que también conducirá inevitablemente a errores. No ha habido todavía un
jugador de ajedrez que haya encontrado un equilibrio perfecto entre el cálculo
de variantes y la aplicación de principios generales. Todos los jugadores pecan
de inclinarse demasiado a una de estas dos facetas y el entusiasmo para uno de estos aspectos, a
costa del otro, conduce en la práctica a resultados tristes.
Decía Torre que la
interpretación acertada de los principios de Tarrasch en una partida requiere
la capacidad de hacer el cálculo rápido y preciso, pero esta "herramienta"
debe ser usada económicamente. El saber
cuando calcular es tan importante como saber como calcular. Lo ideal sería ser
capaz de identificar los "momentos críticos" durante la partida donde
hay que realizar el cálculo profundo.
Torre tenía como
manía, que desgraciadamente añadía argumentos a quienes lo calificaban como de
dudosa cordura, cargar una serie de tarjetitas que regalaba a sus recién conocidos
amigos. La más importante, según él, era la que describía el valor de las
piezas, en que se especificaban hasta los centésimos de peón. Otra traía una
tabla en que se mostraba como el valor
de las piezas se modificaba de acuerdo al número de jugadas que llevaba la
partida y la cantidad y disposición de los peones centrales. Otra tarjetita
tiene las escalas de movilidad de las piezas
y una más los grados en que se valoraban en peones, la salud, la
motivación, el grado de concentración y aspectos psicológicos.
El juego total era
de 9 tarjetitas que repartió profusamente entre los que veíamos las partidas
entre Torre y Rodríguez. Ya cuando Torre llevaba cinco días en la Ciudad de
México, sus tarjetas se habían agotado y solo tenía la que consideraba más
importante, pues por eso mismo había mandado hacer más de 400 de esa tarjeta y
solo 100 juegos de las demás.
El más impresionado
por esas tarjetas fue el MI Eleazar Jiménez, que no dejaba de interrogar a
Torre sobre como interpretarlas.
Para usarlas había
que estar haciendo sumas en cada jugada y hacer promedios, para tomar algunas
decisiones, y Torre los realizaba rápidamente. Pero la verdad es que parecía
tender mucho más a los principios generales y solo ocasionalmente calculaba
variantes, aunque nunca cayó en alguna celada, siendo que Rodríguez era un
jugador muy táctico en el blitz y ponía muchos trucos en cada jugada y
sacrificios y gambitos, que generalmente Torre eludía, salvo en dos ocasiones
en que respondió con una fuerte jugada intermedia, o “quieta” que Rodríguez
pasó por alto.
Torre nunca dejó
piezas sin protección, pero en más de una ocasión, verbalmente señaló que
Rodríguez dejaba una pieza “colgada” y decía: “Ahí hay un pajarito solitario”,
encontrando una línea táctica para “recolectar pajaritos”
Pero en lo escueto
de las tarjetitas nada se hablaba sino de valores de piezas, nada de técnicas
para aprovechar columnas abiertas, debilidades de estructuras de peones, nada
sobre lo que generalmente considera uno conocimiento posicional. En un blitz parece
bastar ser cuidadoso en táctica y colocar las piezas donde más valor den, según
las tarjetitas de Torre. Pero parece que ese juego de 9 tarjetas requiere al
menos aumentarlo al doble.
Lo curioso es que si
uno analiza partidas modernas y las mide con esas tarjetas, bastante ayudan a
esclarecer algunas cosas, pero es una lástima que del trabajo de Torre en
Leningrado sólo una cuarta parte se publicó.
Posteriormente Torre
publicó una serie de artículos para el Boletín de Ajedrez de Zacatecas,
dedicados a los finales de Torre donde el GM Torre da algunas formulas
originales para jugar los finales, muy parecidas a las de las tarjetas.
Aparte del libro de
50 páginas y de los 6 artículos del Boletín de Zacatecas, no más de otras 30
páginas a lo sumo, además de 41 partidas comentadas por él entre 1924 y 1925 en
“American Chess Bulletin”, más otras 16 partidas que comentó del Campeonato de
México de 1926, todo escrito antes de cumplir 22 años de edad, no tenemos más
que las tarjetas, impresas por Torre allá por 1962 y luego reproducidas otra
vez en 1972 (no se si difieren las de 1962 con las de 1972, pues de las de 1962
solo he conseguido dos y son iguales a dos de la colección de 9 impresas en
1972.
Lo que queda claro,
sobre todo al ver algunas copias de parte del trabajo de Torre que no se
publicó en la URSS en 1926; que el GM Carlos Torre había desarrollado su propio
sistema de jugar y que fue muy exitoso entre 1923 y 1926, donde se impuso a
todos los jugadores de América, exceptuando Capablanca e incluyendo a Marsall,
a una generación un poco mayor de jugadores soviéticos que serían los pilares
de la gran hegemonía de ajedrez de la URSS por toda la segunda mitad del siglo
XX y a la vieja guardia europea. Solo Capablanca, Lasker , Alekhine y Bogoljubov tuvieron mejores
resultados en 1925, como señaló la revista británica de ajedrez en su anuario
correspondiente.