La práctica deliberada y el establecer hábitos y orden al razonar las jugadas de ajedrez es un camino mucho más efectivo que la acumulación de conocimientos. El ajedrez, es más de sabios que de eruditos, más de actitudes que de acervos. Aprender haciendo es lo importante y un coach o un entrenador, con su habilidad de motivar, es de más ayuda a un jugador, que un profesor que quiere atiborrar de variantes memorizas a su pupilo.
Aún así la información es muy necesaria y las versiones enciclopédicas de aperturas muy necesarias, por lo menos para hacer revisiones y elegir la variante específica que utilizaremos en los torneos.
Saber un poco de todo y todo de un poco, ha sido la formula en lo que toca al estudio de aperturas.
Las partidas hay que analizarlas con profundidad, cuando menos la misma que usamos al momento de jugarla, si es nuestra. Si es una partida ajena, debemos utilizar la cantidad de tiempo que uno de los jugadores utilizo para jugar la partida. Si desconocemos el dato, se puede utilizar el aproximado de 2 horas para cuarenta jugadas. Si la partida fue de 40 jugadas, necesitamos dos horas, por lo menos, para estudiarla. Y Así proporcionalmente.
Dentro de algunos de los métodos más reconocidos como exitosos para entrenar o enseñar ajedrez, está el de practicar ajedrez a la ciega, estudiando desde los diagramas de los libros de torneos, sin colocar tablero y piezas. Estudiar los libros de ajedrez con sólo el libro en las manos e imaginar las posiciones siguientes en la mente.
Al principio no es sencillo, por lo que es posible que sea necesario irse entrenando con un programa de computación, hasta adquirir la habilidad suficiente para realizar el entrenamiento leyendo los libros sin usar el tablero y las piezas.