Tras de la fría acogida al concepto boletín de instructor, con sólo 12 solicitudes de suscripción, reanuda sus travesías “Bucanero”, con el número 24. Con una ligera modificación, presentación estilo Newsletter gratuita, por envío a direcciones que la soliciten, a las que esten en mi base de datos de direcciones o bajada de un enlace que colocaré aquí en el blog. Otras tres secciones, una de archivos en CB con partidas comentadas al estilo Bucanero, también gratuita pero enviada en respuesta a solicitud via email a chesscom@hotmail.com , otra para instructores, enviada a solicitud via email y de forma gratuita para los alumnos de cursos email, o por suscripción de 10 números por $200.00 y finalmente una sección de artículos teóricos, también enviada a solicitud via email y de forma gratuita para los alumnos de cursos email, o por suscripción de 10 números por $200.00.
Es decir TODOS, alumnos o no, deberán solicitar las tres secciones de partidas comentadas, de instructores, y de artículos teóricos de aperturas; pero para los alumnos es gratis todas las secciones y para los demás, las dos últimas secciones se enviarán por medio de suscripción y la de partidas comentadas con solo solicitarlas.
En cada número habrá enlaces para bajar archivos gratuitos de las cuevas de los piratas.
25 mar 2008
En Bucanero 24, anuncios clasificados desde el Este de Europa.
Algunos maestros anuncian sus ventas, servicios o proponen intercambios via email de libros, enlaces, software, etc. Bucanero hizo el trato de intercambiar espacio de anuncios por partidas comentadas y noticias de torneos en sus países, con lo que tenemos una serie de links y emails para ello, provenientes de países ex URSS.
En Bucanero 24 Enlaces para material gratuito.
En las diversas secciones encontrará enlaces para bajar material interesante de ajedrez que es muy grande para enviar via email, tales como: Documentos históricos del ajedrez Iberoamericano, Fotos de la Historia del Ajedrez de México; Antologías de Estudio de Ajedrez. Enlaces colocados en diversos sitios del mundo, traducidos al castellano por si quiere “bajar” archivos de otras latitudes.
Si ya tiene el paquete del Instructor solicite su actualización.
He agregado al paquete del Instructor 2008 varias secciones que no contenía el paquete del Instructor 2007. Como de varios países como Argentina, Chile, España (Navarra, Jaén y Santander), Uruguay y algunos estados de México como Colima y Nayarit principalmente, se adquirieron paquetes a mediados de 2007 y no se ha reanudado contacto, les solicito se comuniquen de nuevo, pues les enviaré sin costo las actualizaciones. Los que estén recibiendo ya el Paquete de Instructores o estén en el curso recibirán los nuevos componentes como son: Paquetes de material para trabajo con niños de 6 a 10 años, Manual del Conferencista de Ajedrez (ampliado con muchos detalles), Diversas conferencias en sistema para presentar con DVD o Computadora. Cartilla de Ajedrez (actualizada), plantillas para Microsoft Office de apoyo administrativo para clubes y centros de ajedrez, etc.
20 mar 2008
En Harvard Bussiness Review se comentó la formula “Polgar” para producir un Gran Maestro.
En el número de julio de 2007 de la revista producida por la Universidad de Harvard, “Harvard Bussiness Review en el artículo “The Making o an Expert” (la Formación de un Experto), escrito por K. Ander Ericsson, del Departamento de Psicología de la Universidad de la Florida en la capital del Estado, Tallahasee, se hace una descripción de la manera en que Lazlo y Clara Polgar educaron a sus tres hijas, las que llegaron a la excelencia suprema en ajedrez, pero al mismo tiempo a ser naturales y sobresalientes en todas las demás áreas. El objetivo de los Polgar, además de beneficiar a sus hijas, objetivo prioritario, y salvarlas de los daños que causa la mala educación institucional, querían demostrar la importancia de la educación en el futuro de los niños. La importancia de una buena educación, no la que ofertaban las escuelas a la mano de la familia Polgar. Ellos se dedicaron a enseñar a sus hijas todo el programa escolar, reforzando su entrenamiento con el ajedrez. No era su objetivo primario hacerlas grandes ajedrecistas. Tal vez no lo era conscientemente. Pero al descubrir un talento especial en las tres (¡Que casualidad!) para el ajedrez, enfatizaron en su estudio. Ander comenta en su artículo sobre un libro que nos hemos soplado todos los que la hacemos de entrenadores, “Developing Talent in Young People” (Desarrollo del talento en jóvenes), de Benjamín Bloom de la Universidad de Chicago, editado en 1985, que examina los factores claves que contribuyen al talento. Y Ander se sorprende que Bloom no hallase, tras examinar 120 afamados y talentosos prodigios, indicadores comunes para profetizar si alguien llegará a destacar en algo, que predijeran el éxito de los virtuosos. Bloom en realidad dice que el patrón común es que trabajaron mucho, tuvieron un instructor sobresaliente y fueron apoyados plenamente por su familia. Estos tres factores lo tenían todos los exitosos, pero muchos que lo tenían no eran exitosos.
Es importante y de tomar en cuenta el artículo y los puntos de vista de Ander Ericsson, pues su trabajo sobre el mismo tema: “The Cambridge Handbook of Expertise and Expert Performance” (Manual Cambridge de Experticia y desempeño de expertos), es la compilación más completa de estudios sobre talento y expertos realizados por científicos de los Estados Unidos y es tomado muy en cuenta por diseñadores curriculares de todo el mundo.
Su conclusión es que la continua práctica es fundamental, pero la práctica deliberada, la controlada.
En un artículo publicado en Hungría en diciembre de 2007 se relata la manera de trabajar con el ahora Gran Maestro Fabiano Caruana, y lo que más resalta es que cada torneo en que participaba era cuidadosamente seleccionado, no nada más desde el punto de vista de promoción, de ascenso al título de Gran Maestro, sino desde el punto de vista docente, que podía dejarle en enseñanzas. Luego se hacía un estudio exhaustivo sobre los errores y como evitarlos en lo futuro.
Otro punto que marca Ander es que es importante la elección de Coach y mentores. En el caso citado de las Polgar, algunos Grandes Maestros que les dieron clase no fueron elegidos en base a su fuerza de juego sino a su manera “académica” de ser, su cultura general y por ser buenos ejemplos en general para las niñas Polgar, además de poseer gran cultura ajedrecistica en general, así como poder leer en varios idiomas y poseer un acervo bibliográfico amplio, tanto en ajedrez como en otros temas. Pero Ander resalta una cualidad en el coach fundamental,.que tienda a hacer sus pupilos independientes, que vayan formando el coach interno.
La fórmula así queda completa para lograr que alguien se haga un experto:
Práctica deliberada.
Análisis de la práctica, prueba y error.
Esfuerzo Continuo.
Apoyo Familiar.
Un buen coach.
Fortalecimiento del coach interno.
En todas las obras citadas, una cosa queda clara, que el talento natural es un factor, no el determinante.
Es importante y de tomar en cuenta el artículo y los puntos de vista de Ander Ericsson, pues su trabajo sobre el mismo tema: “The Cambridge Handbook of Expertise and Expert Performance” (Manual Cambridge de Experticia y desempeño de expertos), es la compilación más completa de estudios sobre talento y expertos realizados por científicos de los Estados Unidos y es tomado muy en cuenta por diseñadores curriculares de todo el mundo.
Su conclusión es que la continua práctica es fundamental, pero la práctica deliberada, la controlada.
En un artículo publicado en Hungría en diciembre de 2007 se relata la manera de trabajar con el ahora Gran Maestro Fabiano Caruana, y lo que más resalta es que cada torneo en que participaba era cuidadosamente seleccionado, no nada más desde el punto de vista de promoción, de ascenso al título de Gran Maestro, sino desde el punto de vista docente, que podía dejarle en enseñanzas. Luego se hacía un estudio exhaustivo sobre los errores y como evitarlos en lo futuro.
