28 abr 2009

Un misterio planteado por Geoff Colvin


En el libro de Geoff Colvin, “Se sobrestima el talento”, podemos encontrar los siguientes planteamientos: Hay dos historias interesantes en el mundo de los negocios de las grandes empresas. Son las de Jeffrey Immelt y de Steven Ballmer, quienes antes de llegar a la edad de cincuenta años se convirtieron en los directivos principales (CEO) de las dos corporaciones mas valiosos del mundo: General Electric y Microsoft. Contrario a lo que cualquier persona razonable hubiese esperado cuando ellos eran nuevos reclutas en sus respectivas empresas, alcanzaron el máximo nivel de logro corporativo. La pregunta obvia es ¿Cómo?
¿Fue su talento? Si así fuese sería extraño que este no se hubiese revelado en los primeros veintidós años de sus vidas. ¿Fue su cerebro? Los dos eran listos, pero no habían mostrado evidencia de ser más listos que miles de sus condiscípulos o colegas. ¿Fueron montañas de trabajo duro? Ciertamente no hasta ese punto?
Y aún así llegaron a grandes alturas. Lo cual lleva a la pregunta, ¿si no fue a causa de lo que normalmente pensamos que pudiese ser, que fue?
Es una cuestión a resolver que nos intriga no nada más sobre la vida de Immelt y Ballmer, sino sobre la nuestra propia.
Observemos a nuestros amigos, compañeros de trabajo o las personas que encontramos cuando vamos a una tienda o a una fiesta.
¿Cómo pasan sus días? La mayoría trabaja y hacen otras muchas cosas como practicar un deporte, tocar un instrumento, hobbies, etc. Ahora pregúntese honestamente, ¿Qué tan bien hacen lo que hacen?
Lo hacen más o menos bien. No tan mal para que los corran del trabajo, sino lo suficiente para que muy de vez en cuando los promuevan. Digamos que lo hacen lo suficiente como para seguirlo haciendo. En su deporte o hobbie se desenvuelven lo suficientemente aceptable para divertirse haciéndolo.
Las probabilidades son escasas de que cerca de usted haya alguien que haga algo de manera muy sobresaliente, de muy alto nivel mundial de excelencia.
¿Porqué no manejan negocios como Jack Welch, Carlos Slim, o juegan golf como Tiger Woods o tocan el violín como Itzhak Perlman, o juegan ajedrez como Judith Polgar?
Muchos de nuestros vecinos son esforzados y hacen diligentemente su trabajo. Algunos lo han realizado por mucho tiempo, veinte, treinta o cuarenta años, con gran experiencia. ¿Por qué eso no basta para que se desempeñen excelentemente?
El misterio es más grande si tomamos en cuenta que la mayoría hacen su trabajo muy poco mejor que cuando empezaron a hacerlo. Es decir, se han realizado estudios que demuestran que la mayoría de trabajadores realizan tras diez años de experiencia su trabajo sólo un 20% mejor que cuando comenzaron.
Hay cientos de ajedrecistas que juegan, tras 10 años de participar en torneos, solo unos 150 puntos de rating más que cuando sólo tenían 2 años de experiencia. O sea que en ocho años, solo mejoraron un 20% su juego.
Ocasionalmente hay casos de personas que se vuelven peores, es decir, tienen peores desempeños conforme tienen más experiencia. Dice Colvin que los médicos más experimentados sacan mas bajas calificaciones en las pruebas de conocimiento médico que los médicos menos experimentados, los médicos generales también se vuelven menos hábiles en el diagnóstico de sonidos del corazón y en rayos X con el tiempo. Los auditores se vuelven con el tiempo menos hábiles en ciertos tipos de evaluaciones.
Estos hechos hacen más obscuro, más difícil de resolver, el misterio del alto desempeño.
Cuando se les pregunta a los que son excelentes en alguna área, incluyendo el ajedrez, como lo hacen, ellos tienen dos respuestas comunes: La primera es trabajo duro, son extremadamente buenos porque trabajan muy duro. Por eso le decimos a los niños: ¡Hay que trabajar mucho! La segunda respuesta, es opuesta a la primera, pero Colvin la pone más hermosa citando a la Odisea de
Homero.
“Llamen al inspirado bardo
Demodocus. Dios le ha dado al hombre el don de la canción.”

O como decía el querido Raúl “Ratón” Macías. “Todo se lo debo a la virgencita de Guadalupe” (aunque también decía “Todo se lo debo a mi manager y a la virgencita de Guadalupe, tomen nota).
En el siglo XX y el XXI hemos cambiado nuestra opinión sobre muchas cosas, pero en lo que respecta a los grandes logros de los “excelentes”, no mucho, como en el caso de Demodocus, lo atribuimos a dones de Dios.
Bueno, desde un punto de vista objetivo general, cualquier cosa buena es don de Dios, y lo malo es el errar de humanos, el uso disparatado de nuestro libre albedrío.
Pero aterrizando la cuestión, no podemos conformarnos con eso. Nos gusta más eso de a Dios rezando y con el mazo dando.
Así que además de lo del don de Dios, necesitamos otra explicación, pues si todos somos hijos de Dios, todos tenemos más o menos los mismos dones, así que ¿Qué hace la diferencia entre los grandes desempeñadores y los pobres mortales comunes?
A veces nos damos la explicación de Colón. Los “excelentes” tuvieron la buena fortuna de descubrir su don, usualmente a temprana edad, “Descubrieron su América”. Pero eso contradice la respuesta uno, la del trabajo duro.
La explicación del don revelado, explicaría por que hay pocos que logren gran desempeño, pues Dios no da esos dones a muchos.
¿Entonces, no hay justicia divina? Hay muchos rusos ateos que tienen gran don para jugar ajedrez, o más bien, tienen gran desempeño, y si este es causado por el don, por el talento, ¿porque les da Dios a esos ateos ese talento y no a un buen cristiano como yo?
Tal respuesta tiene una gran ventaja, nos libera a los mediocres de toda culpa.
Pero creo el misterio sigue vigente. Habrá que ver que escribió Armor también.
Veremos …

¿Talento o Trabajo duro?


