Según Jena
Pincott, colaboradora de la revista Psychology Today, el porqué las personas
trasgreden las reglas, es un fenómeno digno de estudio, y afirma “ De vez en
cuando, hasta las personas más honradas mienten, hacen trampa o traspasan los
límites.
Cita estudios de
la profesora de la Universidad de Harvard Francesca Gino y de Dan Ariely,
economista conductual de la Universidad Duke, quienes se preguntaban si las
personas con alto Coeficiente Intelectual tendían más a hacer trampa. Llegaron
a la conclusión de que la falta de honestidad no va de acuerdo al nivel de
inteligencia, pero si al de la creatividad.
En el ajedrez
internacional ya es frecuente ver “milagrosos resultados” de jugadores que de
la noche a la mañana pasan de ser jugadores de segunda a vencer a grandes
maestros. Muchos han sido revisados y un porcentaje alarmante han sido
descubiertos en sus trampas. Se han encontrado todo tipo de métodos para
pasarse jugadas o para hacer arreglos de resultados.
Ya muchos
grandes maestros han escrito artículos sobre maneras de hacer trampas y admiten
que es un mal común desde hace dos décadas.
Una vez perdí
una partida en que olía a trampa. Antes de la partida, un GM me advirtió que en
ronda anterior había sido derrotado por el que sería mi contrincante de manera
sospechosa y que él, en lo personal, no dudaba de que le habían hecho trampa.
El GM me puso un reto: ya que yo durante dos décadas había trabajado en
agencias gubernamentales donde se hacen estudios de inteligencia y tuve
contacto con personas y documentos especiales sobre temas de espionaje
electrónico, análisis de personas y conductas irregulares, además de conocer
métodos de comunicación por computadora, etc., a ver si podía detectar la
manera en que la trampa se realizaba.
Tras la partida,
en la que cometí un error grueso y fui fácilmente derrotado, no obstante cheque
las dos partidas, las del GM y la mía contra el sospechoso y al menos un 95% de
las jugadas coincidían con las de un programa de computadora. Luego se hizo el
análisis matemático por un especialista y afirmó que la probabilidad de que
esto sucediera así era de máximo tres en 400 mil casos. No me quedaba claro
eso, ya que según cálculos preliminares con una computadora me daba cinco
probabilidades en 20 mil casos, gran diferencia.
El caso es que
como había cometido un error grueso y las jugadas con que me ganaron eran muy
naturales, excepto una, que si me pareció de computadora. Descarte la
posibilidad.
Lo preocupante
es que si llegué a la conclusión de que se podía hacer, y que, según un
análisis sicológico hecho a cinco jugadores muy talentosos (en la acepción
amplia de talento), que a mi manera de ver, tienen gran futuro en el ajedrez;
cuatro de ellos son mucho muy proclives a realizar acciones que pudiéramos
considerar tramposas. Como me decía una sicóloga, “ Son de libro, casos
clásicos de tramposos” Se les repitieron pruebas que realizo la citada Francesa
Gino con jugadores de apuestas y los resultados fueron muy similares.
Jena Pincott, en
Psychology Today, cita un estudio del sicólogo holandés Gerben van Kleef.
Imagine usted a dos contadores que descubren una anomalía en los libros de
contabilidad de una empresa. Uno lo toma en serio y el otro le resta
importancia. ¿A cuál de los dos le creerán? A los participantes del estudio de
van Kleef se les planteó la pregunta y casi todos se inclinaron por el segundo
contador. Pincott apunta al comentar este estudio: “Los poderosos rompen las
reglas: por lo tanto, romper las reglas hace que uno parezca más poderoso”.
Recabe datos de
diez quejas de ajedrecistas sobre aparentes violaciones a las reglas que
realizaron árbitros en diferentes
torneos. Entre ellos dos árbitros internacionales que al solicitar sus títulos
mintieron al decir que al menos hablaban dos idiomas de los oficiales de la
FIDE aparte de su idioma nativo, como eran las normas obligatorias al momento
de recibir sus títulos. Más que verdaderas
violaciones parecían interpretaciones mal intencionadas de reglas, pero
estaban, en cierta forma, en el margen de lo legal, pero ya muy cercanas a la
trampa. La creatividad no era tan alta como en casos de los ajedrecistas, pero
si tenían la mayoría situaciones de poder, como podrían ser el tener un puesto
directivo en asociación o club. Ya el ser contratado con salarios que a veces
son superiores a lo que gana el jugador que ocupa el quinto lugar del torneo,
se puede considerar que tiene sus influencias en la organización, en el círculo
del poder del ajedrez.
El caso es que
las actuaciones tramposas aun son mucho más abundantes entre los jugadores que
entre los árbitros y parece que hubiera una regla: mientras mas cultura tiene
el tipo, más común son las sospechas de trampa. Entre los ajedrecistas
“tramposos” y los árbitros “arbitrarios”, hay una brecha de cultura e
inteligencia muy grande. Mientras más inteligente y más creativo, parece ser la
persona más proclive a la transa.
En la URSS se
seguía la regla de que a los jóvenes ajedrecistas más inteligentes y
prometedores se les establecían normas más estrictas y se efectuaban castigos
disciplinarios más frecuentes. Jugadores como Tal, Petrosian, Spassky, Korchnoi
y otros, sufrieron “correcciones” más severas que otros y tuvieron entrenadores
o entrenadores auxiliares más duros e impositivos. Entre estos destacaba el
rudo militar y GM Alexandr Tolush, que traía a Spassky marcando el paso y lo
hizo ser un jugador de nivel GM de primera línea a los 18 años. Otro militar de
carrera, Makogonov, influyó en grandes maestros de cuatro de los países más
importantes del ajedrez actual, como son Rusia, Armenia, Azerbaiyán y Ucrania.
En países donde
el “bisné” era práctica común, los ajedrecistas de nivel internacional eran la
élite de la élite en lo que romper reglas se refiere.
En Rusia los
mejores “piratas” de software y películas, así como de aparatos electrónicos y
de “gestiones” gubernamentales, se encuentran en los clubes y centros de
ajedrez. Esos “centros de inteligencia” donde participan decenas de GMs y de MI
generan el 75% de las “trampas y piratería” que se produce en Rusia, con
influencia en hackerismo en países tan lejanos como Chile e Indonesia. Ya no se
diga de los ajedrecistas chinos. Dicen que hay GMs chinos desquiciando el
internet y los sitios web de las instituciones norteamericanas más seguras.
El caso es que
el ajedrez es un juego de reglas y que sin ellas no tendría sentido y que los
ajedrecistas debemos vivir entre reglas.
Si bien el
profesor Zhen Zhang de la Universidad de Arizona, citado por Pincott dice que
“En algunos casos, romper las reglas es saludable”, prefiero la cita del
novelista Wallace Stegner: “La sabiduría comienza cuando uno reconoce que lo
mejor que puede hacer es elegir bajo que reglas quiere vivir”, añade mas tarde:
“Es una imbecilidad persistente y agravada pretender que uno puede vivir sin
reglas”