Los más de 150 años de experiencia en los Estados Unidos con los cursos por correspondencia unidos a los cursos de enseñanza a distancia por Internet han acumulado una serie de datos precisos de los alcances, beneficios y defectos de realizar estudios de manera diferente a la presencial. Los especialistas en educación de manera prácticamente unánime expresan que el futuro de la instrucción, la capacitación y, sobre todo, la educación continua, radicará en la educación a distancia.
Pero en México la experiencia con los cursos por correspondencia difiere ampliamente de la de los Estados Unidos. Mientras que muchos norteamericanos, radicados en pequeñas y aisladas poblaciones, se capacitaron para el trabajo gracias a los cursos por correo y cambiaron positivamente su vida; en México no se vivió la misma experiencia. Principalmente los cursos por correspondencia vendían preparación para efectuar un trabajo propio de las micro empresas. Cursos para reparar televisiones y radios, para corte y confección, de idiomas, de contabilidad; servían para usuarios que aplicarían sus conocimientos para autoemplearse. En México, donde las principales maneras de ganarse la vida se relacionan con el gobierno, las empresas medianas y grandes o la venta al menudeo; mientras que la del servicio técnico o micro empresas son un porcentaje ínfimo, los cursos por correspondencia eran poco solicitados, si bien, dicen algunos, no eran malos negocios, pues el costo de elaboración era bajo y un especialista podía dar atención a cientos de suscriptores. Por supuesto que, igual que en los Estados Unidos, los principales solicitantes de cursos provenían de pequeñas y aisladas poblaciones.
Los cursos por correo en los Estados Unidos también era parte de una cultura iniciada en ese país unas décadas antes, en pleno siglo XIX, la del comercio por correo. Empresas como Sears Roebuck presumían de vender por correo desde un avión hasta un lápiz y de cubrir miles de pequeñas poblaciones de los Estados Unidos. A veces pienso que la razón de que en Estados Unidos no proliferará el crecimiento desmedido de las ciudades, como sucede en México, fue el de que en cualquier pueblito americano podían adquirir las comodidades y lujos de las grandes ciudades gracias a las ventas por correo.
En México las ventas por correo no significaban ni el .01 por ciento del comercio, mientras que en los primeros años del siglo XX representaban el 45% del comercio de los Estados Unidos.
Al mexicano no se le ha formado la cultura de pagar un producto o servicio mandando dinero a cientos de kilómetros de distancia. Prefieren el dando y pagando al mismo momento. La compra y venta de libros por correo, por ejemplo, son casi nulas en México, mientras que en Estados Unidos el 90% de los libros se comercian de esta manera.
Con la llegada de la televisión primero y de la Internet después, la educación a distancia sufrió una gran transformación. En México la educación vía la televisión fue la respuesta a un número insuficiente de maestros para comunidades rurales. La tele secundaria y las telé aulas surgieron como instrumento para masificar la educación. Si antes de ese instrumento no podría cubrirse sino a un número limitado de privilegiados niños y jóvenes en sus necesidades educativas, la telé aula amplió la capacidad de atención del sector educativo casi al número total de solicitantes.
Esta experiencia de la enseñanza a distancia no tuvo su contraparte en los Estados Unidos, pues mientras que generaciones de estudiantes de educación media básica de México han sido formados en esas telé aulas, no hay nada similar en el país vecino.
La llegada de Internet transformó la educación a distancia, como era natural, además de que casi todo lo ha transformado.
En el caso que nos ocupa, tras esta larga reflexión previa, el de los cursos de ajedrez via email, como actividad nueva, existe poca experiencia.
Primero era determinar que aspectos positivos podrían mejorar la enseñanza a distancia del ajedrez comparándola a la presencial. Luego había que elegir el lenguaje y posteriormente los planes de estudios y contenidos. Por supuesto que el diagnóstico del nivel del alumno, los instrumentos de evaluación parcial y seguimiento de progresos, la evaluación final y certificación de conocimientos y habilidades, también habrían de ser considerados. Luego la mecánica de reclutamiento de alumnos. Comunicación con ellos y, en el caso de vender el servicio, la manera de hacer los cobros; además de la “mercadotecnia” para “vender” nuestro producto.
