Hay una relato de cuando Albert Einstein se iba de la Alemania Nazi con destino a América y su esposa se sentía muy afectada por dejar su mobiliario y muchos otros artículos de la casa, con souvenires, recuerdos de todo tipo, etc. "Estoy atada a todo esto”; se quejaba con un amigo. A esto, Einstein bromeó, "Pero mi amor, esas cosas no están atadas a ti."
Ese es el asunto. Las emociones no están atadas a uno, como tampoco los malos hábitos, sentires y pensares; lo que condiciona sus actitudes, lo que ocasiona sus malos resultados, los errores que comete, no sólo en ajedrez, sino en toda actividad, todo eso, no está atado a usted, porque usted no es su cerebro, no tiene que identificarse con sus circuitos cerebrales.
En lo que respecta al concepto de la inteligencia emocional, algunos escritores están un poco confundidos. Hablan de la inteligencia emocional y como puede uno desarrollarla, pero ellos también insisten que usted sea solamente el cerebro. El problema en pensar de esa manera es que el cerebro así se pone en una relación jerárquica con las emociones. La inteligencia emocional es posible sólo si usted puede cambiar esta jerarquía existente, sólo si uno no es parte de aquella jerarquía. Se debe reconocer la primacía de usted, su conocimiento, sobre su cerebro y tener la conciencia, la actitud de que uno puede cambiar el proceso existente en sus circuitos cerebrales y en las jerarquías.
A la esposa de Gandhi una vez un periodista le pregunto cómo es que Gandhi podía llevar a cabo tanto. "Simple”, respondió la esposa. "Gandhi es congruente en lo que respecta a su discurso, su pensamiento, y acción."
Somos lo que pensamos, la mayor parte del tiempo, por eso hay que mantener limpio el jardín de nuestra mente y también mantener esa limpieza en el discurso y la acción, pues nuestras obras hablan por nosotros.