Otro punto que marca Ander es que es importante la elección de Coach y mentores. En el caso citado de las Polgar, algunos Grandes Maestros que les dieron clase no fueron elegidos en base a su fuerza de juego sino a su manera “académica” de ser, su cultura general y por ser buenos ejemplos en general para las niñas Polgar, además de poseer gran cultura ajedrecistica en general, así como poder leer en varios idiomas y poseer un acervo bibliográfico amplio, tanto en ajedrez como en otros temas. Pero Ander resalta una cualidad en el coach fundamental,.que tienda a hacer sus pupilos independientes, que vayan formando el coach interno.
La fórmula así queda completa para lograr que alguien se haga un experto:
Práctica deliberada.
Análisis de la práctica, prueba y error.
Esfuerzo Continuo.
Apoyo Familiar.
Un buen coach.
Fortalecimiento del coach interno.
En todas las obras citadas, una cosa queda clara, que el talento natural es un factor, no el determinante.
Una Exégesis del Gran Maestro Carlos Torre. (parte2)
A 30 años de la muerte del GM Carlos Torre Repetto.
19 de marzo de 2008.
SEGUNDA PARTE:
Seguimos con las palabras de Torre y una liberal interpretación.
Una vez que nos hemos familiarizado con los estilos y los métodos de juego de los grandes maestros, no podemos y no debemos intentar imitarlos ciega e irreflexivamente; no podemos por la simple razón de que nunca estaremos en condiciones de revivir en cada caso esperado el proceso psíquico que originó un cierto estilo de juego y no debemos porque, de otra manera, el ajedrez se transformaría de un juego verdadero a una proeza desagradable e inútil de nuestra memoria.
(No hay que aprender de memoria como Kramnik gana a Kasparov, porque las circunstancias no se repiten, más que en una pequeña parte. Por ejemplo aprendemos como ganar a Kasparov en una posición determinada. Pero primero hay muy pocas posibilidades de que juguemos una partida, muchas menos que lleguemos a una posición contra Kasparov en que alguna vez le ganaron. Seguramente con que nos acerquemos un poco a la posición donde una vez fue vencido Kasparov, esté la regiría y nos llevaría a terrenos desconocidos donde el sentido común, no la memoria pura, podrá desentrañar las complejidades y hallar el camino adecuado).
Examinemos ahora cómo se supone que debemos jugar para que nuestra habilidad pueda desarrollarse y mejorar incesantemente:
Si nos imponemos la firme determinación de tratar siempre de jugar mejor que la última vez, de tratar de manejar las aperturas con mayor precisión, de conducir el medio juego con mayor conciencia y el final con más lógica y seriedad, si realmente hacemos un esfuerzo para concebir cualquier combinación plausible con más agudeza y mejor exactitud táctica, entonces ascenderemos sin duda más y más los difíciles escalones de la maestría.
(Una mejora continua, un esfuerzo constante o diligente).
Es esencial desarrollar en nosotros el hábito de encontrar nuestros errores, analizarlos y tratar seriamente de no volverlos a repetir.
(Como siempre, hay que analizar las partidas propias. Para eso en mis cursos he dado métodos y fórmulas. A todos nos gustaría saber que método seguía Torre, pero nunca lo quiso decir completamente. El decía que iba de posición a posición, veía que jugada mejoraba su puntuación respecto a la anterior posición. Torre daba puntos a cada pieza, a estado de salud, a iniciativa, a radio de acción de piezas, a casillas controladas, con una diversidad de aspectos contables. Como era contador, Torre jugaba a base de valorar posiciones y sumar sus puntos y luego comparar las diversas posiciones posibles para elegir entre las jugadas que producirían tales posiciones. En un libro deHorowitz, Point Count Chess, se muestra un sistema similar. Torre lo leyó y dijo que el concepto era acertado pero su tabla de valores era errónea. Por cierto, Torre no estaba de acuerdo en que Dama y Caballo fuesen más valiosos que Dama y Alfil, según él, eran más los casos en que el binomio Dama y Alfil había vencido que en caso contrario).
Debemos encontrar cada hueco para rellenarlo y construir una montaña sobre él.
(Torre había puesto una frase, “Donde unos ven problemas, podemos ver oportunidades”, pero la cambió por esta que es una parte de una canción rusa, según Rockhlin: “Haré, con mis acciones, que sobre el hueco de mi sepulcro construyan un monumento”)
La cantidad de esfuerzo serio que hacemos en cada caso, producirá gradualmente una mejor calidad de nuestro juego y esta calidad probará más tarde ser un factor importante en la formación de nuestro “yo ajedrecístico”.
(Torre creía en ser hijo del esfuerzo, pero quizás se presionó demasiado, pues a los 20 años era un perfeccionista exagerado. Su libro favorito según Helms, la autobiografía de Benjamín Franklin”)
Es importante notar que la formación del estilo de un jugador tiende a evolucionar a través de las siguientes etapas ascendentes:
1) La forma o manera.
2) La característica de nuestro juego.
3) El estilo
4) El gran estilo.
(Esta clasificación fue muy elogiada por el GM Krogius y la publica en varios de sus libros, uno de ellos traducido al español. Pero Krogius podría no gustarle la traducción y ver la traducción alternativa:
El enfoque primario. Nuestro abordamiento.
Tendencia establecida por la empatía. Copiamos modelos.
Inicio de la interpretación de nuestra personalidad en ajedrez.
Establecemos nuestra teoría personal y vemos con nuestros propios ojos, no con los de otros.)
Una vez que hemos conocido por primera vez las reglas del ajedrez y hemos comenzado por mover las piezas sobre el tablero por diferentes direcciones, durante nuestras primeras partidas iremos, por supuesto, tanteando nuestro camino, por así decirlo, a través de un inmenso bosque de ideas y variantes.
(La confusión del que da sus primeros pasos y todo se le hace sospechoso)
De alguna manera sentiremos como si el curso del juego nos fuera dictando sus condiciones inexorables y, por lo tanto, a menudo experimentaremos un sentimiento análogo al de un náufrago en medio del océano. (Sobre todo si uno tiene la manía perfeccionista de Torre, que realmente sólo oculta un temor exagerado a fracasar)
Después sucederá que gradualmente nos familiarizaremos con la geometría del tablero, con las peculiaridades y el valor relativo de cada una de las piezas y así comenzaremos a comprender y a concebir algunas combinaciones elementales, a encontrar las características básicas del hilo estratégico que esconden ciertas maniobras y, así a comprender los principios básicos del juego.
Durante esta etapa de nuestro desarrollo, en cada juego tendremos continuamente frente a nosotros cierta cantidad de posibles planes a escoger y podríamos inclinarnos a optar por los que más se ajustan a nuestras tendencias individuales, ello buscando siempre comprenderlos a todos y jugando en consecuencia.
(La evaluación y la precisión de ella dependerá de nuestro nivel de conocimientos y habilidades, pero también de la fuerza de voluntad que tengamos en ese momento para hacer el endemoniado esfuerzo de pensar, aquilatar, elegir; tareas pesadas y que tratamos de evadir como cualquier tarea desagradable. Pero si nos vencemos a nosotros mismos y hacemos un hábito el pensar, estaremos del otro lado).
De tal modo adquiriremos pronto una cierta manera de juego. Aquí el papel principal no pertenecerá a nuestra erudición ajedrecística, ni a nuestra memoria, ni siquiera a nuestra imaginación creativa; sólo a un sentido instintivo de “autoconservación” que nos dicta ciertas tácticas y planes a seguir.
(Sálvese quien pueda, cualquier jugada que no ocasione el que el enemigo nos de mate, es de considerarla).
Durante esta etapa, no poseeremos todavía una mente ajedrecística racional, aunque ya habrá una tendencia hacia ella.
(aun no pensamos en ajedrez, jugamos al azar, como si fueran naipes, pero ya se ha evolucionado lo suficiente, como para saber que hay que pensar en ajedrez, pero no tenemos ni método ni sistema para ello)
Tal tipo de tendencia será más bien inconsciente y por ello extremadamente fuerte. Así, la adquisición de una cierta manera de juego llevará a la formación de nuestra característica ajedrecística.
