La
conocida frase de que quien no conoce la historia corre el peligro de repetirla
se puede aplicar, no es sorpresa, a la historia de cómo promover el ajedrez y
de cómo tratar de que se inserte en las instituciones educativas del país.
Los
intentos van desde finales del siglo XIX cuando algunos ajedrecistas destacados
de la época y que contaban con buen nivel de relaciones con los dirigentes de
los gobiernos de la era porfirista trataron de que se enseñara ajedrez en
escuelas, hasta los días mas recientes en que en el Congreso de la Unión y los
congresos locales estatales han debatido y en muchos casos aprobado,
iniciativas de ley o exhortos para que el ajedrez tenga un lugar en los
programas de estudio.
Durante
ese amplio periodo se han intentado muchísimos caminos y muy diversas maneras,
pero un gran porcentaje de ellos se repiten una y otra vez, emprendidos por
personas o grupos que no se preocupan de investigar antecedentes y creen que
son los únicos que se les ha ocurrido como hacerlo.
Es
como las metodologías para enseñar ajedrez. Hay cientos de documentos con
registros cuidadosos y que son
experiencia muy valiosa para cualquiera que quiera realizar la tarea de
realizar un programa de estudios o un proyecto para insertar al ajedrez como
actividad auxiliar o materia optativa en escuelas de cualquier nivel. Se han
hecho miles de esos proyectos en centenas de ciudades y en decenas de países,
con millones de pupilos y centenares de miles de instructores. Pero todos los
días aparece alguien diciendo que plantea innovaciones sin investigar el
pasado. Por eso no hay congruencia, y la falta de congruencia es una
característica del subdesarrollo, como el no conocer la historia.
Durante
los años se han ido decantando los grupúsculos de los que ven en el ajedrez sólo
una fuente de ingresos o de celebridad no relacionada con su vocación por jugar
ajedrez a buen nivel, de los que aman al ajedrez realmente y buscan dar un
servicio a la comunidad.
Para
poder analizar los errores pasados y buscar derroteros mejor fundamentados es
indispensable la crónica de las acciones pasadas, pero los que viven de fugarse
al futuro saben que seguramente sus ardides con que tratan de obtener dinero de
los poderosos con labores fáciles y escenografías de un día o zócalos de
relumbrón y estatuas de barro, son celadas viejas que si se dan a conocer
harían evidente sus verdaderas intenciones y por ello están interesados en que
no se conozca lo que se hizo antes.
Sacar
ventaja de la ignorancia de los dirigentes es cosa fácil, pues la única cultura
que les preocupa adquirir a la mayoría de ellos es la de cómo conducir borregos
y poner la tasa más adecuada a sus gestiones. En la búsqueda constante de
maneras de meter mano al erario, prestan oídos a los que, como canto de
sirenas, tratan de llevar agua a la rueda del molino donde exprimen a los
semejantes.
Y
así se repite la historia, las mesas directivas de las federaciones, buscan
resistirse al cambio y se perpetúan, por eso hay miembros que están ya
inventariados y cumplen ya casi una década en asociaciones y federaciones, con
apoyos de caciques que entorpecen el ajedrez de su localidad a veces con más de
una veintena de años.
Sin
la elección directa, sino se sigue la norma que es lema del país, de aquello de
sufragio efectivo no reelección, los obstáculos que ponen los mismos
ajedrecistas a que el ajedrez sea parte de los programas de estudio oficiales,
serán inamovibles. Quien examine un poco la historia del ajedrez de México
llegará inevitablemente a esa conclusión.