Ya anteriormente en www.inforchess.com comenté brevemente el libro de Geoff Colvin, Editor senior de “Fortune”, titulado “Se sobrestima el talento”, así como otro artículo relacionado aparecido en Harvard Business Review sobre las opiniones de una de las mejores coreógrafas del mundo. Luego de que leí el libro de Colvin y lo comenté en Internet, cayó a mis manos otro libro denominado: “Maximizando la Inteligencia” de David J. Armor, editado en 2003, pero que no había yo tenido oportunidad antes de conocer.
El libro de Colvin comienza con una frase francamente provocadora: “El gran desempeño es más valioso que nunca, pero, ¿De donde proviene?”. Mientras que el de Armor comienza diciendo que el principal objetivo de ese libro era investigar si la inteligencia de los niños podía ser elevada por acciones intencionales de los padres u otras personas dedicadas durante sus años de desarrollo. Adelantando que para contestar esta pregunta principal había que responder varias cuestiones relacionadas, como: ¿Puede la inteligencia ser cambiada, y si es así, que tanto? ¿La oportuno de las acciones hacen la diferencia sobre que tanta inteligencia puede elevarse?, ¿Qué tipos de personas dedicadas pueden tener impacto mayor y en particular que tan importantes son los impactos de los padres versus el impacto de programas formales de educación? ¿Existen programas específicos o políticas que refuercen el proceso de elevar la inteligencia de los niños?
Es fácil comprender que los temas tratados por ambos libros son de la máxima importancia para aquellos que pretenden entrenar a personas para que mejoren su desempeño, tanto en ajedrez como en cualquier otra area.
Ya también en diversos artículos comente los trabajos de De Groot sobre la medición de I.Q. (Coeficiente de Inteligencia) y sus aspectos positivos y negativos, incluyendo los comentarios de De Groot sobre su temor de que sus investigaciones fueran usados para fines negativos. En esto no puedo dejar de pensar en el físico Leo Szilard, el de la expresión “reacción en cadena”, que lamentaba el uso que se había dado a sus investigaciones y a las de sus colegas que derivaron en la terrible bomba atómica. Pero tomando mis precauciones examine ávido el libro de Armor, siempre pendiente del cuidado con que hay que leer todo libro técnico que trata sobre el famoso “I.Q.”.
Es natural, por otro lado, que me llamase más la atención el libro de Colvin, ya que, entre los personajes seleccionados para su estudio de altos desempeños y sus raíces, estaba nada menos que la familia Polgar, principalmente Lazlo Polgar, una verdadera personalidad a estudiar por todo aquel que se interese en temas de educación.
Los dos libros hablan de mediciones, con sus parámetros y sus paradigmas. Aún recuerdo un comentario sustentado por el rector de la Universidad de Buenos Aires, cuando el periodista Andrés Oppenheimer le preguntaba sino le llamaba la atención que solo tres universidades latinoamericanas estaban catalogadas entre las mejores 200 del mundo, siendo que algunos países, como México, estaban considerados entre las 20 economías más importantes del planeta, mientras que la UNAM, la mejor universidad mexicana, apenas se colocaba en el número 150.
El rector de la UBA expreso que dependía de para que y con que se medía eso, pues algunos parámetros no eran de reconocimiento universal, sino de dudoso valor. El rector mexicano Rangel del Tecnológico de Monterrey también cuestionó los paradigmas, diciendo que la medición de que hablaba Oppenheimer respondía a un modelo de universidad que no era el que buscaban muchas universidades latinoamericanas.
Tal vez la “inteligencia” que quiere medir Armor no sea lo mismo que entienden muchos, mucho menos los entrenadores de ajedrez.
Aún así el libro de Armor orienta como diseñar una serie de parámetros para poder evaluar a los estudiantes del ajedrez y ver si realmente podemos ayudarles a mejorar significativamente.
Colvin llega en su conclusión que los dos factores determinantes que hicieron que sus personajes estudiados alcanzasen grados de excelencia en su desempeño o rendimiento fueron: La práctica deliberada bien sistematizada y fuerte y el apoyo de padres o tutores, o como diríamos en ajedrez, entrenadores. El talento era lo de menos. Aunque como exprese en otro escrito en este blog, la capacidad de trabajo duro puede considerarse como una faceta del talento. Si decimos que el trabajo duro es 90% del éxito y el talento es sólo un 10%, debemos considerar que sin talento para trabajar duro no hay trabajo duro. Claro que tanto el talento “natural” como el talento para trabajar duro, considero que ambos se pueden elevar. El talento para trabajar duro se aumenta con motivación, una motivación bien construida en base a una autoestima que padres y maestros pueden construir en base al amor incondicional. El peor enemigo de la autoestima es el amor condicional, aquel que prepara a un niño a darle una elevada importancia a la crítica. Menos autoestima, mayor dificultad en la motivación. Y sin motivación, no hay trabajo duro.
Armor da valor menor al real al papel de los padres y parientes con su amor incondicional en la construcción de la autoestima que permite la motivación para el trabajo duro.
Para Covin, hubiera sido interesante, aparte de estudiar el caso de la familia Polgar, investigar la vida de Spassky, Fischer, además de Kasparov y por otro lado Tahl, Capablanca y Alekhine. Se hubiera encontrado en el primer grupo a tres personas que contaron con un gran amor incondicional de una madre sola que vivía para su hijo con la convicción de que tenía grandes posibilidades en lograr un gran sueño, pero que en etapas claves de su desarrollo contaron con una figura de un entrenador, que más que enseñarles ajedrez les dieron un modelo masculino pero de gran calidez. Zak para Spassky, Collins primero y Rossolimo después para Fischer y Nikitin para Kasparov, además de la figura paradigmática de Botvinnik después. En el segundo grupo, el Dr. Tahl, de mano severa pero de excesivo amor ante un hijo que naciese con un defecto físico en una época en que el país natal sufría presiones que prometían tiempos negros durante la primera infancia de su pequeño; luego el del padre de Capablanca, militar nativo de Cuba, con un uniforme español en un país que se emancipaba y que tenía futuro incierto, con un amor incondicional a su hijo que desde muy niño brillaba como una estrella; y finalmente Alekhine, en quien se combinaba el amor exigente, casi condicional, pero enorme de un padre, con el amor incondicional, casi fanático de una madre que en una edad en que era difícil aspirar a la maternidad, había logrado el sueño de procrear. Los tres del segundo grupo nacieron con una nacionalidad y murieron con otra, si bien la de Capablanca, nacido en provincia real de España, y por lo tanto español, no habría duda de su cubanía jamás, a pesar de morir lejos, como los otros dos, de su lugar de nacimiento.
De esos casos, más que el talento, el factor fue el amor incondicional de sus padres y la gran autoestima creada en ellos que posibilitó el trabajo duro. A veces me parece un poco dolosa la opinión de que Capablanca no trabajo duro en su ajedrez. Muchos testigos de su juventud afirman lo contrario. Incluso Nimzovich menciona en sus libros que el cubano analizó cientos de finales para dominar la técnica. Ni que decir de Tahl y Alekhine, que vivían para el ajedrez y se olvidaban de si mismos.
Sobre los libros de Colvin y Armor, se necesita comentar aún mucho, por lo que más tarde retomaré el tema, ya que me parece de importancia fundamental para todo el que se considere entrenador o coaprendiz.

27 abr 2009

Serie “Platícame un libro de ajedrez” y Curso nuevo

Para quienes quieran aprovechar el tiempo que la Olimpiada Nacional se retrasa, pregunten por la serie "Platicame un libro de ajedrez" y el "Curso Breve" a chesscom@hotmail.com

23 abr 2009

El ajedrez no es un asunto de información, sino de comprensión.


El GM Marcel Sisniega gustaba de hacer la aclaración: El ajedrez hay que comprenderlo. Uno se convierte en maestro mejorando gradualmente su juego. Se sube de nivel en nivel, y cada nivel puede requerir un poco más de información, e incluso un tipo ligeramente distinto de información. Muchos jugadores se quedan estancados en un cierto nivel y tienen dificultades para avanzar porque tienen demasiada información en sus cabezas. Están confusos. Recuerde que en el ajedrez lo importante es saber aplicar lo que se sabe, no absorber información sin más. Recomiendo revisar, en este mismo blog, el artículo sobre la Teoría del Quiantum en Ajedrez.
Hay más de cuatrocientos libros que se consideran notables e imprescindibles en ajedrez. ¿Pero es necesario leerlos todos? Ahora que es posible bajar de Internet más de 6000 libros de ajedrez y leer libros que antes era muy difícil conseguirlos por ser de tirajes limitados y se necesitaba poseer una fortuna para adquirirlos, uno debe cuidarse de atiborrarse de información. Si bien es clave saber navegar en Internet para tener acceso a la extensa bibliografía de ajedrez en la red, también hay que desarrollar el olfato para escoger los libros fuente.
Lasker cierta vez escribió que había jugado al ajedrez toda su vida, y que durante los 25 últimos años había intentado olvidar la mayor parte de la información adquirida. Sabía que le perjudicaba más de lo que le ayudaba. (lo importante es adquirir técnicas, métodos y los hábitos de emplearlos).
Uno debe limitar el número de libros que estudiará durante el proceso de convertirse en un maestro. Reconfirmo mi convicción de que cuando uno no es un maestro, su nombre es táctica, su apellido táctica y su apodo táctica. Entonces los libros para desarrollar el sentido táctico, para realizar los ejercicios tácticos son los esenciales. No se necesitan muchos: unos veinte son suficientes. Las revistas están bien, sobre todo las que tienen secciones con posiciones a resolver. Hay decenas de sitios en Internet con tales secciones de táctica. Con respecto a los programas y grandes bases de datos, hay que comprender que nadie necesita dos millones de partidas.
Habrá que conocer muy bien no más de 300 partidas, pero hay que analizar las propias totalmente y tener un acervo de partidas modelo de grandes maestros para tener las referencias a estudiar para corregir las deficiencias.
Dvoretsky ha recopilado cientos de posiciones y partidas instructivas para ilustrar puntos de conocimiento y desarrolladoras de habilidades. Una vez me “pasaron” una copia de su “archivo secreto” y me sirvió mucho para estructurar mis clases, además de darme ideas de cómo recopilarlas, quise simplificar y hacer una base de partidas “clave”. Me quedaron como 3000, pero como entrenador requería tratar muchos tipos diferentes de jugadores, pero cuando hice la selección para un tipo de jugador, llegue a la conclusión que no pasan de 300 las partidas que hay que mostrar a mis estudiantes para dar una información muy completa. La clave es motivarlo a trabajar y darle el material estrictamente necesario.
El ajedrez es un juego de aplicación, no de absorción. Sólo se puede hacer un movimiento por turno, así que hay que hacer las cosas de la manera más simple.

Escribir para ahorrar tiempo.

Escribir una Bitácora. Llevar un diario de todo lo hecho para poder estimar lo que se ha hecho bien y donde apretar, donde reforzar nuestras acciones ¡Organizarse! Lleve un registro de sus tareas. Sólo toma unos minutos escribir unas pocas palabras sobre lo que se ha hecho en una tarde. Después de unos pocos meses podrás mirar atrás y ver lo que está funcionando y lo que no. Escribir es importante.
Escribir metas y objetivos.
Escribir planes de trabajo.
Escribir lo que se ha hecho.
Escribir nuestras observaciones a lo planeado y lo hecho.
Escribir comentarios a nuestras propias partidas es de lo más importante.
Escribir nuestro plan diario de trabajo cada mañana o la noche anterior.
Steinitz dijo que era mejor trabajar una hora al día durante seis días que seis horas en un solo día y nada los otros cinco. Tenía razón. Crearse un plan de estudio y entrenamiento e intentar seguirlo es lo que puede dar orden a nuestra labor y es lo que mejores resultados da.
Sugieren los especialistas soviéticos sesiones de entrenamiento no inferiores a dos horas, y preferiblemente cuando se esté cansado.
Los consejos de los libros de “Estudio Dirigido” son muy útiles para el ajedrez también, pues este es tan complejo y tan sencillo como una disciplina académica. Concentrarse es difícil es difícil cuando no se tiene mucha energía. Hay que intentar estudiar en un sitio tranquilo, sin la televisión. Escuchar música suave es una buena idea, pero nada de ruido: el cerebro asimilará mucho más cuando se preste atención a esto. Algunos dicen que la música de Mozart pone mejor a tono nuestro cerebro para aprender y estudiar.