(O sea nuestra naturaleza y conocimientos acumulados nos hacen merecedores de tener características que nos hacen marcadamente diferentes).
El progreso de nuestros esfuerzos interiores junto con nuestra habilidad técnica y el conocimiento teórico acumulado, darán gradualmente la posibilidad de manejar cada partida, desde la primera hasta la última jugada, de una manera personal cada vez más alejada de normas que difieren de la personalidad propia.
(O sea que adquiridos los hábitos de razonar y hacerlo adecuadamente, se expresará nuestra particular forma de ser).
Sólo de esta manera estaremos en una posición de construir nuestro “yo ajedrecístico” y encontrar el largo camino de la creatividad ajedrecística.
(Ya no seremos monos que imitan, sino estableceremos nuestros propios caminos. Luego será interesante que el lector lea la carta que escribe Torre a Rockhlin en 1926 a su llegada a Veracruz, México).
La siguiente etapa es la manifestación de un estilo especial en nuestro juego. El “estilo” es la unión de todos nuestros métodos, de todas nuestras ideas tomadas juntas como una unidad indivisible.
(tras resolver las cosas como artesano capaz, siguiendo las técnicas elementales, con los hábitos esenciales, o sea con el desempeño mínimo con calidad, un “Sigma 2” como se estila decir en los seminarios Sigma Seis, podemos aspirar a pasar de artesano a artista)
Durante esta etapa cada juego se presenta definitivamente ante nosotros como un proceso de ideas, de sentido y de determinación unificado, mismo que es proyectado sobre el tablero.
(una descripción clara y bella).
Finalmente, el gran estilo de un jugador es la unificación total, en su yo ajedrecístico, de todo lo que ha sido acumulado por el propio jugador y por sus colegas y oponentes de fuerza similar, tanto en lo que se refiere a la teoría y la práctica del ajedrez, como en la transformación de todo ello en nuestros principios universales.
(En este párrafo se ve la influencia de Rockhlin y del marxismo leninismo de la época a la manera de dialéctica, eso del gran estilo fue una expresión muy usada por pedagógos soviéticos de la primera etapa de la URSS, como lo cita la hija de Lev Vigotsky,. Elia Vigodskaya. Aquí hay que ver también un artículo de Torre publicado en una revista de Leningrado en 1926, que luego examinaremos).
Detrás de todo esto se encuentra la acumulación de nuestros poderes creativos interiores junto con una condición esencial: concebir cada juego no como una colección de variaciones mecánicas y de momentos aislados, sino más bien como un proceso integrado, unificado.
(Algunos ven el ajedrez como una serie de posiciones, otros como una cadena de jugadas. Torre parecía a veces analizar cada posición y evaluarla, luego elegir la jugada siguiente en base a las mejoras que traía a la posición, pero su aspiración era poder jugar “en cadena”, siguiendo un plan, pero eso fue por la influencia de su estudio del Manual de Ajedrez de Lasker, que le provocó algunas confusiones, y al que achacó, por el gran esfuerzo que hizo en su traducción del alemán, su posterior deterioro de salud. Sin embargo el propio Lasker hubiera aclarado algunas dudas de Torre con sus apuntes en “Victor se hace Maestro de Ajedrez”, texto que nunca conoció Don Carlos.)
Dilucidar la cuestión de si hemos elegido la “mejor” jugada, es relativamente irrelevante comparada con la cuestión de si el plan completo que hemos escogido para el ataque o para la defensa es en realidad el más lógico de acuerdo con la posición de las piezas sobre el tablero.
(Esta parte la quería cercenar del libro Rockhlin, pues no era totalmente acorde con lo expresado por los teóricos soviéticos, tanto del ajedrez, como fuera del ajedrez, donde el plan no tiene que seguir una lógica forzosa, sino debe intervenir nuestro sentido de la posición, intuición en pocas palabras, ya que en la lucha de conflictos a menudo hay tantas variables que existe un caos y no todo seguirá a la lógica, pues las paradojas existen y hay mucho que queda fuera del cálculo. No hay entonces un calificativo de más lógico. La objetividad puede ser en realidad producto de la subjetividad. Decir más lógico es como aceptar que hay un juez que lo establece. Más lógico, ¿Para quién? ¿Desde que punto de vista?)
El desarrollo de un jugador sin tal “sentido” de unidad en el juego, sin una comprensión clara de la integridad de un juego de ajedrez, no es desarrollo alguno.
(Otro párrafo que se salvó de milagro.)
Uno de los requerimientos de un desarrollo firme es la constante acumulación de conciencia, y esta es una de las supremas cualidades de todos los grandes maestros en el arte de ajedrez.
Conciencia, esto es, un control completo sobre uno mismo y sobre la situación circundante, una completa eliminación de toda barrera entre ideas objetivas y su ejecución, un conocimiento riguroso de uno mismo y el tomar en cuenta todas las posibilidades creativas que estén presentes en cada momento; todo esto constituye la esencia del estilo de juego del Campeón Mundial Capablanca.
(Suena muy bonito, pero inalcanzable. Aquí Torre parece más de finales del siglo XIX que de la segunda década del XX, que fue cuando lo escribió. No era de esperarse que se adelantara a las tesis de John Von Neumann o las paradojas de Bertrand Russell. Utilizar a Capablanca, jugador que forjó su intuición a través de un trabajo muy grande inicial para formar sus hábitos de razonamiento para jugar ajedrez, pero que en 1925 comenzaba a tender hacia cierta flojera derivada de la facilidad de sus éxitos, a la Sprezzatura, como diría Castiglione en su libro de “urbanidad”, suena, si me permiten, paradojico. Rockhlin le anota un comentario a Torre: “Capablanca sigue la regla de Castiglione, pero en realidad su gran nivel fue producto de un gran esfuerzo, pero que esconde por su gran vanidad, la regla de Castiglione es: Use en todo cierta casualidad que oculta la habilidad y dé la impresión de que lo que se hace y se dice se lleva a cabo sin esfuerzo y aun sin haber pensado en ello. Pero me parece bien que se elogie a un americano, pues usted y Capablanca prácticamente son compatriotas de un mismo continente y herederos de la cultura hispana en América”.)
En su juego podemos observar que todas las características a que nos hemos referido van unidas de la mano.
Ahora teniendo este ejemplo ante nuestros ojos, debemos empeñarnos en buscar que ningún movimiento se efectúe sin una clara comprensión y una completa conciencia de nuestros objetivos.
(Por favor, cuando juegue ajedrez, piense)
Aprendamos a librarnos de todos esos “ojalá” que este movimiento que hago traiga, por si mismo, la victoria, porque tal incertidumbre no podrá acarrear más que confusión y arrepentimiento en todo el juego.
(El ajedrez no es un juego de azar, aunque haya muchos que quieran demostrar lo contrario).
Propongámonos siempre estimar con claridad los porqués y los cómos de lo que juguemos; estemos siempre decididos a calcular y analizar con precisión la consecuencia final de cada variante antes de conducir nuestra mente a otra, y sólo después que hayamos valorado el plan correcto, debemos realizarlo sobre el tablero sin dudas.
(Parecería que Torre escribió el Piense como un Gran Maestro de Kotov, pero para ser honestos, una descripción similar de la elección de una jugada la hicieron Rockhlin y Duz Chotimirsky en un manual en 1924.)
No nos demos por satisfechos, nunca, con un sólo “ojalá” que nuestras jugadas puedan probarse las mejores, porque de otra manera simplemente detendremos nuestros progresos y caeremos en una red de estereotipos.
Un juego estereotipado nunca nos permitirá crear una verdadera obra de arte sobre el tablero, porque tal arte sólo viene como resultado de una profunda concepción realizada con armonía, economía y lógica.
(Aunque a Torre algunos lo quisieron poner al lado de los hipermodernos, tenía más de los clásicos, aunque deseaba imitar a Capablanca, que era, por decirlo así, un neo clásico).
