Se admiran las
partidas, las creaciones de los grandes jugadores, pero muy a menudo es
importante separarlas de su manera de ser personal.
Las grandes
obras es necesario separarlas de los creadores, pues son seres humanos que si
queremos equipararlos a sus producciones que admiramos, nos pueden decepcionar.
Por lo general
conocemos primero las partidas de un gran maestro que al gran maestro mismo
como persona. Tiende uno a pensar que si la partida es brillante y demuestra
gran ingenio, la persona que la jugó debe ser brillante e ingenioso.
El error de
muchos ajedrecistas es pensar que si somos buenos jugando ajedrez, seremos lo
suficiente inteligentes para ser buenos haciendo otras cosas. A menudo se me
olvida que el tener entrenamiento para desempeñar bien una tarea específica no
significa que desempeñaré otras tareas a un nivel satisfactorio.
Fischer era un
ser humano integro con sus ideas, de gran generosidad pero de una formación muy
peculiar, que provocó que tuviera acciones que confundían a quienes lo rodeaban
y querían ver que una persona de tan gran inteligencia la demostrase en todos
los campos.
Pero uno como
ser humano tiene una serie de defectos que pueden ser de la magnitud de
nuestras virtudes, entonces la labor debe ser enfocada a disminuir nuestros
defectos y aumentar las virtudes, pero a menudo pasa que logro lo contrario.
Fischer y
Kasparov atrajeron la atención de aquellos que gustan de medirlo todo y parece
que el hecho de que destacaran en ajedrez estimulaba a que quisieran medir su
capacidad intelectual, derivando en que les adjudicaran una calificación muy
elevada.
A primera vista
y en contacto superficial, en lo personal me pareció Fischer excepcionalmente
inteligente y Kasparov no tanto, pero con una elocuencia muy superior a su
predecesor norteamericano. Como orador y escritor, Kasparov supera ampliamente
a Fischer, pero no transpira ni la mitad del nivel humano y de honestidad.
En su discurso
que dio al recibir su doctorado, uno no puede sino admirar las ideas que
expresa, y más la forma que las expresa, forma y fondo a gran nivel, pero el
simple hecho de cómo, quien y porque le dieron ese doctorado, y sobre todo el
cuando y para que, hace sospechoso hasta el mismo discurso de aceptación.
Sus palabras
seducen, pero los hechos no, además ya carga con una serie de conductas en que
parece que su divisa es que el fin justifica los medios y parece que el fin es
aun más terrible que los medios que utiliza.
Kasparov dice
promover el ajedrez, pero un ajedrez estilo fracking, que inyecta cosas que
pudieran afectar al individuo dizque para sacar lo máximo de él. En lugar de
promover los métodos con los que él fue entrenado y guiado para ser el gran
ajedrecista que fue y es, los que sus entrenadores soviéticos le inculcaron,
acepta que se utilicen los métodos de fracking de enseñanza del ajedrez que pueden ser dañinos
para la formación de su personalidad.
¿Cómo es eso?
Los valores pedagógicos que se atribuyen al ajedrez existen solamente si el
ajedrez se emplea adecuadamente. Si hacen que la toma de decisiones sea
razonada siguiendo una metodología, puede ser excelente entrenamiento que se
puede transferir a otras disciplinas, pero en si mismo el ajedrez no tiene valor,
lo tiene si le sirve al ser humano para mejorarse. Si en cambio se le utiliza
como un medio de que se ocupe la mente sin fomentar el pensamiento crítico,
sino que se fomente el pensamiento de aceptación, puede ser muy dañino. Si no
se duda no se piensa. Si jugamos el ajedrez de dudas, de cuestionamiento, de
crítica, entonces jugamos el ajedrez de valor pedagógico, pero si jugamos el
ajedrez de aceptación, el de seguir guías y reglas predeterminadas para tomar decisiones sin crítica, jugamos el
ajedrez del silencio de los corderos, el de manada, el de aquel obrero estilo
Taylor que ponen en una banda de producción continua y juega como maquina.
De Fischer
molestaba su continua confrontación, el que todo el tiempo que uno pasaba junto
a él se sentía que lo ponía uno a prueba. Preguntaba, media las respuestas y
formulaba una nueva que hacía que la anterior respuesta pareciera errónea, pero
se sentía desarmado cuando la respuesta era como una pregunta mezclada con una
respuesta. No aceptaba que le contestaran una pregunta con otra, pero le
encantaba la respuesta que contenía a la vez una pregunta. Le llamaba
respuestas escalón.
En cambio
Kasparov no pregunta, hace una declaración y espera que sea la última palabra,
pues la emitió él, que se considera superior en capacidad de razonamiento y
trata de imponer, con argumentos que considera irrebatibles. No hay pensamiento
crítico, la duda solo es permisible para él.
Entonces hay un
método, el de él, no importa que los que usaron con Kasparov hayan demostrado
su eficacia produciendo a Kasparov. Es la negación de su origen. Y el que ataca
su propio nido, heredará el viento…
La producción
desmesurada y descuidada de tanto instructor de ajedrez para cubrir una
esperada demanda, parece una necesidad, pero hace muy aleatorio el futuro del
escolar, pues serán guiados en momentos claves de su desarrollo de manera
incierta. Pueden tener suerte y estar cerca de un gran instructor, o pueden
caer en las manos de uno que perjudicará su desarrollo.
Actualmente se
considera que el nivel de preparación de los médicos es mas baja que en décadas
anteriores y que esto es producto de un fast track para producir más médicos
aunque se disminuya la calidad. El riesgo de caer entonces con un mal preparado
facultativo aumenta y así mismo han crecido las demandas por negligencia médica
que se ventilan en juicios.
¿Pero a quien
recurrir por negligencia de un instructor de ajedrez? ¿A quien culpar porque se
certifiquen a instructores mal preparados? Ya estamos sufriendo los jugadores
con la mala preparación general de árbitros.
Muchos con
título de arbitro internacional no cumplen con el requisito de poder
comunicarse en dos idiomas oficiales de la FIDE aparte del propio.
La gran mayoría
no pasan un examen de conocimiento de tres idiomas (los que hablan castellano
como idioma propio, o sea los mexicanos por ejemplo). Pero el riesgo de tener
un arbitro muy mal preparado es relativo y no causa más que problemas
temporales, pero el de un instructor mal preparado puede marcar de por vida a
un aficionado al ajedrez.
El sacar
ajedrecistas como con “fracking” es un peligro y puede ser un daño severo a la
salud social.
Pero no me hagan
caso, como canta Ibañez, tengo mala reputación porque no aplaudo lo que los
dirigentes dicen. No mantengo el silencio del rebaño…