Dialogo de preguntas y respuestas


En este blog publicaré extractos del libro “Desarrollo humano y ajedrez”

Cómo convertirse en maestro
¿Puede todo el mundo convertirse en maestro?
Sí, incluso jugadores que pensaban todos que no tenían posibilidades lo han conseguido. El secreto es afrontar las prioridades personales. La primera gran pregunta que uno debe hacerse si quiere ser maestro no es ¿cuánto tiempo me llevará?, sino ¿por qué quiero serlo? Si no puede uno responder la pregunta de forma convincente, es mejor que no inicie tal camino. El ajedrez es hermoso a cualquier nivel de competencia, es útil para nuestro desarrollo integral como persona, no necesariamente quienes lo juegan a nivel magistral lo disfrutan más. Pero si uno puede responder esas preguntas, y si tiene buenas razones para intentar conseguirlo, entonces hay que ir tras esa meta con decisión y entrega. En el proceso de convertirse en maestro importa más la fuerza de carácter que el talento o el nivel de juego con que se inicie. Tampoco la edad es un factor determinante. La clave esta en: Motivación, voluntad, disciplina y perseverancia.
Convertirse en maestro tiene que ser importante para uno mismo; de otra manera, sólo se estará perdiendo el tiempo. El hacerse maestro es un recorrido duro, un camino del Guerrero Pacífico, un Bushido. El camino hacia la maestría tiene muchas curvas y baches, obstáculos recurrentes, es como cortar la hidra de las mil cabezas, uno vence una deficiencia y pronto revive y caemos en los mismos errores una y otra vez. Si no tiene ganas de trabajar duro, no lo conseguirá. Ser capaz de trabajar duro es más importante que el talento.
La segunda gran pregunta: "cuánto tiempo" tiene una única respuesta honesta: uno mismo sabrá cuando haya llegado al final de ese camino.

Cumpleaños 25 de la Campeona Mundial


Hoy cumple 25 años la GM Alexandra Kosteniuk, Campeona mundial de ajedrez

Causa y Efecto; el ajedrez y el tenis de mesa, mundos unidos por la Intuición.


Por MI Raúl Ocampo Vargas.

Cuando se habla del ajedrez, la idea común es la de personas reflexivas que lentamente toman decisiones, en que los sucesos tienen en el tiempo su propia medida, no corren minutos, sino jugadas, desafiando las fórmulas de Einstein, o más bien confirmando la idea de que hay cosas que tienen su tiempo relativo y no pueden enmarcarse en el tiempo real.
Pero en el ajedrez de competencia que pretende volverse de espectáculo y de emoción, los nuevos caballeros de los torneos del siglo XXI juegan a velocidad, rebasando sus razonamientos la celeridad que le brindan las manos. Ya no la vista, el pensamiento, es más rápido que las manos. Juegan en un pequeño tablero pero gracias al Internet pueden ser observados por millones de espectadores en todo el mundo al preciso momento en que las jugadas tienen lugar en ese pequeño marco de 64 casillas.
El tenis de mesa, se observa a una rapidez que parece hacer imposible notar que es lo que está pasando y a menudo, para hacer notorio lo artístico y lo hábil del lance, los que desean hacerlo espectáculo de audiencias numerosas buscan grabarlo en video y pasarlo con lentitud para que más personas sean capaces de apreciar lo sucedido.
En los torneos de ajedrez a menudo también se han grabado las partidas lentas para ser transmitidas a mayor velocidad para darle agilidad al espectáculo.
Ambas formulas no han resultado ser felices. Ni el ajedrez logró las grandes teleaudiencias con las grabaciones aceleradas, ni el tenis de mesa las logró con las grabaciones relentizadas.
Para el ajedrez la clave de oro fue el Internet con las partidas con límite extremo de tiempo, estilo “ping –pong”, en su denominación onomatopeyica.. Como si fuera tenis de mesa. Con transmisión a tiempo real y al alcance de millones de espectadores.
Para el tenis de mesa, no ha habido mejor camino que la participación directa y la observación en vivo. La idea de usar pelotas más lentas o técnicas en que se utiliza más el espacio fuera de la mesa, han tenido destellos de éxito, pero aun no halla su medio de comunicación ideal, como el ajedrez lo encontró en el Internet.
Ambos son juegos milenarios que Oriente compartió con Occidente y han logrado gran afición más en los países en desarrollo que en los grandes imperios industrializados.
Es curioso que en ambos logren la excelencia los jugadores chinos. A pesar de que la idea es que los herederos de la cultura milenaria de oriente son característicamente reflexivos, su gran velocidad en toma de decisiones y movilidad los han hecho destacar en el ajedrez rápido y en el tenis de mesa.
No es que no razonen, lo que pasa es que lo hacen a una velocidad destellante.
El cerebro es entrenado a dar la respuesta rápida. Es como si no fueran tras la pelota y la jugada de ajedrez, es como si ellas se pusieran al alcance de las manos del jugador.
Es la velocidad de la intuición. Es como si “adivinaran” en décimas de segundo, donde hay que colocarse, el jugador de tenis de mesa, o la pieza de ajedrez.
Percibir la causa y el efecto, adaptar todos los sentidos y el pensamiento a esa percepción y crear la reacción adecuada a una super velocidad.
Tanto para los entrenadores de ajedrez como para los de tenis de mesa la clave está en crear esa “intuición” en sus pupilos. El tener al dedillo las respuestas, para estar donde debía estar, el jugador de tenis de mesa y la pieza de ajedrez. La mano, hábilmente desarrollada, se encarga entonces de cumplir la orden cerebral, a la velocidad requerida en cada circunstancia.
Dos actividades tan aparentemente diferentes, se unen así por el sonido. Ping-Pong. Cuando dos jugadores de ajedrez rápido juegan, cuando dos jugadores de tenis de mesa lo hacen, el sonido es similar. Se hermanan estas dos actividades en lo externo, en el sonido, y en lo interno, la intuición. Se expresan las dos actividades ante el espectador en la rapidez de manos y en la tensión continua, la alerta constante.
A diferencia de otros deportes, los grandes espacios físicos no son factores que muestren la riqueza de expresión. En algo pequeño, como una mesa, surgen grandes cosas. Es, como dijera el poeta William Blake, el universo completo dentro de una brizna de polvo.
No se, con precisión, cuantos cálculos tiene que hacer el cerebro para deducir cual es la jugada precisa en un tablero de ajedrez, o cuantos cálculos tiene que elaborar para que una raqueta haga su labor en un lance de tenis de mesa; pero si se con exactitud la gran cantidad de operaciones que una computadora tiene que realizar para abrir una pequeña “ventana” en la pantalla de un ordenador. Entonces me es fácil asegurar que es un verdadero prodigio lo que el cerebro humano realiza en cada jugada de ajedrez o de tenis de mesa.
El continuo jugar ajedrez o tenis de mesa, brinda un entrenamiento demasiado valioso para la actuación del ser humano en la vida, como para no ser digno de la atención de educadores, pedagogos o formadores del desarrollo humano.
En una época en que la escasez de recursos y su optimización es un factor determinante ahora en que tan poco tiene que ser utilizado para bien de tantos, actividades tan económicas en necesidad de insumos y tan potencialmente benéficas para la mejora interna del ser humano, debieran ser priorizadas en la promoción entre niños y jóvenes. No por nada han mantenido el interés de la humanidad por tantos siglos.
Debiéramos hacer reflexión profunda en los aspectos de tan formidable fuente de beneficios de ambas actividades, muchas veces consideradas “patitos feos” de la esfera deportiva, y seguramente llegaríamos a la conclusión de que algo debemos hacer todos para que las generaciones venideras encuentren que las presentes no sufrimos de una ceguera incomprensible y supimos legarles una sociedad que reconoció sus valores.

(Artículo publicado en el primer número de la Revista “Causa y Efecto”, junio de 2008)

21 abr 2009

Nuevos Videos.


Se han producido nuevos videos, los siguientes ya están disponibles a partir de mayo de 2009.
Número muy limitado y precios variables, promedio 15 dólares cada uno.
En español:
Videos sobre partidas Nacional en Toluca 2009.
Capablanca, vida y partidas.
Mikhail Tal y su nuevo arte de analizar.
Medias Horas de Morphy.
Carlos Torre, del Capitalismo al Comunismo.
Fischer, una reapreciación.
En inglés:
Memorias del Entrenador Alexander Koblentz.
Fischer y Morphy, vidas paralelas.
En alemán:
Lasker, conferencias en la Universidad de Gotinga en 1931.
El ajedrez y el Nacional Socialismo.
En ruso:
La vida secreta del ajedrez en la era de Stalin.

Aun quedan unos pocos ejemplares de Historia Breve del ajedrez, aunque solo un par de colecciones completas.
Para finales de mayo estará lista la serie “Secretos del ajedrez soviético”, de doce videos. Preventa en $150 dólares la colección.

Comentar las propias partidas.