En todos esos procesos existía experiencia valiosa y varios modelos, si bien ninguno contundentemente exitoso.
En el plano técnico el modelo más cercano a ser llamado exitoso fue la Escuela de Botvinnik en pequeña parte presencial y mayormente via correspondencia, aunque con apoyo, generalmente, de un asesor en situ, capacitado especialmente para apoyar a que se cumplan cabalmente los planes de estudio y auxiliar en el estudio de los contenidos.
El obtener de esa escuela los planes de estudio, contenidos y diversos instrumentos como exámenes de diagnóstico, evaluación y seguimiento de alumnos, formatos para expedientes, etc.; fue labor de años pero al fin y al cabo se pudo lograr, pues existía el modelo y se había realizado una documentación completa. Máxime que la meticulosidad de Botvinnik y de sus colaboradores resultó en un acopio y diseño detallado de todo lo necesario para realizar eficientemente la tarea y, aunque durante muchos años sólo unos pocos tenían acceso a ese material “casi secreto” o por lo menos muy celosamente guardado; al desaparecer la URSS se facilitó la obtención de cualquier material secreto, incluyendo los relacionados con la seguridad nacional, mucho más los relacionados al ajedrez. El mismo GM Lev Alburt relata que algunos soviéticos al emigrar se llevaban, escondidos, los planes de trabajo y contenidos de los alguna vez secretos métodos de trabajo de los instructores y entrenadores de ajedrez de la URSS. El caso es que con algunos dólares se consiguieron, al desaparecer la URSS, material que valía en trabajo y esfuerzo miles de dólares, en aquellos años de la loca y accidentada transición de Rusia del comunismo al capitalismo. Para todos es evidente que para los ajedrecistas soviéticos fueron años terribles donde las necesidades económicas se imponían a escrúpulos de toda índole. Esa apertura de conocimientos “reservados” de las escuelas soviéticas de ajedrez provocaron cambios radicales en el estudio del ajedrez en diversos países receptores de instructores, entrenadores o simplemente material de ajedrez proveniente de la URSS.
Una situación similar a lo que pasó con los técnicos y científicos alemanes de la era nazi al final de la Segunda Guerra Mundial al ser asimilados por la ciencia de los Estados Unidos y, en un menor grado, por la ciencia de la URSS.
Entonces, a finales del siglo XX incursioné en la enseñanza a distancia del ajedrez en todos niveles y en diversos medios. Elaboración de teve series para las telé aulas y para la televisión casera abierta, construcción de sitios webs y la utilización del email, fueron acumulando experiencias que en base al acopio de material técnico y de memorias de labores similares en diversos países, así como a la prueba y error, su análisis y la observación de experiencias similares y simultáneas en diversos países, resultaron en un modelo personal muy especial y que está en mejora continua y constante valoración, así como en su caso, redireccionamiento y modificación.
En el modelo de cursos preestablecidos no existía ningún problema y se pudieron manejar números interesantes de alumnos. Pero en el modelo de cursos personalizados, muy a la Botvinnik, la cosa era distinta. Si bien la Escuela de Botvinnik atendía 200 alumnos, lo hacía con una planta docente fija de 15 personas; entre ellas administradores, entrenadores, redactores y secretarias que atienden a todos los usuarios. Emprendí la tarea de no atender más de 20 alumnos, aunque eso atentase contra la viabilidad económica de los cursos. Con más experiencia podría doblarse el número.
El caso es que los especialistas en cursos similares de otras materias me decían que si mi número ideal eran 20, podría tener 30 inscritos, por aquello de las bajas y altas continuas por diversas razones. No estaba de acuerdo, pues yo me decía que si mantenía buena calidad no tendría bajas.