Si nos proponemos dar libertad a nuestros poderes creativos interiores a nuestra conciencia y a nuestra voluntad, si levantamos un puente entre nuestro propio yo y la mano con la cual movemos las piezas sobre el tablero, entonces estaremos con seguridad sobre el verdadero camino de ágil desarrollo de nuestra habilidad ajedrecística.
(Esta forma de terminar el capítulo le agradó mucho a los redactores soviéticos, pues estaba muy de acuerdo con sus principios).
El libro de Torre después se compone de varias partidas que comenta en un estilo muy sobrio y escueto, a la manera de las que realizaba para “American Chess Bulletin” que contrasta enormemente con el escrito que antecede. Parecen dos personas diferentes. Tal vez las partidas las tenía ya comentadas y analizadas cuando surgió la idea del pequeño libro. Nadie puede aclarar esto. Incluso cuando Don Carlos analizaba partidas ante algunos de sus admiradores en México, allá por 1972, era muy escueto en sus comentarios y era difícil interrogarlo, pues sus respuestas eran muy monosilabicas. Pero el maestro Emilio Garduño, contemporaneo de Torre (nació en 1910, seis años después que Torre) si me hacía historias de algunas pláticas con Torre y comentaba que era expresivo y gustaba de comentarios con bastantes decoraciones y metáforas. Los rusos comentan en los diarios de 1925 que Torre era bromista y gustaba de hacer comentarios jocosos. En la película “Fiebre de Ajedrez·”, silente, rodada en 1925, se puede ver a un Torre muy sonriente, con cierta picardía en la expresión.
Una entrevista con Torre aparece publicada en inglés, impresa en la URSS, por parte de una organización de trabajadores comunistas norteamericanos y ahí Torre tiene algunas expresiones agudas sobre la situación de los Estados Unidos en 1925, años antes del “crack”. Pero eso será ya otra historia.
En la próxima, hablaremos del “Salieri” de Carlos Torre Repetto.
19 de marzo de 2008.
SEGUNDA PARTE:
Seguimos con las palabras de Torre y una liberal interpretación.
Una vez que nos hemos familiarizado con los estilos y los métodos de juego de los grandes maestros, no podemos y no debemos intentar imitarlos ciega e irreflexivamente; no podemos por la simple razón de que nunca estaremos en condiciones de revivir en cada caso esperado el proceso psíquico que originó un cierto estilo de juego y no debemos porque, de otra manera, el ajedrez se transformaría de un juego verdadero a una proeza desagradable e inútil de nuestra memoria.
(No hay que aprender de memoria como Kramnik gana a Kasparov, porque las circunstancias no se repiten, más que en una pequeña parte. Por ejemplo aprendemos como ganar a Kasparov en una posición determinada. Pero primero hay muy pocas posibilidades de que juguemos una partida, muchas menos que lleguemos a una posición contra Kasparov en que alguna vez le ganaron. Seguramente con que nos acerquemos un poco a la posición donde una vez fue vencido Kasparov, esté la regiría y nos llevaría a terrenos desconocidos donde el sentido común, no la memoria pura, podrá desentrañar las complejidades y hallar el camino adecuado).
Examinemos ahora cómo se supone que debemos jugar para que nuestra habilidad pueda desarrollarse y mejorar incesantemente:
Si nos imponemos la firme determinación de tratar siempre de jugar mejor que la última vez, de tratar de manejar las aperturas con mayor precisión, de conducir el medio juego con mayor conciencia y el final con más lógica y seriedad, si realmente hacemos un esfuerzo para concebir cualquier combinación plausible con más agudeza y mejor exactitud táctica, entonces ascenderemos sin duda más y más los difíciles escalones de la maestría.
(Una mejora continua, un esfuerzo constante o diligente).
Es esencial desarrollar en nosotros el hábito de encontrar nuestros errores, analizarlos y tratar seriamente de no volverlos a repetir.
(Como siempre, hay que analizar las partidas propias. Para eso en mis cursos he dado métodos y fórmulas. A todos nos gustaría saber que método seguía Torre, pero nunca lo quiso decir completamente. El decía que iba de posición a posición, veía que jugada mejoraba su puntuación respecto a la anterior posición. Torre daba puntos a cada pieza, a estado de salud, a iniciativa, a radio de acción de piezas, a casillas controladas, con una diversidad de aspectos contables. Como era contador, Torre jugaba a base de valorar posiciones y sumar sus puntos y luego comparar las diversas posiciones posibles para elegir entre las jugadas que producirían tales posiciones. En un libro deHorowitz, Point Count Chess, se muestra un sistema similar. Torre lo leyó y dijo que el concepto era acertado pero su tabla de valores era errónea. Por cierto, Torre no estaba de acuerdo en que Dama y Caballo fuesen más valiosos que Dama y Alfil, según él, eran más los casos en que el binomio Dama y Alfil había vencido que en caso contrario).
Debemos encontrar cada hueco para rellenarlo y construir una montaña sobre él.
(Torre había puesto una frase, “Donde unos ven problemas, podemos ver oportunidades”, pero la cambió por esta que es una parte de una canción rusa, según Rockhlin: “Haré, con mis acciones, que sobre el hueco de mi sepulcro construyan un monumento”)
La cantidad de esfuerzo serio que hacemos en cada caso, producirá gradualmente una mejor calidad de nuestro juego y esta calidad probará más tarde ser un factor importante en la formación de nuestro “yo ajedrecístico”.
(Torre creía en ser hijo del esfuerzo, pero quizás se presionó demasiado, pues a los 20 años era un perfeccionista exagerado. Su libro favorito según Helms, la autobiografía de Benjamín Franklin”)
Es importante notar que la formación del estilo de un jugador tiende a evolucionar a través de las siguientes etapas ascendentes:
1) La forma o manera.
2) La característica de nuestro juego.
3) El estilo
4) El gran estilo.
(Esta clasificación fue muy elogiada por el GM Krogius y la publica en varios de sus libros, uno de ellos traducido al español. Pero Krogius podría no gustarle la traducción y ver la traducción alternativa:
El enfoque primario. Nuestro abordamiento.
Tendencia establecida por la empatía. Copiamos modelos.
Inicio de la interpretación de nuestra personalidad en ajedrez.
Establecemos nuestra teoría personal y vemos con nuestros propios ojos, no con los de otros.)
Una vez que hemos conocido por primera vez las reglas del ajedrez y hemos comenzado por mover las piezas sobre el tablero por diferentes direcciones, durante nuestras primeras partidas iremos, por supuesto, tanteando nuestro camino, por así decirlo, a través de un inmenso bosque de ideas y variantes.
(La confusión del que da sus primeros pasos y todo se le hace sospechoso)
De alguna manera sentiremos como si el curso del juego nos fuera dictando sus condiciones inexorables y, por lo tanto, a menudo experimentaremos un sentimiento análogo al de un náufrago en medio del océano. (Sobre todo si uno tiene la manía perfeccionista de Torre, que realmente sólo oculta un temor exagerado a fracasar)
Después sucederá que gradualmente nos familiarizaremos con la geometría del tablero, con las peculiaridades y el valor relativo de cada una de las piezas y así comenzaremos a comprender y a concebir algunas combinaciones elementales, a encontrar las características básicas del hilo estratégico que esconden ciertas maniobras y, así a comprender los principios básicos del juego.
Durante esta etapa de nuestro desarrollo, en cada juego tendremos continuamente frente a nosotros cierta cantidad de posibles planes a escoger y podríamos inclinarnos a optar por los que más se ajustan a nuestras tendencias individuales, ello buscando siempre comprenderlos a todos y jugando en consecuencia.
(La evaluación y la precisión de ella dependerá de nuestro nivel de conocimientos y habilidades, pero también de la fuerza de voluntad que tengamos en ese momento para hacer el endemoniado esfuerzo de pensar, aquilatar, elegir; tareas pesadas y que tratamos de evadir como cualquier tarea desagradable. Pero si nos vencemos a nosotros mismos y hacemos un hábito el pensar, estaremos del otro lado).