Una parte considerable del entrenamiento del ajedrez en la URSS se realizaba escribiendo comentarios a las partidas. Los mejores comentarios eran publicados en revistas y diarios pero ese no era el objetivo principal. Un jugador en desarrollo tiene que escribir comentarios a sus partidas para desarrollar el hábito de tener un enfoque auto crítico a su juego. Al identificar sus errores en el juego, el jugador podrá erradicarlos o disminuirlos más fácilmente.
Por eso los soviéticos requerían de sus jóvenes el comentar sus propias partidas en sus libretas de trabajo. No era importante que tales comentarios no llegasen a ser publicadas y fueran a quedar inéditas en las libretas. El hecho de que no se publicarán es incluso una ventaja ya que sus “críticas” pueden ser más severas. Botvinnik, Kotov y más recientemente Dolmatov expresaban que sus comentarios a sus partidas a menudo eran agudos y muy “crueles” consigo mismos. El chiste era encontrar las raíces del error.
La manera de comentar recibía clasificaciones por los entrenadores, como las siguientes:
Comentarios Descriptivos.
Comentarios Analíticos.
Comentarios Posicionales.
Comentarios Sintéticos.
Pero varios entrenadores diseñaron algoritmos muy detallados para efectuar buenos y útiles comentarios a las propias partidas y a las partidas ajenas.
Incluso en los instructivos de cómo realizar una sesión de clases de ajedrez se hacia una diferencia entre estudiar y comentar las propias partidas (fuentes directas) y las de otros jugadores (fuentes indirectas).
En la URSS para estimular el que los jóvenes comentasen con cuidado y esfuerzo partidas se organizaban concursos para premiar los mejores comentarios, en que participaban cientos de miles de jugadores disputándose importantes y atractivos premios. La primera competencia de ese tipo fue organizada en 1937, y luego la revista “Ajedrez en la URSS” publicaba posiciones a resolver y partidas a comentar dentro de una serie de concursos, ejemplo seguido por la famosa revista de Letonia, “Ajedrez” de Riga, que fuese fundada por el GM Mikhail Tal y continuada, hasta la desaparición de la URSS por el GM Gipslis.

El axioma de Victor Emanuelovich Kart, creador de Grandes Maestros.


El principal entrenador en Ucrania durante muchas décadas, profesor de los grandes maestros Beliavsky, Dorfman, Mikhailchisin, Romanischin y Marta Litinskaya, además de otra docena de grandes maestros de menos renombre, fue el Candidato a Maestro Nacional y Entrenador Emérito Victor Emanuelovich Kart. El tenía como axioma el siguiente:
“La principal faceta de nuestro trabajo es el desarrollo del carácter y el amor al trabajo duro. Sólo caracteres fuertes son capaces de producir resultados competitivos altos”.

Controversia en la India.


Una de las estrellas juveniles del ajedrez de la India estaba amenazado de ser suspendido un año por su Federación por no haber competido en el Campeonato Nacional de la India al decidir ganarse un jugoso premio en metálico en el Carlos Torre in Memoriam. No vamos a personalizar el caso, ni siquiera quiero mencionar nombres. No es el caso de ponerse de un lado o de otro, ya a favor del joven está el apoyo nada menos del Campeón Mundial Anand.
Tampoco se trata de añadir algo a las críticas con que frecuentemente se ataca a los federativos de prácticamente cualquier federación. Ya se dice que es raro entre los políticos del ajedrez acercarse siquiera al nivel de aceptación de los políticos de cualquier gobierno de cualquier país.
Quisiera mejor que eso, comentar lo que al respecto escribió el GM Alexander Alexandrovich Kotov sobre casos similares hace más de 30 años.
Dice Kotov:
“A través de muchos años he observado el mismo patrón en muchos países. Un joven jugador de talento progresa rápidamente al frente de los jugadores de punta de su país, gana el título nacional y va tras posteriores éxitos a nivel internacional. Se escribe sobre él, con entusiasmo, en los diarios, y las esperanzas más radiantes son expresadas al describirlo, con motes como ‘Nuestro Fischer’, o un ‘nuevo Karpov’. Esos comentarios no deben ser criticados con severidad, pues sólo reflejan los deseos secretos de los jugadores de ajedrez del país.
Pero los años pasan, y el talentoso jugador es maestro internacional y luego gran maestro internacional, y luego…se detiene. No se convierte en un nuevo Fischer o Karpov, ni siquiera llega a los primeros ocho para calificar a un torneo de candidatos, en cambio meramente figura en la mitad de los escuadrones de grandes maestros y pronto se convierte en una figura mas o menos entre los mejores trescientos del mundo.
¿Cuáles son las razones para que sucediese así? Primero que nada una falla en medir sus responsabilidades ante su Federación nativa de ajedrez. La ‘estrella’ comienza a tener una actitud descuidada hacia los intereses de su equipo nacional, y también deja de participar en los campeonatos nacionales.
¿Por qué debía hacerlo? Los premios no son muy buenos, la competencia es difícil. Mucho más rentable y más placentero es jugar en un torneo internacional de nivel promedio o incluso mediocre. Este hábito de evitar los enfrentamientos realmente duros y buscar la comida fácil, los mangos bajitos, conduce a una disminución de las demandas que se hace uno a si mismo, y en consecuencia, se perjudica el estándar de juego.
Por ello en la Unión Soviética se convirtió en un regla el aplicar cierta cantidad de medidas disciplinarias sobre todos los grandes maestros para que tomasen parte en los Campeonatos de la URSS, independientemente de sus títulos o recientes logros”. (Basta recordar el Campeonato de la URSS de 1973, tras de que Spassky perdió con Fischer, prácticamente todas las estrellas soviéticas compitieron y Spassky tuvo oportunidad de demostrar su gran nivel y deshacerse de las acusaciones de negligencia en la defensa del título mundial. RR).
“Cuando he tocado ese tema con funcionarios de diversas federaciones extranjeras, declaran. ‘Esto esta bien para ustedes. Sus jugadores reciben apoyo de la Federación Soviética y están subordinados a ella. Nada de eso funciona con nuestros jugadores’.
No hay tal. Esto es sólo una excusa. Si uno examina la situación seriamente, uno encontrará que en cualquier país cualquier gran maestro depende en cierta medida de su federación. El gran maestro no sólo juega ajedrez, escribe libros, conducen una columna de ajedrez y esta listo a dar exhibiciones de simultaneas por lo se le paga. El organismo gobernante del ajedrez en un país tiene mucho que decir en esos ingresos.
Lo que es necesario es una mano firme en el asunto. Tan sólo por la razón de que los resultados serán para servir a los intereses del mismo gran maestro. Además de hacer evidentes las debilidades de carácter que se aumentan si el jugador evita el campeonato nacional, no sería difícil probarle a él que tal participación es esencial para estimular el talento joven.”
Así escribía Kotov. Desgraciadamente algunas federaciones en lugar de utilizar su poder en la recomendación para puestos de trabajo, prefieren responder a intereses personales en lugar de una planeación para que los puestos se ocupen de manera que convenga al desarrollo del ajedrez de su país. Prefieren vender las plazas o darlas a compadres, dañando así el patrimonio ajedrecístico del país. Por eso muchos jugadores fuertes no se dejan presionar, pues saben que han llegado a subir “a pesar de” y no “gracias a”.

Comentar las propias partidas.
Una parte considerable del entrenamiento del ajedrez en la URSS se realizaba escribiendo comentarios a las partidas. Los mejores comentarios eran publicados en revistas y diarios pero ese no era el objetivo principal. Un jugador en desarrollo tiene que escribir comentarios a sus partidas para desarrollar el hábito de tener un enfoque auto crítico a su juego. Al identificar sus errores en el juego, el jugador podrá erradicarlos o disminuirlos más fácilmente.
Por eso los soviéticos requerían de sus jóvenes el comentar sus propias partidas en sus libretas de trabajo. No era importante que tales comentarios no llegasen a ser publicadas y fueran a quedar inéditas en las libretas. El hecho de que no se publicarán es incluso una ventaja ya que sus “críticas” pueden ser más severas. Botvinnik, Kotov y más recientemente Dolmatov expresaban que sus comentarios a sus partidas a menudo eran agudos y muy “crueles” consigo mismos. El chiste era encontrar las raíces del error.
La manera de comentar recibía clasificaciones por los entrenadores, como las siguientes:
Comentarios Descriptivos.
Comentarios Analíticos.
Comentarios Posicionales.
Comentarios Sintéticos.
Pero varios entrenadores diseñaron algoritmos muy detallados para efectuar buenos y útiles comentarios a las propias partidas y a las partidas ajenas.
Incluso en los instructivos de cómo realizar una sesión de clases de ajedrez se hacia una diferencia entre estudiar y comentar las propias partidas (fuentes directas) y las de otros jugadores (fuentes indirectas).
En la URSS para estimular el que los jóvenes comentasen con cuidado y esfuerzo partidas se organizaban concursos para premiar los mejores comentarios, en que participaban cientos de miles de jugadores disputándose importantes y atractivos premios. La primera competencia de ese tipo fue organizada en 1937, y luego la revista “Ajedrez en la URSS” publicaba posiciones a resolver y partidas a comentar dentro de una serie de concursos, ejemplo seguido por la famosa revista de Letonia, “Ajedrez” de Riga, que fuese fundada por el GM Mikhail Tal y continuada, hasta la desaparición de la URSS por el GM Gipslis.

17 abr 2009

La Mitad Olvidada.


