Según varios analistas de la situación actual, como Alvin Toffler en “El shock del futuro” estamos viviendo una revolución solo comparable con la que se suscitó con el descubrimiento de cómo producir fuego. El caso es que la computación aplicada a todo tipo de actividades ha transformado todo. En el ajedrez se han ido formando varios submundos, dependiendo de cómo los aficionados al juego ciencia se comportan frente a la computación. Hay quienes actúan pretendiendo que nada ha cambiado y estudian a la antigua. Hay otros que están en medio, ven algunas partidas en vivo en Internet, pero no pasan de eso y no visitan más que una media docena de sitios web. No están totalmente negados, solo en un 80%. Otros todo lo quieren vivir en la computadora, chatean, juegan partidas, pero al mismo tiempo no se han dado cuenta del magnífico instrumento que puede ser para elevar su nivel de juego. Los hay que juegan con la computadora, pero nunca han estudiado auxiliándose con ella. Tienen el Fritz, pero no han usado el Chess Base. Leen pocos libros, pero no se les ha ocurrido buscarlos en PDF por Internet. Algunos, por el contrario, bajan libros hasta en turco y los meten en discos que nunca abren. Bajan 30 o 40 libros diarios de ajedrez en idiomas que no conocen.
Todos esos submundos van desarrollándose de forma simultánea, con sus habitantes pasando de un submundo a otro, de una etapa a otra, de una visión a otra. Como hay miles de sitios webs dedicados al ajedrez, cada quien encuentra su nicho y se incorpora al submundo que corresponda a su nivel en ese momento.
Todos esos submundos van desarrollándose de forma simultánea, con sus habitantes pasando de un submundo a otro, de una etapa a otra, de una visión a otra. Como hay miles de sitios webs dedicados al ajedrez, cada quien encuentra su nicho y se incorpora al submundo que corresponda a su nivel en ese momento.