De tal modo adquiriremos pronto una cierta manera de juego. Aquí el papel principal no pertenecerá a nuestra erudición ajedrecística, ni a nuestra memoria, ni siquiera a nuestra imaginación creativa; sólo a un sentido instintivo de “autoconservación” que nos dicta ciertas tácticas y planes a seguir.
(Sálvese quien pueda, cualquier jugada que no ocasione el que el enemigo nos de mate, es de considerarla).
Durante esta etapa, no poseeremos todavía una mente ajedrecística racional, aunque ya habrá una tendencia hacia ella.
(aun no pensamos en ajedrez, jugamos al azar, como si fueran naipes, pero ya se ha evolucionado lo suficiente, como para saber que hay que pensar en ajedrez, pero no tenemos ni método ni sistema para ello)
Tal tipo de tendencia será más bien inconsciente y por ello extremadamente fuerte. Así, la adquisición de una cierta manera de juego llevará a la formación de nuestra característica ajedrecística.
(O sea nuestra naturaleza y conocimientos acumulados nos hacen merecedores de tener características que nos hacen marcadamente diferentes).
El progreso de nuestros esfuerzos interiores junto con nuestra habilidad técnica y el conocimiento teórico acumulado, darán gradualmente la posibilidad de manejar cada partida, desde la primera hasta la última jugada, de una manera personal cada vez más alejada de normas que difieren de la personalidad propia.
(O sea que adquiridos los hábitos de razonar y hacerlo adecuadamente, se expresará nuestra particular forma de ser).
Sólo de esta manera estaremos en una posición de construir nuestro “yo ajedrecístico” y encontrar el largo camino de la creatividad ajedrecística.
(Ya no seremos monos que imitan, sino estableceremos nuestros propios caminos. Luego será interesante que el lector lea la carta que escribe Torre a Rockhlin en 1926 a su llegada a Veracruz, México).
La siguiente etapa es la manifestación de un estilo especial en nuestro juego. El “estilo” es la unión de todos nuestros métodos, de todas nuestras ideas tomadas juntas como una unidad indivisible.
(tras resolver las cosas como artesano capaz, siguiendo las técnicas elementales, con los hábitos esenciales, o sea con el desempeño mínimo con calidad, un “Sigma 2” como se estila decir en los seminarios Sigma Seis, podemos aspirar a pasar de artesano a artista)
Durante esta etapa cada juego se presenta definitivamente ante nosotros como un proceso de ideas, de sentido y de determinación unificado, mismo que es proyectado sobre el tablero.
(una descripción clara y bella).
Finalmente, el gran estilo de un jugador es la unificación total, en su yo ajedrecístico, de todo lo que ha sido acumulado por el propio jugador y por sus colegas y oponentes de fuerza similar, tanto en lo que se refiere a la teoría y la práctica del ajedrez, como en la transformación de todo ello en nuestros principios universales.
(En este párrafo se ve la influencia de Rockhlin y del marxismo leninismo de la época a la manera de dialéctica, eso del gran estilo fue una expresión muy usada por pedagógos soviéticos de la primera etapa de la URSS, como lo cita la hija de Lev Vigotsky,. Elia Vigodskaya. Aquí hay que ver también un artículo de Torre publicado en una revista de Leningrado en 1926, que luego examinaremos).
Detrás de todo esto se encuentra la acumulación de nuestros poderes creativos interiores junto con una condición esencial: concebir cada juego no como una colección de variaciones mecánicas y de momentos aislados, sino más bien como un proceso integrado, unificado.
(Algunos ven el ajedrez como una serie de posiciones, otros como una cadena de jugadas. Torre parecía a veces analizar cada posición y evaluarla, luego elegir la jugada siguiente en base a las mejoras que traía a la posición, pero su aspiración era poder jugar “en cadena”, siguiendo un plan, pero eso fue por la influencia de su estudio del Manual de Ajedrez de Lasker, que le provocó algunas confusiones, y al que achacó, por el gran esfuerzo que hizo en su traducción del alemán, su posterior deterioro de salud. Sin embargo el propio Lasker hubiera aclarado algunas dudas de Torre con sus apuntes en “Victor se hace Maestro de Ajedrez”, texto que nunca conoció Don Carlos.)
Dilucidar la cuestión de si hemos elegido la “mejor” jugada, es relativamente irrelevante comparada con la cuestión de si el plan completo que hemos escogido para el ataque o para la defensa es en realidad el más lógico de acuerdo con la posición de las piezas sobre el tablero.
(Esta parte la quería cercenar del libro Rockhlin, pues no era totalmente acorde con lo expresado por los teóricos soviéticos, tanto del ajedrez, como fuera del ajedrez, donde el plan no tiene que seguir una lógica forzosa, sino debe intervenir nuestro sentido de la posición, intuición en pocas palabras, ya que en la lucha de conflictos a menudo hay tantas variables que existe un caos y no todo seguirá a la lógica, pues las paradojas existen y hay mucho que queda fuera del cálculo. No hay entonces un calificativo de más lógico. La objetividad puede ser en realidad producto de la subjetividad. Decir más lógico es como aceptar que hay un juez que lo establece. Más lógico, ¿Para quién? ¿Desde que punto de vista?)
El desarrollo de un jugador sin tal “sentido” de unidad en el juego, sin una comprensión clara de la integridad de un juego de ajedrez, no es desarrollo alguno.
(Otro párrafo que se salvó de milagro.)
Uno de los requerimientos de un desarrollo firme es la constante acumulación de conciencia, y esta es una de las supremas cualidades de todos los grandes maestros en el arte de ajedrez.
Conciencia, esto es, un control completo sobre uno mismo y sobre la situación circundante, una completa eliminación de toda barrera entre ideas objetivas y su ejecución, un conocimiento riguroso de uno mismo y el tomar en cuenta todas las posibilidades creativas que estén presentes en cada momento; todo esto constituye la esencia del estilo de juego del Campeón Mundial Capablanca.
(Suena muy bonito, pero inalcanzable. Aquí Torre parece más de finales del siglo XIX que de la segunda década del XX, que fue cuando lo escribió. No era de esperarse que se adelantara a las tesis de John Von Neumann o las paradojas de Bertrand Russell. Utilizar a Capablanca, jugador que forjó su intuición a través de un trabajo muy grande inicial para formar sus hábitos de razonamiento para jugar ajedrez, pero que en 1925 comenzaba a tender hacia cierta flojera derivada de la facilidad de sus éxitos, a la Sprezzatura, como diría Castiglione en su libro de “urbanidad”, suena, si me permiten, paradojico. Rockhlin le anota un comentario a Torre: “Capablanca sigue la regla de Castiglione, pero en realidad su gran nivel fue producto de un gran esfuerzo, pero que esconde por su gran vanidad, la regla de Castiglione es: Use en todo cierta casualidad que oculta la habilidad y dé la impresión de que lo que se hace y se dice se lleva a cabo sin esfuerzo y aun sin haber pensado en ello. Pero me parece bien que se elogie a un americano, pues usted y Capablanca prácticamente son compatriotas de un mismo continente y herederos de la cultura hispana en América”.)
En su juego podemos observar que todas las características a que nos hemos referido van unidas de la mano.
Ahora teniendo este ejemplo ante nuestros ojos, debemos empeñarnos en buscar que ningún movimiento se efectúe sin una clara comprensión y una completa conciencia de nuestros objetivos.
(Por favor, cuando juegue ajedrez, piense)
Aprendamos a librarnos de todos esos “ojalá” que este movimiento que hago traiga, por si mismo, la victoria, porque tal incertidumbre no podrá acarrear más que confusión y arrepentimiento en todo el juego.
(El ajedrez no es un juego de azar, aunque haya muchos que quieran demostrar lo contrario).
Propongámonos siempre estimar con claridad los porqués y los cómos de lo que juguemos; estemos siempre decididos a calcular y analizar con precisión la consecuencia final de cada variante antes de conducir nuestra mente a otra, y sólo después que hayamos valorado el plan correcto, debemos realizarlo sobre el tablero sin dudas.