El GM Alexander Alexandrovich Kotov decía que una partida moderna de ajedrez es un choque táctico o lógico de conceptos que han sido ampliamente estudiados y sopesados durante la preparación realizada mucho tiempo antes de la partida. Esta preparación toma en cuenta la experiencia de los mejores teóricos del pasado, como ha sido codificada en manuales, libros y enciclopedias, así como también toma en cuenta los aspectos competitivos y psicológicos que dependen de las facetas especiales del carácter del oponente.
Para muchos, el ajedrez es un deporte, donde lo importante es como funciona el “músculo mayor”, el cerebro.
Lo que está claro es que cualquier partida de ajedrez es una lucha entre dos personas, dos personalidades, dos individuos diferentes. Si el ajedrez es una semblanza de la guerra, uno puede imaginarse al jugar ajedrez que es el comandante general de un ejército y que uno va a combatir al ejército enemigo. Ya que el tamaño de los ejércitos es exactamente igual, lo mismo que el terreno, la victoria sólo puede realizarse si hay dos factores a nuestro favor: Que estén listas nuestras tropas y nuestra habilidad para forzar al oponente a cometer errores, nuestra habilidad a ocultar nuestros planes al enemigo y a deducir los del enemigo.
Por lo tanto es problema de la mente, y si uno quiere tener éxito en el ajedrez, tarde o temprano tendrá que considerar los factores psicológicos del ajedrez.
Decía Alekhine que había que conocerse a si mismo y conocer a su oponente. Ya que para cada jugador hay una manera de abordarlo y para cada situación hay una manera de manejarnos.
Si uno examina los torneos, observará que hay una gran mayoría de partidas definidas por situaciones tácticas, por errores gruesos. Pero los errores gruesos surgen por cuestiones psicológicas, hábitos mal implantados, descuidos por factores totalmente atribuibles a aspectos emocionales. Partidas definidas más por problemas de temperamento que por cuestiones técnicas.
Recién revise algunas partidas de un torneo y había errores graves explicables sólo por razones psicológicas, o extra ajedrecísticas, o algunos perdieron adrede vendiendo partidas, o salieron a la luz profundos problemas psicológicos. Quiero creer que fue lo segundo, pues excepto por algunas partidas, bastantes, medio dudosas en los primeros tableros en las últimas rondas, había muchas de intrascendente resultado en lo que respecta a los premios, que no pudieran entenderse más que por errores causados por problemas psicológicos.
Pero esa mitad del ajedrez, la psicología, es muy a menudo tomada poco en cuenta por los jugadores. Poco se preocupan por estudiar la manera en que su mente trabaja, prefieren en cambio estudiar una monografía de aperturas de moda, que asimilarán con dificultad, en lugar de estudiar como se debe estudiar, como aprender a aprender, como pensar, como lograr el carácter necesario para triunfar en ajedrez. Descuidan su desarrollo humano.
Los hay quienes, por su gran talento natural, logran pequeños y temporales triunfos en torneos de sistema suizo y a causa de esos engañosos éxitos no reciben la señal de alarma adecuada para que se den cuenta de sus grandes debilidades. Estudian poco lo esencial, lo que les podría ayudar a ser mejores seres humanos, más cultos, más desarrollados; más aptos para aprovechar su talento y cualidades naturales, puliendo así el diamante en bruto que puede ser su propia personalidad.
Bueno, una cosa es que les guste el ajedrez y otra que tengan que esforzarse estudiando ciencias humanas, libros de psicología y de filosofía; tener que salirse de lo que les acomoda, abandonar la zona de confort y realmente trabajar duro.
Indudablemente que si uno hace lo que le gusta puede lograr la excelencia, pero es necesario hacer muchas cosas que no nos gustan para apoyar nuestra superación y hacer mejor las cosas que si nos gustan.
Para muchos jugadores el entrenador ha sido básico, en muchos casos lo importante no es lo que puedan aportar técnicamente, sino lo que pueden aportar como ajedrecistas humanos que tienen más experiencia de vida y competencias que sus pupilos.
Un aspecto básico es la motivación, pero la motivación positiva, no como la de los entrenadores de futbol americano de las películas, que exhortan a salir a ganar o morir, y babeando odio con ganas de destrozar al oponente.
En ese aspecto daba pena oír cosas como: “O ganas, o no te vuelvo a traer a un torneo”, “¿Cómo perdiste con ese menso? De castigo toda la próxima semana no puedes ver la televisión ni jugar con la computadora jueguitos, o aprendes ajedrez o te lleva”. Por supuesto que había algunos padres que fueron jugadores que a su vez eran de la misma manera motivados por sus padres, según recuerdo.
A mi los consejos de Alekhine me parecen geniales: “Conócete a ti mismo y Conoce a tu oponente”. ¿Cuántos filosofos y cuantos libros podemos ver sobre el tema de Conocerse a si mismo? Miles. Dicen que uno se pasa la vida tratándose de conocer.
Pero hay que aclarar que Alekhine se refería a conocerse como jugador, y para eso la receta rusa invariable: “Analiza tus propias partidas”, es el único camino, pero un camino que requiere una serie de métodos para recorrerlo. Pero no hay más, conocerse, determinar nuestras debilidades, concentrarse en trabajar en ellas, diseñar planes de entrenamiento a largo plazo y cumplirlos, recordar siempre que el ajedrez es táctica , sobre todo en nuestro programa de entrenamiento y estar alerta para captar ideas. No hay más.

13 abr 2009

Resurrección.

El gran filosofo de la cultura rusa, Conde Lev Tolstoi, noble por su propia forma de ser; nos legó con una obra maestra en que profundiza sobre la situación del ser humano de morir en cierta forma varias veces en la vida para renacer de cenizas.
En estos días en que se celebró el dogma fundamental esencial y más eminente, además del más complicado de comprender, la Resurrección; no deja uno de pensar, sin pretensiones de exégeta, que continuamente tenemos que ser una Ave Fénix y reconstruirnos, reinventarnos. Si cada cierto tiempo hasta las víboras cambian de piel, si algunos textos médicos nos dicen que tras un período de años renovamos también piel y sangre, tenemos que aceptar que la vida tiene ciclos y que debemos renovarnos.
Aun recuerdo, de otra novela de Tolstoi, “La Guerra y la Paz” cuando un príncipe, que se sentía muerto durante la batalla de Austerlitz, veía a un árbol antes decrepito, renacer con la primavera.
O a Antonio Machado que contaba que un olmo seco, partido por el rayo, y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo una hoja verde le ha salido, agregando que él esperaba renacer como otro milagro de la primavera.
¿Cuántas veces los ajedrecistas pensamos que hay que renovarnos, cambiar nuestras actitudes, nuestro “repertorio”, para dejar atrás las más recientes derrotas? Eso es algo más de lo valioso que nos enseña el ajedrez. Cada partida es como una nueva vida, donde salimos de la caja para estar jóvenes de nuevo, con bríos renovados. Un próximo torneo vendrá y el nuevo será siempre el mejor.
Pero Machado nos recuerda, “el vano ayer engendrará un mañana huero y por fortuna, pasajero”
Renazcamos, si, pero sin olvidar el pasado, aprovechando la fortuna de la derrota que es enseñar. Analicemos las partidas y tomemos de ellas lo mejor para ir adelante, buscando medallas futuras sin contar las que ya penden de nuestros pechos.
Las partidas pasadas son como los antepasados, “los polvos de antaño traen los lodos de hogaño” sentencia Machado, pero el lodo puede ser muy fértil.

La Formula de Kasparov. (en ocasion de su cumpleaños 46)

En ajedrez no hay milagros, afirma el ex campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov. El “verdadero secreto” es trabajar duro, sin importar cuales son las herramientas para entrenarse. En su juventud eran los libros de ajedrez y hoy lo son las computadoras. Kasparov dice que las herramientas pueden ser diferentes pero lo que es realmente importante se mantiene igual.
“No creo que los campeones lo sean de nacimiento, pienso que se hacen, no nacen y son el resultado de trabajo muy duro”, dice Kasparov. No obstante posteriormente agrega que el ser capaz de trabajar duro es un talento, un don. También dice que no hay nada más importante que tener una madre dedicada, o un padre o entrenador para apoyar a un joven jugador aspirante.
Parece una paradoja, pero la mayoría de especialistas que han analizado la importancia del talento en el desarrollo de la excelencia en las personas, coinciden que es mucho menor a la práctica deliberada esforzada, al trabajo duro sistemático bien planeado.
Pero para tener disposición y aguantar el trabajo duro, se requiere cierto “don”, cierto talento y el contar con quien lo planifique bien y apoye. O sea los factores externos siempre están presentes. Las circunstancias, ¿la suerte?
Claro que el “talento” de trabajar duro puede ser aumentado con hábitos y motivación, motivación interna y externa, por supuesto.
Hay una leyenda un poco curiosa sobre que todos los seres que poblaban la tierra eran dioses, pero muchos abusaban de su poder. El Dios “en jefe” castigo a esos a convertirse en seres humanos. Pero les dejo la llave de sus poderes escondida. ¿Dónde? Los dioses menores que no fueron culpables, alegaban que hallarían los seres humanos la llave, ya sea que lo pusieran en la más alta montaña o en el mar más profundo, ellos llegarían a cualquier lugar. “La escondí dentro de ellos mismos, ahí nunca la buscarán”.
Así que a estimular la capacidad de trabajo suya o de sus seres amados, es el verdadero talento que vale. Estimúlelo continuamente. Hay dos fórmulas: Positiva y Negativa; la primera basada en enseñar a disfrutar el cumplir con la responsabilidad por lo que Dios lo doto de vida y talentos, la propia superación y el beneficio que puede dar a los demás con su excelencia; la otra forma es por temor, crearle temor a ser derrotado, a ser menos que los demás, a ser fracasado, a vivir en la pobreza, a ser menospreciado por los demás.
A muchos les parece que funciona cualquiera de ambas formulas. Es como actuar por temor a Dios o por amor a él. Por fuera parece lo mismo, pero en el interior nuestro una forma destruye y otra crea.
Como decía el Gran Maestro Carlos Torre cuando un jugador jugaba mal: “No hay amor” Me parecía una expresión muy profunda.

12 abr 2009

Juan José Arreola, Caballero de Tres Mundos: La Literatura, el Ajedrez y el Tenis de Mesa.

Por MI Raúl Ocampo Vargas.

