Aunque
no me gusta partir de un enunciado en negativo, me sorprendió que con ese
título o uno muy similar, en diversos idiomas, aparecieran en los meses de
julio y agosto de 2013 nada menos que 32
artículos, muchos de ellos escritos por maestros internacionales y grandes
maestros, así como unos seis de entrenadores muy reconocidos.
Por
supuesto que es una cuestión crucial a la que todo entrenador y jugador
quisiera encontrar respuesta.
El
maestro Alexandr Koblentz, ante esa pregunta en una sesión en Riga en 1987,
contestó: ¡Porque no quieren progresar!
“La
pereza los invade, lo que no sucedería si realmente los quemase el deseo de
superarse. No tienen fe en lograrlo y no hacen un verdadero esfuerzo, quieren
la gloria sin sudar. Por eso queda reservada la gloria para los que realmente
se sacrifican. Es muy difícil querer realmente lograr algo, por eso son pocos
los que consiguen sus metas, los que se deshacen de la pereza”.
Por
supuesto que la motivación y la determinación son lo fundamental y todo lo que
se haga para lograr fortalecerlas rendirán enormes frutos. Es trabajo realmente
vital, no solo para el ajedrez, sino para la vida, por lo que a través de la
historia ha sido tema básico en la religión, la filosofía, la pedagogía, etc.
Querer
realmente algo es el consejo de todo libro de coaching y estudiar como lograr
querer realmente, y lograr desear algo así, es tarea de una vida.
Pero,
suponiendo logremos eso, que casi nadie logra, ¿Qué se puede hacer?
Claro
que si realmente quiere lograr algo, por tierra y mar buscará las respuestas
adecuadas, pero siendo un poco humildes, veamos algunas de las respuestas que
encontré en más de una veintena de artículos, concentrándome en uno especial
como base.
En
ese artículo dicen:
“El
jugador medio trata de aprender ajedrez y mejorar mediante la lectura de
libros, resolviendo problemas tácticos, reproduciendo las partidas de jugadores
de élite una y otra vez, pero apenas nota diferencias positivas en su juego.”
(Me
parece bien. Como tantos autores sugieren hacer eso, no es extraño que sea una
popular manera de actuar para superarse. Pero para notar diferencias debe
evaluarse primero, y periódicamente hacer otras evaluaciones para descubrir si
progresa o no. Importante anotar todo lo que hace, para saber que le funciona)
Luego
afirma.
“Muchas
de las personas que, como
tú, han sentido esta necesidad de mejorar y aprender ajedrez de
verdad, han recurrido a esta forma de hacerlo pensando que se trataba de la
mejor y única manera de progresar. Sin embargo, no han seguido un hilo conductor en su
aprendizaje, ni éste ha tenido en cuenta su forma de razonar el ajedrez.”
(Suena
razonable, muy conductista, o muy conductatorial, pero antes de hacer
neologismos, avancemos más).
Aquí
viene algo clave.
“¿Pero por qué el aprendizaje de
ajedrez no se corresponde con el esfuerzo realizado?”
(Suponiendo que midamos bien que
tanto esfuerzo hemos hecho y que tanto hayamos vencido a la pereza. “Dudosa
victoria” diría Koblentz, ya que si realmente nos esforzamos y vencemos a la
pereza, no hay quien nos pare. Pero aquí se refiere al esfuerzo realizado que
supuestamente creemos haber hecho. Alguno al menos).
Y aquí da algunas razones:
“Por el enfoque:
Existen muchos libros que contienen buenas colecciones de partidas de Grandes
Maestros, pero la mayoría utilizan un punto de vista poco pedagógico.”
(Totalmente
de acuerdo, la gran mayoría no están diseñados adecuadamente para facilitar su
estudio y menos para que rindan los frutos que el comprador, el lector espera.
Eso sucede con todas las disciplinas, pero hoy en día se grafican demasiado y
se vuelven algunos libros festivales ópticos, o hay tutoriales informáticos
golpeadores de pupilas, pero son aun asi mejores que los textos agrios
doctorales. Hay muchos avances desde el punto pedagógico, pero los libros de
ajedrez están atrasados en su uso.)
“Por
falta de empatía: El
jugador de ajedrez no consigue reconocerse en los ejemplos que encuentra en los
libros ya que estos ejemplos distan mucho de sus necesidades reales.”
(Muy
de acuerdo, pero para empezar, el jugador no se conoce y eso lo limita para
establecer sus objetivos de manera real, objetiva y sin embargo, optimista.
Claro que a los autores no se les puede reprochar, porque los editores lo
limitan en espacio, y así tienen que poner ejemplos generales y atrayentes.
Aunque Capablanca jugó partidas que debieran ser utilizadas como modelos,
algunos prefieren utilizar de Karpov o Kasparov simplemente por ser nombres
atractivos y facilitan que el público compre el libro. A los editores hay que
reconocer que a veces no saben lo suficiente o no pueden darse el lujo, o ni
les interesa averiguar, si los ejemplos son adecuados o no para sus lectores.
Mucho menos pondrán en su libro algún texto como “Este libro es adecuado para jugadores
de 1600 a1799”, primero, porque limita su nicho de ventas, segundo, porque es
muy difícil establecerlo. En la URSS se ponían notas como la sugerida, pero
terminaron por poner: “Libro adecuado para jugadores de la IV a la II categoría
y para entrenadores” y eso lo hacían porque la demanda de sus libros siempre
mayor a la oferta. Pero muchos solo decían “Para jugadores en general”)
Por
falta de un plan estructurado:
El alumno, en el mejor de los casos, llega a entender lo que sucede pero no lo
integra en su juego porque:
No
se le requiere que defina el problema.
No
se le pide que se implique con la resolución
Cuando
se solicita su esfuerzo no se hace dentro de un programa estructurado.
El
esfuerzo que aplica es insuficiente y, en el mejor de los casos, aislado.
Para
mejorar y progresar en ajedrez es necesario que sigas un plan estructurado, que
no sólo tenga en cuenta la comprensión de partidas de grandes jugadores, sino
que te motive a entender tu propio juego y te ayude a sustituir tus viejos
esquemas por formas correctas de pensar, perfectamente adaptadas a tus
conocimientos.
(Esto es real en parte,
porque se refiere a estudiar solo con libros, pero los que estudian con
entrenadores no debieran tener ese problema. Pero entonces dependería de que el
entrenador trabaje adecuadamente, tenga conocimientos y medios para aplicarlos,
sobre “coaching”. Estas recomendaciones vienen de un sitio denominado método,
pero aunque mucho tiene de importancia los métodos para hacer asimilables las
enseñanzas, ahí puede estar la clave o al menos algo que ayude mucho.
Los sitios de algunos
instructores dan orientaciones muy buenas, y hay textos magníficos, pero
parecen fundamentales los de sicología motivacional general. El chiste es que
uno se examine y vea si en el fondo de su corazón realmente quiere progresar,
luego si puede motivarse a realmente quererlo, y ya determinado, disponer a
hacer lo necesario. Pero es un proceso que no se puede hacer de frente y de
golpe. Es como subir una pirámide, hay que ir de pequeño peldaño en pequeño peldaño
y ascender en zigzag.