(Parecería que Torre escribió el Piense como un Gran Maestro de Kotov, pero para ser honestos, una descripción similar de la elección de una jugada la hicieron Rockhlin y Duz Chotimirsky en un manual en 1924.)
No nos demos por satisfechos, nunca, con un sólo “ojalá” que nuestras jugadas puedan probarse las mejores, porque de otra manera simplemente detendremos nuestros progresos y caeremos en una red de estereotipos.
Un juego estereotipado nunca nos permitirá crear una verdadera obra de arte sobre el tablero, porque tal arte sólo viene como resultado de una profunda concepción realizada con armonía, economía y lógica.
(Aunque a Torre algunos lo quisieron poner al lado de los hipermodernos, tenía más de los clásicos, aunque deseaba imitar a Capablanca, que era, por decirlo así, un neo clásico).
Si nos proponemos dar libertad a nuestros poderes creativos interiores a nuestra conciencia y a nuestra voluntad, si levantamos un puente entre nuestro propio yo y la mano con la cual movemos las piezas sobre el tablero, entonces estaremos con seguridad sobre el verdadero camino de ágil desarrollo de nuestra habilidad ajedrecística.
(Esta forma de terminar el capítulo le agradó mucho a los redactores soviéticos, pues estaba muy de acuerdo con sus principios).
El libro de Torre después se compone de varias partidas que comenta en un estilo muy sobrio y escueto, a la manera de las que realizaba para “American Chess Bulletin” que contrasta enormemente con el escrito que antecede. Parecen dos personas diferentes. Tal vez las partidas las tenía ya comentadas y analizadas cuando surgió la idea del pequeño libro. Nadie puede aclarar esto. Incluso cuando Don Carlos analizaba partidas ante algunos de sus admiradores en México, allá por 1972, era muy escueto en sus comentarios y era difícil interrogarlo, pues sus respuestas eran muy monosilabicas. Pero el maestro Emilio Garduño, contemporaneo de Torre (nació en 1910, seis años después que Torre) si me hacía historias de algunas pláticas con Torre y comentaba que era expresivo y gustaba de comentarios con bastantes decoraciones y metáforas. Los rusos comentan en los diarios de 1925 que Torre era bromista y gustaba de hacer comentarios jocosos. En la película “Fiebre de Ajedrez·”, silente, rodada en 1925, se puede ver a un Torre muy sonriente, con cierta picardía en la expresión.
Una entrevista con Torre aparece publicada en inglés, impresa en la URSS, por parte de una organización de trabajadores comunistas norteamericanos y ahí Torre tiene algunas expresiones agudas sobre la situación de los Estados Unidos en 1925, años antes del “crack”. Pero eso será ya otra historia.
En la próxima, hablaremos del “Salieri” de Carlos Torre Repetto.
19 mar 2008
Una Exégesis del Gran Maestro Carlos Torre.
A 30 años de la muerte del GM Carlos Torre Repetto.
19 de marzo de 2008.
En 1926, durante los meses en que el GM Torre visitó la URSS, a menos de diez años de la creación de ese nuevo Estado, surgió la iniciativa de que dejará plasmadas algunas palabras en un pequeño libro, que resumiese su ideario. Aunque se dice que este libro, redactado en ruso, tuvo un aporte limitado de Torre, según las memorias de su coautor, el maestro soviético Rockhlin, más del 80% del libro es original palabra por palabra del maestro mexicano, con una traducción al ruso lo más literal aceptable. Como hace notar Rockhlin, Torre no era un inexperto en escribir textos, pues era redactor principal de la revista norteamericana de ajedrez más importante de la época: “The American Chess Bulletin”. Además, durante su estancia en la URSS había leído numerosos textos traducidos del ruso al inglés sobre la ideología marxista y comparaba dichas traducciones con los originales rusos, haciendo interesantes observaciones sobre la precisión de las traducciones.
Curiosamente el pequeño librillo de Torre también sufrió en las diversas traducciones y algunos conceptos han quedado difíciles de interpretar. Sólo dos cuartillas escritas por la propia mano de Torre en inglés quedan del trabajo original que el maestro mexicano entregó a los traductores y correctores soviéticos. Dos cuartillas con muchas notas al calce de Rockhlin, lo que hace aún más difícil definir la verdadera intención de las palabras del insigne gran maestro.
También hay que apuntar que varias frases de las firmadas por Torre en el libro se parecen sospechosamente a las vertidas por Rockhlin en uno de sus primeros libros editados un año antes, además de que vuelven a repetirse en trabajos posteriores sin especificar que fuesen citas del libro de Torre.
Pero supongamos que los rusos ávidos de que un simpatizante proveniente de América con tanto nivel ajedrecístico dejase un testimonio que fuera prueba palpable de que la Unión Soviética era promotora de cultura y daba oportunidad a los jóvenes autores de expresarse, se aseguraron que la obra fuese de calidad al poner de colaborador de Torre a un redactor soviético ya de prestigio cimentado.
Todo lo que Torre plasma en su librillo es de gran valor para los lectores de todos los tiempos, pero para el lector moderno a veces se le hacen cansadas algunas frases elegantes que en ocasiones dejan ocultas algunas facetas importantes a los lectores de épocas posteriores, ya desprovistas de formulas complicadas del lenguaje y que tienden a expresar las ideas de manera llana y simple, que no se oculta ni a los habituales lectores ni a los poco frecuentes visitadores de los libros.
La primera parte del libro del GM Carlos Torre ha sido considerada tan importante por entrenadores del siglo XXI que en algunas antologías de ajedrez publicadas en la Rusia actual se pública repetidamente.
En México se público el libro de Torre, traducido de la versión inglesa de 1926, una vez en 1927, otra en 1933, la tercera en 1985 por la SEP a iniciativa del GM Sisnieaga y la mía. Pero fue hasta 1998 que obtuve la versión completa original en ruso, que difería un mucho de la versión inglesa de 1926, por lo que la publiqué de nuevo en ese año, ya traducida directamente de la versión original rusa. En diciembre de 2006, en ocasión del Torneo Carlos Torre in Memoriam, la incluí en el sitio web del evento, lo mismo que en el boletín del torneo, dedicando la traducción al organizador de las recientes ediciones del Carlos Torre, así como de algunas ediciones, de la tercera en adelante, el Físico Alejandro Preve.
Ahora, a raíz de muchas consultas surgidas sobre la aclaración de algunas ideas expuestas, me atrevo a dar una particular interpretación de las palabras del maestro.
Pero si se toma que Torre escribía las ideas en inglés para que Rockhlin las redactara en ruso, y luego yo las pase al español, sin querer ir muy lejos de la traducción literal y del estilo de la época, además de que comparaba con la versión en español de 1933, que era traducción de la versión en inglés de los textos rusos, pues ya no se sabe si algún mal manejo de sintaxis o redacción cambiase alguna idea. Todavía recuerdo los problemas que causó una mala traducción en español del libro de Nimzovich “Mi Sistema” para entender la expresión “ataque restringido” cuando lo correcto era “ataque restringiendo”.
Por eso a veces hay que dar algunas posibilidades para mejor comprensión del lector, utilizando el método de cambio de algunas palabras y del orden de ellas.
Veamos una atrevida versión de esto se dijo, pero tal vez se quiso decir…
El Desarrollo de la Habilidad en Ajedrez
En primer lugar, entendamos claramente y aceptemos el hecho de que el ajedrez es ante todo un juego, pero un juego que exige del ajedrecista entusiasta serio una buena parte de su energía.
(El ajedrez es un juego, no un asunto de vida o muerte, pero si uno lo desea jugar bien, tiene que esforzarse razonando)
El ajedrez, como juego basado en nuestro juicio y en nuestra capacidad de razonamiento, no consiste solamente en un cierto complejo de procedimientos y de principios técnicos, sino que el juego de ajedrez está influido, en un grado extraordinariamente importante, por nuestras actitudes psicológicas, nuestra sensibilidad y nuestra voluntad.