Reconocido literato, orador y conductor notable de programas culturales de televisión, Juan José Arreola, es considerado uno de los espíritus más egregios de Jalisco. Ganador del Premio Juan Rulfo, laureado en diversas universidades y disputado invitado a cuanto evento cultural que quisiera considerarse de altura. Asesor de Secretarios de Educación, sagaz improvisador de discursos, recipiente continuo de elogios, señor de las letras y caballero renombrado de la literatura castellana con una fama que rebaso fronteras y lenguajes; Juan José Arreola vivió varias vidas en una y como el personaje romántico de Zorrilla, subió a Palacios y bajo a cabañas, dejando marca en todos los lugares y huella en todas las personas que lo trataron.
En una época fue un bohemio pobre, combatiente denodado en pobre existencia económica, para luego pasar a ser un intelectual favorecido por la fama y la fortuna; pero en todas las etapas de su vida colmado de prestigio como hombre sabio.
Dotado de una gran memoria, supo hacer malabarismos verbales repletos de enseñanzas para los afortunados que escucharon sus pláticas. Más que como escritor, su tiempo lo dedicó a la maestría verbal. ¡Cuántas veces se excusó por ser un perezoso como escritor! Para desgracia de las generaciones posteriores a su vida terrenal, nos legó una cantidad pequeña de obras escritas, si bien, en compensación, quedan muchas grabaciones de su intervención en programas de televisión; aunque todo esto junto es solo una punta de un enorme iceberg de su creatividad que se mostró más en la plática viva, ante audiciencias de todos niveles. Deseaba ser actor en foros y teatros y finalmente fue el gran personaje del drama de su propia vida.
Muchas veces me expresó que hubiera deseado más ser excelso como jugador de ajedrez que como literato y otras tantas se dejo llevar por su enorme afición al tenis de mesa, arte efímero de gran velocidad que lo embriagaba y lo hacía volar a un mundo lleno de emoción y esfuerzo.
Seguramente pasó más horas jugando ajedrez y tenis de mesa que escribiendo. Lamentaba incluso que su amor por ellos lo había alejado, tal vez demasiado, de la lectura, que era su afición primaria.
Jugaba ajedrez creativamente, jugaba tenis de mesa en una mezcla de artesano con deportista. Ambas disciplinas le brindaban la adrenalina que su vida intelectual no podía. Así mantenía un balance emocional que compensaba el no ser protagonista real de aventuras similares a las que Jack London y Salgari en sus relatos le causaban envidia no poder haber vivido. Su físico frágil y enfermo no lo apoyaron en su afán de aventuras y viajes.
Recorrió mucho mundo, pero no como él hubiera querido. Hubiese gustado de ser un explorador como Stanley o Burton; o al menos un médico recorriendo selvas como Livingston. Su deseo de aventuras lo tuvo que canalizar en el tablero de 64 casillas y sus lances de florete y sable al estilo de Sandokan o Casanova los cambió por duelos raqueta en mano.
Su facilidad de palabra le compensó la falta de presencia física de Mañara o Bradomín y fue un enamorado de la mujer e incansable seductor intelectual de cuanta bella dama se le cruzaba en el camino, invitándolas, en lugar de a castillos y palacios, a visitar los umbrales del mundo del conocimiento y las bellas artes.
Auténtico Don Juan intelectual, como Agustín Lara, pasó su vida rodeado de mujeres hermosas, que junto a él, volaban a un mundo que ningún otro galán podría ofrecerles, con la ventaja de brindarles un placer que ellas podrían describir sin dañar su pudor, un placer del que ellas podrían ufanarse e inclusive hacer envidiar.
No se atrevió, como Lord Byron, a arrostrar los peligros de ser un luchador social activo y arriesgar la vida en lucha contra tiranos. Eso tal vez le pesó demasiado y causó que fuese siempre un insatisfecho aventurero.
Le dolía el ser derrotado en el ajedrez, donde no había excusa facilitada por su debilidad física y se mostraba débil en lo que consideraba era su mayor fortaleza: el intelecto.
Estaba consciente de su deficiencia en temperamento y eso le causaba un continuo desasosiego. Le gustaba la velocidad y eso le atraía en el tenis de mesa; pero también lo ponía en desventaja en el ajedrez. Necesitaba vivir en una inconsciencia alternada con la alerta completa de los sentidos. Pero temeroso de caer en los excesos de Allan Poe, o en la embriaguez característica de tantos literatos que admiraba, la adrenalina que el ajedrez y el tenis de mesa le daban, lo compensaba y lo hacía vivir entre brumas, alejado un poco de una realidad que no era la que sus lecturas infantiles le habían hecho prometer crearse en su vida adulta.
Estaba deseoso de haber vivido como un caballero de capa y espada, por lo que al menos se disfrazaba como tal, vistiendo una capa característica al mismo tiempo que calzar unos zapatos tenis. Hubiera tal vez querido ser como el Caballero de París que paseaba y honraba las calles de La Habana, pero no se atrevía a declararse cuerdo en un mundo de locos. Entonces propuso tablas a la vida. No sería un vagabundo, no sería un aventurero jugandose la vida en cada lance de amor o de justicia. Sería un escritor que poco escribe, un caballero de la literatura, del ajedrez y el tenis de mesa. No cedería a la lentitud de la expresión escrita, sino se entregaría a la charla de la palabra rápida y efímera. Efímera si no hubiera sido por la grabación de sus intervenciones en televisión. Prefería no escribir en papel, sino en las microondas. Si hubiera llegado a vivir en la era plena del Internet, hubiera sido escritor no de sitios webs, sino de blogs. La vuela pluma, la raqueta rápida del tenis de mesa, el ajedrez rápido, eran el verdadero mundo que quería vivir. Su huella era de momento, pero fue tan profunda, que se volvió perdurable.
Unió en él tres mundos que parecerían, a la vista superficial, incompatibles: literatura, tenis de mesa y ajedrez. Su mundo era de causa y efecto. No quería ser el de la consecuencia. Pero, paradójicamente, como fue la marca de su vida, logró una extraña inmortalidad.

"Campeones Mundiales de Ajedrez"


Por el MI Raúl Ocampo Vargas
Medellín, Colombia es llamada la ciudad de la eterna primavera, como también es usual denominar a Cuernavaca, en México, o a la Ciudad de Guatemala. Pero en 1974, Medellín se volvió una ciudad con flores primaverales de ajedrez, pues fue la sede de la Olimpíada Femenil de Ajedrez. En aquella época no era acostumbrado, como lo es hoy, que la Olimpíada Femenil se realizará al mismo tiempo que la Masculina. El caso es que para los entrenadores masculinos de los equipos femeninos eran esas Olimpíadas unos días en que unos cuantos maestros de ajedrez estaban rodeados todo el tiempo de decenas de jugadoras de ajedrez. En ese entonces, con 21 años de edad, el asunto no podía ser más interesante.
Bueno, el caso es que ahí pude observar y conocer a muchas de las jugadoras de ajedrez celebres del siglo XX. Muchas de ellas bastante mayores que yo y que pocas oportunidades habría yo de tener para volver a convivir.
Una periodista rumana en particular llamaba mi atención por su erudición en temas de ajedrez, más que por su atractivo femenino, que por otro lado hacía estragos entre sus colegas colombianos. Su cultura destacaba y yo no perdía oportunidad para escucharla, ya que sabía detalles de la historia europea reciente del ajedrez que es poco dado en ser conocida sino es por algún testigo.
Esta periodista tenía veinte años participando en eventos por toda Europa ya sea como jugadora o como cronista y conocía de primera mano a los grandes maestros de todas las generaciones del siglo XX.
Su nombre es Elisabeta Polihroniade, Gran Maestra Internacional y Miembro Honoraria de la FIDE, además de periodista. Muchas de sus crónicas las leí en revistas rumanas de ajedrez, en idioma que, por ser romance, es muy accesible para los que hablamos español.
Recientemente comencé a escribir sobre la historia de los campeonatos mundiales de ajedrez y además de los libros que sobre el tema de sus predecesores escribió Kasparov, he acopiado todo tipo de literatura al respecto, sin importar idioma o fuente. Pero un entrenador del Comité de Escuelas de la FIDE, me envió un libro, pidiéndome no mencionarlo, ya que me lo vendió y es de distribución gratuita a las Federaciones, denominado "Chess Champions of the World" por Elisabeta Polihroniade. Esta de más decir que me lo "bebí" en tres días, y en un par de días más, ya estaba en mi base de datos con todo y comentarios.
Difiere en mucho, tanto por volumen, como en enfoque, con los de la serie de Kasparov. Esta más hecho para los legos que para los expertos. Tal vez se enfocaba a lectores de edad adolescente, e incluso niños. Es un libro decoroso y con material bien seleccionado.
Me agradó en particular la cita con la que inicia, que transcribo en inglés, aunque fue escrita originalmente en español, pero como no tengo a la mano, pues estoy viajando, la fuente original, me circunscribo a la del libro que tengo en la mano:
"What is Chess? A victory of mankind's over itself. For some people Chess is music, for others it is painting; for me Chess is poetry, the poetry of fight, of the mind and of strength of will." Pablo Neruda.
Una característica especial del libro, que era natural y obligada en vista de la autora, es que es uno de los pocos que reúne la historia de las campeonas mundiales en un libro no escrito en ruso. Parece que sólo los soviéticos reconocían la importancia del papel de las mujeres como jugadoras del ajedrez. La lista de las jugadoras reconocidas como campeonas mundiales es muy reducida si se les compara con la de los hombres, pero en algunos centros de ajedrez, como constaté en Miami, en Sevilla y en Granada, casi nadie sabe la pequeña lista completa. Todos recuerdan a Vera Menchik , y algunos ajedrecistas en su honor han puesto el bello nombre de Vera a sus hijas. En particular la palabra en ruso tiene un sonido especial que es especialmente encantador. Su significado, por supuesto, es igual de hermoso (Fe). Pero los nombres de sus sucesoras no son tan conocidos. Ludmila Rudenko, Elisabeta Bikova, Olga Rubtsova, Nona Gaprindashvili, Maya Chiburdanidze, Xie Jun y Zsuzsa Polgar; fue una lista que sólo tres, entre 40 ajedrecistas en La Florida y Andalucía, pudieron dar.
En lo que respecta a los hombres, me pareció que iniciar la lista de los capítulos con La Bourdonnais, y mencionar solo brevemente a los anteriores, fue una falta histórica. Ruy Lopez, Leonardo, Gioachino Greco, Philidor, no debían de faltar, y el excombatiente de Waterloo, Deschapelles, siquiera por sus águilas napoleónicas, merecían mayor mención. Pero aunque sea un poco, si fueron tocados. No aparecen partidas de Ruy Lopez, se conoce sólo una, pero hay una de Polerio contra Domenico, otra de Legal contra Kermi de 1750 y la de Smith-Philidor de 1790.
Ya en los capítulos especiales hay una partida por cada campeón que va desde La Bourdonnais hasta Khalifman, ya que por ser libro editado por la FIDE, no se podría esperar que se mencionara a Kramnik. El libro está editado en marzo de 2001 en Milán Italia. Con sus 244 páginas y una edición bien terminada y discreta, solo puede reprochársele algunas pocas convencionales formas de poner los nombres en inglés, pues no es usual leer "Alehin", ya que en ruso sería Aliojin, en alemán Aljechin, pero en inglés habría que poner Alekhine.
El libro esta escrito de manera periodística y con mucha información poco común de encontrar en libros de ajedrez, pues muestra mucho el lado humano de los jugadores.
Creo que es un libro que la FIDE debiera reditar con mayor volumen, o estimular a que las federaciones lo reproduzcan e incluso traduzcan. No es un trabajo perfecto, pero si muy bueno. Tal vez con unas adiciones podría convertirse en un gran libro. Pero en todo caso, es un libro de lectura necesaria para todo aquel que quiera saber más de los campeones mundiales que una escueta biografía, pero tampoco desea o puede ocuparse de leer totalmente la serie de Kasparov. Digamos que la obra de la Polihroniade es una versión breve y para todo público.