El caso es que las bajas no necesariamente son a causa de insatisfacción en el servicio. Se pueden atravesar bodas, nacimientos, cambios de trabajo e incluso torneos de ajedrez que pueden hacer que un alumno ya no se reinscriba o simplemente no pague de repente o pierda el interés y haya deserción continua.
Después de 108 solicitudes formales, 22 reiterativas (o sea en que mediaron más de dos correos previos) di de alta a 19 alumnos, pues el vigésimo, primero que si, luego que no y pasó el mes de inscripción en donde entre si y que no nunca depositó su inscripción. De los 19, hubo cuatro con diversos problemas y uno que está en que si se reinscribe o no, pues no ha contestado los cuestionarios requeridos del primer mes y prácticamente le he enviado lo que es el material complementario y no las lecciones formalmente dichas. Del curso de 20 planeado, lo real son 14 firmes. Así que abriré ahora 10 plazas más, para manejar aquello de las altas y bajas. Si se da el caso de que sean constantes los 24, no son tantos como para causarme un gran problema y si se siguen dando bajas, no serán tantas que se termine yo con sólo cuatro o cinco alumnos y no valga la pena económicamente el proyecto.
Así podré todavía tratar de sacar el proyecto “Bucaneros” y la venta de “paquetes universitarios” que ha tenido una respuesta inesperada, pues ya hay cuatro universidades que reitereradamente, cuatro emails o más, muestran interés en adquirir el paquete.
El problema ahora a resolver es que la mayoría de las solicitudes provienen de fuera de México, España, para ser preciso; pues nadie es profeta en su tierra, y en el único caso de los cursos via email hasta ahora ha sido limitado solamente a residentes en México; principalmente debido a los problemas de los envíos de dinero desde otros países a bancos en México.
Lo que si está claro es que hay un creciente mercado para los servicios via Internet y via email, pero en cambio la compra y venta de libros de ajedrez por correo es nula en México. Las únicas solicitudes que he recibido para adquirir libros de ajedrez, a pesar de su bajo precio, provienen del extranjero. Sólo he logrado vender un libro en México por correo, a Colima, para ser preciso, mientras que desde los Estados Unidos las solicitudes han sido numerosas y el libro similar al que vendí en Colima, se vendieron los 7 ejemplares que me restaban en menos de una semana a los Estados Unidos, California y La Florida, para ser preciso.
Del Sistema Bucanero aún no hay experiencias. La cantidad de material que puede ser confundida con el material robado a Radjabov es enorme. Por un lado, como entrenador me maravilló el enorme acervo en ruso enviado por mis “socios” búlgaros, pero el no poder determinar la fuente de procedencia de los análisis ha hecho la tarea de revisión para no caer en difundir archivos personales de un jugador en una verdadera pesadilla. En pocas palabras, he tenido que reestructurar todo y hasta ahora sólo puedo decir que los análisis en búlgaro de las partidas del Campeonato Nacional de Búlgaria es lo único que me atrevo a colocar junto con mis análisis personales y las traducciones que yo mismo realice de sitios rusos. La cooperación necesaria de mis “socios” búlgaros se ha nulificado en gran parte por la sospecha que se tiene de sus fuentes, algunas de ellas que posiblemente estuvieran en Morelia y adquirieran de alguna forma material sospechoso de provenir de la computadora de Radjabov. Aparte de las partidas comentadas del “Torre in Memoriam” del “Abierto de Morelia”, del “Linares – Morelia” y del Campeonato de Bulgaria no tendremos más material por unas dos semanas y el sistema “Bucanero” no puede arrancar como lo planeado. Hasta ahora sólo he recibido 15 solicitudes de inscripción al “Bucanero” de México y unas 32 del extranjero, así que está lejos de las 100 suscripciones que garantiza su viabilidad económica para contar con la colaboración “de la parte búlgara”.