(no es simplemente conocimiento aplicado ni ejercicio de razonamiento, sino que demanda nos involucremos tanto intelectual como emocionalmente y nuestros resultados serán consecuencia de nuestra personalidad)
En otras palabras, podemos examinar el proceso de desarrollo de nuestra habilidad ajedrecística no sólo como el hecho de perfeccionar simplemente nuestra técnica individual, sino también como algo de naturaleza psicológica, es decir, como el problema de la evolución de nuestra “esencia ajedrecística”.
(Queda claro que para mejorar en ajedrez, necesitamos mejorar en toda nuestra persona y nuestro desarrollo humano se traducirá en nuestro desempeño en ajedrez, como una expresión de nuestras virtudes y defectos)
Esta bifurcación (el desarrollo como persona y como jugador) comienza en el momento mismo en que estamos disputando a adquirir un conocimiento más profundo del ajedrez y, con este propósito, emprendemos la tarea de estudiar un manual de ajedrez.
(Comienza cuando nos involucramos en el ajedrez y deja de ser algo que no nos interesa, sino que ya nos infectamos de la “fiebre ajedrecística”).
Una vez que estamos familiarizados con las reglas generales del juego, así como su terminológia, con su historia y demás, inmediatamente nos ponemos con gran seriedad a estudiar una serie de partidas analizadas, cada una de las cuales tiene indudablemente un gran valor intrínseco que la convierte en un excelente ejemplo para el estudiante o para el principiante.
(Después de los rudimentos, pretendemos copiar las prácticas exitosas de los maestros, como se debe hacer en todas las disciplinas humanas).
Ciertamente no podemos negar que los cientos de variantes que podemos encontrar a través de las páginas de un libro de ajedrez, son extremadamente valiosas, tanto desde el punto de vista teórico como práctico y, sin embargo, el principiante no debiera someterse completamente a su fascinación.
(El copiar el modelo no debe ser obstáculo para trabajar en nosotros mismos y nuestra personal manera de jugar, nuestro enfoque propio, no ser cotorras que repiten todo lo que oyen, o monos que imitan, no actúan).
Recordemos que ni la adquisición de la habilidad necesaria para el manejo con éxito de la apertura, ni el aprendizaje de una serie de principios con los que nos orientamos a través de la fase final de la partida; pueden considerarse como un progreso verdadero en el desarrollo de nuestra habilidad en ajedrez, ya que un desarrollo sin armonía, sin crecimiento armónico de toda nuestra conciencia e ideas, nada significa o, en el mejor de los casos, significa muy poco.
(esto no necesita ninguna interpretación, está muy claro. Nada es asimilado por nuestro cerebro si no es trabajado por él, o sea no basta estudiar, hay que ejercitarse resolviendo problemas. Un músculo se desarrolla en la acción, no en la contemplación de otros accionando.)
Por supuesto, es muy significativo que un jugador sea muy diestro en las aperturas o en los finales, o digamos, que sea muy hábil para explotar los menores errores de sus oponentes, o que sea capaz de concebir combinaciones muy complicadas.
Todas estas cualidades individuales son, sobra decirlo, muy valiosas e inalienables, pero nada más.
(Aquí les da “el avión” a los lectores, pero está diciendo que sabios o artistas no valen de nada si no actúan y le ponen esfuerzo a cada partida).
El verdadero desarrollo comienza cuando podemos jugar cada partida con firmeza, esto es, igualmente bien y con igual fuerza en cada una de sus fases. Para nosotros no deben existir métodos aislados para jugar cada fase separadamente y de acuerdo con nuestras necesidades.
(En pocas palabras, uno debe mejorar en ajedrez y no en una de sus fases, además de que esas fases son divisiones arbitrarias de los autores de libros de ajedrez para darle un orden al estudio y facilitarlo, además de establecer cambios de actitud necesarios en el transcurso de la partida.)
Un juego de ajedrez es y debe ser considerado como una especie de conjunto armónico o una unidad que es igualmente importante en cada una de sus fases. Sólo cuando hemos alcanzado tal equilibrio podemos decir que jugamos ajedrez.
(Muy claro).
Ante esta conexión nuestra actitud hacia los libros de ajedrez debe ser de respeto, pero también de precaución, precaución en el sentido que no debemos ser hipnotizados, por así decirlo, por toda la riqueza encontrada en esos libros. Los libros no deben dominarnos; somos nosotros los que tenemos que aprender a dominarlos y para este propósito tenemos que demarcar un límite claro entre la memoria mecánica y la imaginación creativa.
(Seguramente advierte que no porque un autor haya logrado publicar su libro por eso sea bueno ya el libro. Hay mucha basura en las bibliotecas. No es nada más memorizar, es acopiar la información, interpretarla y tomar una decisión).
La memoria no debe ser más que una simple ayuda para desarrollar nuestras fuerzas creativas interiores.
(Se necesita conocer variados patrones de posiciones para saber que hacer, en lo general, con la posición que tenemos enfrente, pero cada posición tiene sus características especiales que pueden hacerla muy diferente del modelo general, por lo que los patrones son una guía, pero cada posición tiene su propia respuesta específica).
CONTINUARA.
19 de marzo de 2008.
En 1926, durante los meses en que el GM Torre visitó la URSS, a menos de diez años de la creación de ese nuevo Estado, surgió la iniciativa de que dejará plasmadas algunas palabras en un pequeño libro, que resumiese su ideario. Aunque se dice que este libro, redactado en ruso, tuvo un aporte limitado de Torre, según las memorias de su coautor, el maestro soviético Rockhlin, más del 80% del libro es original palabra por palabra del maestro mexicano, con una traducción al ruso lo más literal aceptable. Como hace notar Rockhlin, Torre no era un inexperto en escribir textos, pues era redactor principal de la revista norteamericana de ajedrez más importante de la época: “The American Chess Bulletin”. Además, durante su estancia en la URSS había leído numerosos textos traducidos del ruso al inglés sobre la ideología marxista y comparaba dichas traducciones con los originales rusos, haciendo interesantes observaciones sobre la precisión de las traducciones.
Curiosamente el pequeño librillo de Torre también sufrió en las diversas traducciones y algunos conceptos han quedado difíciles de interpretar. Sólo dos cuartillas escritas por la propia mano de Torre en inglés quedan del trabajo original que el maestro mexicano entregó a los traductores y correctores soviéticos. Dos cuartillas con muchas notas al calce de Rockhlin, lo que hace aún más difícil definir la verdadera intención de las palabras del insigne gran maestro.
También hay que apuntar que varias frases de las firmadas por Torre en el libro se parecen sospechosamente a las vertidas por Rockhlin en uno de sus primeros libros editados un año antes, además de que vuelven a repetirse en trabajos posteriores sin especificar que fuesen citas del libro de Torre.
Pero supongamos que los rusos ávidos de que un simpatizante proveniente de América con tanto nivel ajedrecístico dejase un testimonio que fuera prueba palpable de que la Unión Soviética era promotora de cultura y daba oportunidad a los jóvenes autores de expresarse, se aseguraron que la obra fuese de calidad al poner de colaborador de Torre a un redactor soviético ya de prestigio cimentado.
Todo lo que Torre plasma en su librillo es de gran valor para los lectores de todos los tiempos, pero para el lector moderno a veces se le hacen cansadas algunas frases elegantes que en ocasiones dejan ocultas algunas facetas importantes a los lectores de épocas posteriores, ya desprovistas de formulas complicadas del lenguaje y que tienden a expresar las ideas de manera llana y simple, que no se oculta ni a los habituales lectores ni a los poco frecuentes visitadores de los libros.
La primera parte del libro del GM Carlos Torre ha sido considerada tan importante por entrenadores del siglo XXI que en algunas antologías de ajedrez publicadas en la Rusia actual se pública repetidamente.