"Si me pierdo búsquenme en Andalucia o en Cuba"
Federico García Lorca, a 70 años de su asesinato.
IM Raúl Ocampo Vargas
La Rabida a 27 de septiembre de 2006

11 abr 2009

Tras un torneo.

Es normal que tras un torneo, sobre todo cuando se han tenido resultados inferiores a los esperados y muy por debajo de lo deseado, que uno tenga deseos de superarse y aprovechar positivamente la experiencia.
Hay cierta ilusión de que se aprende con la experiencia.
En pasados comentarios ya yo afirmaba que cuando nuestros actos tienen consecuencias que trascienden el horizonte de aprendizaje, se vuelve imposible aprender de la experiencia directa.
Si realizamos un acto y vemos las consecuencias de ese acto; luego realizamos un acto nuevo y diferente.
¿Pero que ocurre cuando ya no vemos las consecuencias de nuestros actos?
Cada uno de nosotros posee un “horizonte de aprendizaje” y una anchura de visión en el tiempo y el espacio, dentro del cual evaluamos nuestra eficacia.
Debemos examinar las partidas jugadas en el torneo y analizar la preparación que tuvimos antes del torneo, pues los problemas de hoy se originan en las soluciones de ayer. A lo mejor, al prepararnos hicimos antes un mal diagnóstico y en lugar de curar nuestras “enfermedades” curamos los síntomas nada más.
Una solución típica luce maravillosa cuando cura los síntomas.
Tomamos un camino fácil y, como es común, los caminos fáciles conducen al mismo lugar.
El diagnóstico de que paso y cuál fueron las causas no es sencillo, ya que la causa y el efecto no están próximos en el tiempo y el espacio.
Muchas veces queremos mejorar rápido, ignorando la regla de que lo más rápido es lo más lento y que en ajedrez es peligroso saber poco.
Si tras un torneo siente que debe hacer algo ya para salir del hoyo, decídase a sacar el buey de la barranca con decisión firme de hacer el esfuerzo necesario.
Es bueno pedir consejo. Ya sabe mi email.

Chess Liceum News Letter.


La versión en español de Chess Liceum News Letter puede ser solicitada aquí via chesscom@hotmail.com es una edición irregular todavía, pero muy interesante basada en traducciones de artículos rusos producidos y publicados en los 33 blogs diferentes que la organización Chess Liceum tiene en inglés, ruso y alemán.

Video Cursos.

Durante 2008 elaboré una serie de rotafolios electrónicos que se pasaron a video en 2009 y los he promocionado aquí como Cursos con lecciones 1 a la 14 y Breve Historia del Ajedrez, con regular éxito, pues han merecido buenos comentarios y han sido solicitados en buen número.
La organización Chess Liceum, con base en San Petersburgo me propuso realizar en español una serie de cursos para entrega semanal en video lecciones, en dos niveles: Infantil nivel 1200 a 1500 y Segunda Fuerza, 1600 a 1800. Son realizados en el plan de 50 entregas semanales cada curso y se envían via email, pero no es de consulta, simplemente se acompañan con ejercicios en PDF o Djvu; no se contestan preguntas. Por supuesto los cursos y el material son útiles para uso de entrenadores. La producción está basada en un programa realizado en Rusia y yo solo lo he traducido con muy breves adaptaciones. Como son en video, son un poco más costosos que los cursos normales via email, pero mucho más baratos que los que se ofrecen en Europa Occidental y Estados Unidos; aunque dependen de la fluctuación del rublo. Pero se establece precio fijo en dólares al inscribirse al curso. La duración es de 10 meses. Informes a chesscom@hotmail.com

8 abr 2009

Los Mundos Matrix del Ajedrez.