En México se público el libro de Torre, traducido de la versión inglesa de 1926, una vez en 1927, otra en 1933, la tercera en 1985 por la SEP a iniciativa del GM Sisnieaga y la mía. Pero fue hasta 1998 que obtuve la versión completa original en ruso, que difería un mucho de la versión inglesa de 1926, por lo que la publiqué de nuevo en ese año, ya traducida directamente de la versión original rusa. En diciembre de 2006, en ocasión del Torneo Carlos Torre in Memoriam, la incluí en el sitio web del evento, lo mismo que en el boletín del torneo, dedicando la traducción al organizador de las recientes ediciones del Carlos Torre, así como de algunas ediciones, de la tercera en adelante, el Físico Alejandro Preve.
Ahora, a raíz de muchas consultas surgidas sobre la aclaración de algunas ideas expuestas, me atrevo a dar una particular interpretación de las palabras del maestro.
Pero si se toma que Torre escribía las ideas en inglés para que Rockhlin las redactara en ruso, y luego yo las pase al español, sin querer ir muy lejos de la traducción literal y del estilo de la época, además de que comparaba con la versión en español de 1933, que era traducción de la versión en inglés de los textos rusos, pues ya no se sabe si algún mal manejo de sintaxis o redacción cambiase alguna idea. Todavía recuerdo los problemas que causó una mala traducción en español del libro de Nimzovich “Mi Sistema” para entender la expresión “ataque restringido” cuando lo correcto era “ataque restringiendo”.
Por eso a veces hay que dar algunas posibilidades para mejor comprensión del lector, utilizando el método de cambio de algunas palabras y del orden de ellas.
Veamos una atrevida versión de esto se dijo, pero tal vez se quiso decir…
El Desarrollo de la Habilidad en Ajedrez
En primer lugar, entendamos claramente y aceptemos el hecho de que el ajedrez es ante todo un juego, pero un juego que exige del ajedrecista entusiasta serio una buena parte de su energía.
(El ajedrez es un juego, no un asunto de vida o muerte, pero si uno lo desea jugar bien, tiene que esforzarse razonando)
El ajedrez, como juego basado en nuestro juicio y en nuestra capacidad de razonamiento, no consiste solamente en un cierto complejo de procedimientos y de principios técnicos, sino que el juego de ajedrez está influido, en un grado extraordinariamente importante, por nuestras actitudes psicológicas, nuestra sensibilidad y nuestra voluntad.
(no es simplemente conocimiento aplicado ni ejercicio de razonamiento, sino que demanda nos involucremos tanto intelectual como emocionalmente y nuestros resultados serán consecuencia de nuestra personalidad)
En otras palabras, podemos examinar el proceso de desarrollo de nuestra habilidad ajedrecística no sólo como el hecho de perfeccionar simplemente nuestra técnica individual, sino también como algo de naturaleza psicológica, es decir, como el problema de la evolución de nuestra “esencia ajedrecística”.
(Queda claro que para mejorar en ajedrez, necesitamos mejorar en toda nuestra persona y nuestro desarrollo humano se traducirá en nuestro desempeño en ajedrez, como una expresión de nuestras virtudes y defectos)
Esta bifurcación (el desarrollo como persona y como jugador) comienza en el momento mismo en que estamos disputando a adquirir un conocimiento más profundo del ajedrez y, con este propósito, emprendemos la tarea de estudiar un manual de ajedrez.
(Comienza cuando nos involucramos en el ajedrez y deja de ser algo que no nos interesa, sino que ya nos infectamos de la “fiebre ajedrecística”).
Una vez que estamos familiarizados con las reglas generales del juego, así como su terminológia, con su historia y demás, inmediatamente nos ponemos con gran seriedad a estudiar una serie de partidas analizadas, cada una de las cuales tiene indudablemente un gran valor intrínseco que la convierte en un excelente ejemplo para el estudiante o para el principiante.
(Después de los rudimentos, pretendemos copiar las prácticas exitosas de los maestros, como se debe hacer en todas las disciplinas humanas).
Ciertamente no podemos negar que los cientos de variantes que podemos encontrar a través de las páginas de un libro de ajedrez, son extremadamente valiosas, tanto desde el punto de vista teórico como práctico y, sin embargo, el principiante no debiera someterse completamente a su fascinación.
(El copiar el modelo no debe ser obstáculo para trabajar en nosotros mismos y nuestra personal manera de jugar, nuestro enfoque propio, no ser cotorras que repiten todo lo que oyen, o monos que imitan, no actúan).
Recordemos que ni la adquisición de la habilidad necesaria para el manejo con éxito de la apertura, ni el aprendizaje de una serie de principios con los que nos orientamos a través de la fase final de la partida; pueden considerarse como un progreso verdadero en el desarrollo de nuestra habilidad en ajedrez, ya que un desarrollo sin armonía, sin crecimiento armónico de toda nuestra conciencia e ideas, nada significa o, en el mejor de los casos, significa muy poco.
(esto no necesita ninguna interpretación, está muy claro. Nada es asimilado por nuestro cerebro si no es trabajado por él, o sea no basta estudiar, hay que ejercitarse resolviendo problemas. Un músculo se desarrolla en la acción, no en la contemplación de otros accionando.)
Por supuesto, es muy significativo que un jugador sea muy diestro en las aperturas o en los finales, o digamos, que sea muy hábil para explotar los menores errores de sus oponentes, o que sea capaz de concebir combinaciones muy complicadas.
Todas estas cualidades individuales son, sobra decirlo, muy valiosas e inalienables, pero nada más.
(Aquí les da “el avión” a los lectores, pero está diciendo que sabios o artistas no valen de nada si no actúan y le ponen esfuerzo a cada partida).
El verdadero desarrollo comienza cuando podemos jugar cada partida con firmeza, esto es, igualmente bien y con igual fuerza en cada una de sus fases. Para nosotros no deben existir métodos aislados para jugar cada fase separadamente y de acuerdo con nuestras necesidades.
(En pocas palabras, uno debe mejorar en ajedrez y no en una de sus fases, además de que esas fases son divisiones arbitrarias de los autores de libros de ajedrez para darle un orden al estudio y facilitarlo, además de establecer cambios de actitud necesarios en el transcurso de la partida.)
Un juego de ajedrez es y debe ser considerado como una especie de conjunto armónico o una unidad que es igualmente importante en cada una de sus fases. Sólo cuando hemos alcanzado tal equilibrio podemos decir que jugamos ajedrez.
(Muy claro).
Ante esta conexión nuestra actitud hacia los libros de ajedrez debe ser de respeto, pero también de precaución, precaución en el sentido que no debemos ser hipnotizados, por así decirlo, por toda la riqueza encontrada en esos libros. Los libros no deben dominarnos; somos nosotros los que tenemos que aprender a dominarlos y para este propósito tenemos que demarcar un límite claro entre la memoria mecánica y la imaginación creativa.
(Seguramente advierte que no porque un autor haya logrado publicar su libro por eso sea bueno ya el libro. Hay mucha basura en las bibliotecas. No es nada más memorizar, es acopiar la información, interpretarla y tomar una decisión).
La memoria no debe ser más que una simple ayuda para desarrollar nuestras fuerzas creativas interiores.
(Se necesita conocer variados patrones de posiciones para saber que hacer, en lo general, con la posición que tenemos enfrente, pero cada posición tiene sus características especiales que pueden hacerla muy diferente del modelo general, por lo que los patrones son una guía, pero cada posición tiene su propia respuesta específica).
CONTINUARA.
1 mar 2008
Vigilando la Internet
El Boletin 24 se ha retrasado por muy diversas causas: pocos suscriptores, muchos torneos y una reestructuración que planeo de este blog y del boletin.
Han aparecido ya en Internet muchos datos de gastos de algunos torneos y ya salen a relucir como y quien hace el uso del dinero del ajedrez.
Tambien ha habido una afluencia enorme de informacion y no es fácil ver que es lo que hay que difundir.
Asi que hay mucho que observar en ajedrez en Internet y que es necesario clasificar y examinar. Asi que veremos.
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