En una conferencia pronunciada por el gran maestro Ostap Bender, héroe de la inmortal novela “Las Doce Sillas” de I. Ilf y E, Petrov, ante los amantes del ajedrez en la ciudad de Vasyuka: “Como vemos, el hombre rubio juega bien, pero el moreno juega mal. Y no hay conferencia alguna que pueda cambiar ese estado de cosas, a menos que cada individuo se entrene jugando constantemente a las damas … quiero decir, al ajedrez”
Aunque Ostap Bender no sabía jugar ajedrez y aún así recorría Rusia dando conferencias en clubes de ajedrez pues sabía que en uno de ellos había una silla repleta de joyas, no dejaba de tener gran razón, pues en ajedrez el conocimiento tiene peso, pero más la aplicación de este por medio de la práctica.
Pero el que pudiera engañar a los aficionados del ajedrez de que él era un gran maestro y un gran entendido del ajedrez, a pesar de no saber ni mover las piezas, no debiera sorprender a nadie, pues él que no sabe es como el que no ve y aquel que no conoce a Dios a cualquier barbón se le arrodilla.
En esta época de la tecnología, habrá muchos que se dejen engañar por lucecitas de colores, porque él que no sabe ni siquiera sabe que no sabe. Ya Bertrand Russell con sus famosas paradojas demostraba que hay cosas que no se pueden descifrar.
Contaba Russell que en una ciudad en donde las cosas erradas se pagaban caras, el rey decidió que una persona debía ser ejecutada. Y para ello, decidió ahorcarlo. Para darle un poco más de sabor al asunto, colocaron en dos plataformas dos horcas. A una la llamaron “altar de la verdad” y a la otra, “el altar de la mentira”.
Cuando estuvieron frente al reo, le explicaron las reglas: “Tendrás oportunidad de decir tus últimas palabras, como es de estilo hacerlo entre personas civilizadas. De acuerdo con lo que digas, sea verdad o mentira, serás ejecutado en este altar (señalando el de la verdad) o en el otro. Es tu decisión”.
El preso pensó un rato y dijo que estaba listo para pronunciar sus últimas palabras. Guardando respetuoso silencio, los presentes se prepararon para escucharlo, con la solemnidad que merece escuchar las últimas palabras de un condenado. Y dijo: “ustedes me van a colgar en el altar de la mentira”.
“¿Es todo?”, le preguntaron.
“Sí”, respondió.
Los verdugos se acercaron al sentenciado y se dispusieron a llevarlo a ejecutar al altar de la mentira. Cuando estaban por subirlo, uno de ellos dijo: “Un momento por favor. No podemos colgarlo acá, porque si lo hiciéramos sus últimas palabras habrían sido ciertas. Y para cumplir con las reglas, nosotros le dijimos que lo colgaríamos de acuerdo con la validez de sus últimas palabras. Él dijo que ‘lo colgaríamos en el altar de la mentira’. Luego, allí no podemos colgarlo porque sus palabras serían ciertas”.
Otro de los que participaba apuntó: “Está claro. Corresponde que lo colguemos en el altar de la verdad”. “Falso”, gritó uno de atrás. “Si fuera así, lo estaríamos premiando ya que sus últimas palabras fueron mentira. No lo podemos colgar en el altar de la verdad”.
Ciertamente confundidos, todos los que pensaban ejecutar al preso se trenzaron en una discusión eterna. El reo escapó y hoy escribe libros de lógica.
“Lo esencial es invisible para los ojos” decía Saint Exupery, y lo verdaderamente importante tampoco está al alcance de nuestra mente. Somos un poco miopes de vista y mente.
De ahí resulta que los Ostap Benders que pululan por el mundo, tienen tanto éxito. En la oficina del Presidente de la FIDE, se encuentra una estatua de Ostap Bender, según cuentan. E incluso una vez vi una fotografía de la mayor de las hermanas Polgar junto a dicha estatua. Quizás en el futuro el presidente de la FIDE y Kalmikia les regale una replica del personaje de Ilf y Petrov a los presidentes de organizaciones ajedrecísticas de todo el mundo para que los inspire en su tarea primaria que es hallar la silla de las joyas, escondida en un club de ajedrez.
He visto como los émulos de Ostap Bender crean mundos matrix a sus seguidores, que al no saber que no saben, son victimas propiciatorias de las maquinaciones de buscadores de sillas.
Cada ajedrecista tiene su propia visión del porque juega ajedrez y a veces esta visión es influenciada por un Ostap Bender local que le describe un mundo matrix, generalmente cómodo y respetuoso de los límites de su zona de confort personal. Pasan los años y cuando nuestro protagonista se da cuenta de que lo “Benderearon” ya es demasiado tarde. No leyó la novela de “Las Doce Sillas” y no supo del detalle aquel de que hay que entrenarse rabiosamente y que eso se traduce en esfuerzo y salirse de su zona de confort por fuerza. “No pain, no gain” diría un cholo sabio de allá de San Ysidro, California.
En estos días están de moda programas computacionales de todo tipo. Como en un tiempo, en los de la URSS, estaban los libros con cientos de ejercicios, repletos de diagramas, siendo los más notables los de Neishtadt, “Praktikun” y los de Ivashenko. Pero ahora todo mundo saca sus programas propios y algunos parecen tener la tendencia de hacer creer a los papás que sus niños son unos genios para el ajedrez. Hay veces que verdaderas mafias se confabulan para ello, creando una atmósfera especial donde incluso prensa y medios parecen estar de acuerdo con el surgimiento de un Bobby Fischer local y los padres, generalmente de buena posición económica, viven en un mundo Matrix donde están convencidos que cualquier dinero es poco para invertir en la creación de una estrella.
Claro que en el pueblo de los locos, el cuerdo es el loco del pueblo; así que pobre de aquel que trate de abrirles los ojos a los progenitores elegidos de que viven en un mundo matrix, porque la jauría de vividores se lo comerán vivo “virtualmente”.
Me dio por reflexionar en esto viendo unos ejemplares de 1989 de la revista “Chess Life “ y comparando, veinte años más tarde, si las estrellas infantiles más encomiadas habían cumplido las expectativas. Bueno, si utilizamos las estadísticas, sólo uno de cada cien lo hizo. De diez estrellas juveniles ya más o menos logradas, con títulos de MI por lo menos antes de cumplir 20 años, sólo tres juegan ajedrez actualmente.
Ese hecho ya había sido observado por muchos que se quejaban que de la escena norteamericana de torneos una verdadera constelación de estrellas se había alejado del ajedrez, como Julio Kaplan, Kenneth Rogoff, Kim Commons, Sal Matera, Patrick Wolff, Thal Shaked, Josh Waitskin, Michael Wilder, Jay Whitehead, Calvin Blocker, Robert Newbold, Norman Weinstein, John Grefe, James Tarjan, pasando por algunos exsoviéticos que había que incluir etc.
No es de extrañar que una vez un equipo norteamericano fue formado enteramente por jugadores nacidos en la URSS. En primer tablero GM Alexandr Onischuk, segundo GM Alexandr Shabalov, tercero GM Alexandr Goldin, cuarto GM Gregory Kaidanov, primer suplente GM Igor Novikov, segundo suplente GM Boris Gulko, capitán Boris Postovsky. Onischuk jugaba por primera vez en el equipo norteamericano (igual que Goldin y Novikov) pero había jugado por Ucrania cuatro veces, que en ese año de 2004, ganó el primer lugar, mientras que este equipo lograba el segundo. Muchos lamentaban que Hikaru Nakamura no jugase en el equipo, pero desentonaría un poco en las pláticas de sobremesa, a menos que aprendiese ruso. La verdad ese equipo tenía seis de los ocho jugadores de más alto rating FIDE que la Federación de Estados Unidos tenía, así que no había porque quejarse. Sólo otro jugador, nacido en Damasco, Siria, pero realmente norteamericano, Yasser Seirawan, estaba ausente, junto con Nakamura.
La pregunta es ¿Qué tanto han afectado los Ostap Benders y sus mundos matrix a los niños norteamericanos aspirantes a estrellas del ajedrez? Creo que bastante. Los únicos norteamericanos que se salvan son los entrenados por sus propios padres, como Nakamura, Dean Ippolito, Jennifer Shahade; o los que tienen entrenadores formados en la URSS, sin ser super estrellas ellos mismos. Sunnil Weeramantry, padre de Nakamura, también tiene destacados discípulos además de sus hijos, lo mismo que el GM Maurice Ashley, pero los entrenadores escolares y locales, si han sido terribles Ostaps Benders.
En otros países, la cosa no se ve diferente. En breve encuesta a 108 instructores de ajedrez de tres países, se les hicieron algunas preguntas. Sólo 26 tenían expedientes de sus alumnos, sólo tres hicieron exámenes exhaustivos previos, mayores de una hora, antes de iniciar clases, solo diecinueve no aceptaban regalos de los padres de sus alumnos y “bonos” en caso de ser asalariados de escuelas o deportivos donde daban clases. Sólo 5 se negaban a pronosticar el futuro del niño antes de seis meses de trabajar con ellos. Sólo 12 manifestaron a los padres que los niños no tenían talento especial para el ajedrez, a presiones de los padres. Sólo 8 se negaron a pronosticar a los padres el futuro ajedrecístico de los niños y declararon que por ética no lo podían hacer, pero que en cambio estimularían al niño a que siguiera en el ajedrez y así lo recomendaban a sus padres. 76 hicieron detalladas descripciones de sus relaciones con los padres, con lo que quedaba claro que les hacían un “mundo Matrix” a los padres de esos niños. 42 de plano mintieron descaradamente a los padres para hacerlos sentir que la tecnología y las computadoras demostraban que sus niños tenían talento especial para el ajedrez. Habrá que agregar que sólo 32 habían estudiado formal o informalmente para ser instructor de ajedrez. Los demás, habían aprendido por el camino. Los 42 mentirosos, los del Mundo “Matrix, ” todos estaban en la mitad de los que tenían mayores ingresos y tres de ellos estaban entre los cinco mejor pagados y 61 habían sido federativos alguna vez, y 16 aún lo eran.
Conclusión: si alguien le dice que tiene un genio del ajedrez en casa, pida una segunda opinión.

Hoy me invade una gran tristeza.


Dicen que un blog es como un diario personal. Quisiera manifestar mi enorme dolor, por la muerte de Gerardo Raúl Ocampo a los 19 años. Casi no lo conocía, lo confieso, quizás por ello es más grande la pena. En estos días pensaba escribir sobre el cincuenta aniversario luctuoso, el 9 de abril, de Francisco Raúl Vargas, organizador, escritor, federativo del ajedrez mexicano y pieza fundamental de la historia del ajedrez de mi país. Los tres Raúles somos parte de seis generaciones de Raúles, que van desde un bisabuelo hasta un nieto, al primer mencionado le toca la segunda generación, a mi me toca estar en la cuarta generación y Gerardo Raúl en la quinta, pronto cumplirá un año, el Raúl de la sexta generación, mi nieto, y 82 años, la tercera generación.
Hoy que tanto quería escribir, salieron estas líneas, casi sin pudor, pero inevitables. Ya lo dijo el apóstol, sobre la Fe y la Esperanza está el amor, y sólo con la seguridad del amor de Dios y con el nuestro hacia él, podemos enfrentar lo que no podemos entender.
El dolor de su madre, Lourdes, se que debe ser terrible, prácticamente inconsolable, y necesita más amor que nunca. Confío en el apoyo de los dos Guillermos que están a su lado, pues aunque siento la necesidad de manifestar la angustia que tengo dentro, no acierto, en la torpeza de mi mente, más que expresar mi amor a los tres y asegurarles a través de la enorme distancia física que nos separa, que espiritualmente estamos juntos.
A los lectores mis disculpas primero y la petición de una pequeña oración. Dios, ten misericordia de nosotros.

Un poco de Historia.


En fotos históricas a veces es difícil identificar a los más famosos jugadores del primer tercio del siglo. Por ello se me ocurrió tomar de un excelente libro de Maizelis, editado en la URSS está foto guía.



Maestros 1930.

1. Alexandr Alekhine
2. José Raúl Capablanca
3. Emmanuel Lasker
4. Mikhail Botvinnik
5. Machgelis Euwe
6. Akiba Rubinstein
7. Aaron Nimzovich
8. Paul Keres
9. Samuel Reshevsky
10. Salo Flohr
11. Reuben Fine
12. Milan Vidmar
13. Siegbert Tarrasch
14. Frank Marshall
15. Jaques Mieses
16. Geza Maroczy
17. Rudolf Spielmann
18. Savielly Tartakover
19. Richard Reti
20. Efim Bogoljubow
21. Richard Teichmann
22. Ernst Gruenfeld
23. Gedeon Stahlberg
24. Fridrich Samisch
25. Boris Yates
26. Federick Yates