“El cerebro de sus niños””
Por MI Raúl
Ocampo Vargas.
Un cerebro de
bebe es un trabajo en proceso, trillones de neuronas esperando ser cableadas
dentro de una mente. Las experiencias de la infancia, como demuestra una
investigación pionera, ayuda a formar los circuitos del cerebro, para la música
y las matemáticas, para el ajedrez, el lenguaje y la emoción.
El Dr. Adriaan D
de Groot enfoco su investigación principal al proceso de razonamiento de los
adultos, mientras que el Dr. Lev Semionovich Vigotski al de los niños y a la
relación del aprendizaje del lenguaje con el aprendizaje de otras habilidades.
Según Vigotski,
cuando uno sostiene a su hijo recién nacido y sus ojos estén sólo a unos
cuantos centímetros del brillante papel tapiz de la habitación, ¡zoom!: una
neurona desde su retina hace una conexión eléctrica con una en su corteza
visual del cerebro. Uno gentilmente toca su palma con una telita y él la toca y
la arroja, usted se la regresa con palabras amables y una sonrisa. ¡zoom!
Neuronas de su mano fortalecen su conexión a aquellas en la corteza moto
sensora. El llora en la noche, usted lo alimenta sosteniendo su mirada, ya que
la naturaleza le indica que la distancia de las cejas de su padre ajusta
exactamente con el foco de los ojos del bebe. ¡zoom! Las neuronas en la
amigdala del cerebro envía pulsos de electricidad a través de los circuitos que
controlan las emociones. Usted lo sostiene sobre sus brazos y le habla... las
neuronas de sus oídos comienzan a enlazar conexiones con la corteza auditiva.
¡Y usted piensa que está jugando con su niño!
Cuando un bebe
llega al mundo su cerebro es un enjambre desordenado de neuronas, todas
esperando a ser tejidas en el intrincado tapiz de la mente. Algunas de las
neuronas ya han sido duramente cableadas y enlazadas por los genes en el
fertilizado huevo, dentro de circuitos que dominan la respiración o controlan
el ritmo del corazón, regulan la temperatura del cuerpo o producen reflejos.
Pero trillones sobre trillones son más como los chips Pentium en una
computadora antes de que la fábrica les cargue el software. Están puras y de
casi infinito potencial, circuitos aún no programados que pueden un día
elaborar grandes combinaciones en un tablero de ajedrez, o elaborar versos o
canciones raperas, así como calcular fuerza de atracción de un agujero negro.
Si las neuronas son utilizadas, se integrarán dentro de los circuitos del
cerebro al conectarse con otras neuronas; si no son usadas, pueden morir. Son
las experiencias de la infancia las que determinan cuales neuronas son usadas,
el cableado del circuito es configurado como lo hace un programador desde el
teclado hacia una computadora. Que teclas son tecleadas , cuales experiencias
tiene un niño, determina si el niño crecerá para ser inteligente o no, seguro
de si mismo, locuaz o parco. Las experiencias tempranas son tan poderosas,
decía el neurobiólogo pediátrico Harry Chuguni de la Universidad Wayne State,
que “ellas pueden cambiar completamente la manera en que una persona torna a
ser”. Algo que Vigotski planteaba cuarenta años antes que Chuguni saliera de la
primaria.
Ya en la edad
madura, el cerebro es cruzado por más de 100 billones de neuronas, cada una
alcanza a miles de otras, y así, digamos entonces que el cerebro tiene más de
100 trillones de conexiones, más que el número de galaxias del universo
conocido, lo que da al cerebro poderes sin rival.
Pero regresando
al Dr. Adriaan de Groot, él me manifestaba en 1996 que los experimentos
realizados en los años 1970s por los doctores Torsten Wiesel y David Hubel
sobre el recableado o reconfiguración de circuitos cerebrales por cambios al
coser y cerrar ojos de un gato cachorro y hacerlo con gatos adultos, mostraban
que en los gatos adultos no tenían capacidad de reconfigurarse. Cuando las
regiones del cerebro maduran dictan que tanto tiempo ellas se conservan
maleables. Áreas sensoras del cerebro maduran en la temprana infancia; el
sistema límbico emocional esta cableado en la pubertad; los lóbulos frontales,
sede de la comprensión, se desarrollan hasta la edad de 16 años. De ahí el Dr.
de Groot concluía que el potencial de un jugador de ajedrez estaba determinado
ya a esa edad. Se podía desarrollar la capacidad, pero está ya no crecería, se
optimizaría nada más. Lo que intrigaba a de Groot, es que Vigotski establecía
que no había tal límite, y que dependía de la relación de la persona con su
contexto, ya que sino había que subordinar la expectancia de desarrollo de la
comprensión incluso a factores étnicos, ya que en cada raza el cerebro madura
sus cableados de manera diferente, como maduran los órganos sexuales. En
algunas zonas tropicales la pubertad es mucho más temprana que en los países
nórdicos, lo mismo que la madurez de los lóbulos frontales. El Dr. de Groot,
llegaba fácilmente a la conclusión que a partir de 2003 ya es generalmente
aceptada: Vigotski estaba adelantado décadas a su tiempo.
En un tiempo yo
creía que un niño debía aprender el ajedrez después de los siete años, pero
tras estudiar a Vigotski, llegué a la conclusión que si acepta el niño ser
acercado al ajedrez a muy temprana edad, dos años de edad son suficientes. En
una plática con el citado Harry Chugani, él comentaba que había protestado por
que los burócratas universitarios habían decretado que la instrucción en
idiomas extranjeros (la enseñanza de idiomas) no comenzará antes de la
secundaria. La función hace el órgano, y
la actividad forma al ser humano. Ya Vigotski había expresado en una
conferencia en 1931 en el Instituto Kornilov en la URSS que la planeación de
actividades extracurriculares era decisiva para la formación integral del
ciudadano soviético y que el ajedrez y su práctica organizada debía ser
estimulada como factor determinante en la transformación de la sociedad.
“Conexiones cerebrales son la clave, sin restricciones hay que fomentarlas, día
a día, tanto en el estudio como en el uso del tiempo libre. Un minuto sin
pensar, nos cierra posibilidades de conexión”. Cincuenta años después el Dr.
Dale Purves de la Universidad Duke decía: “Las conexiones no se forman al azar,
sino son promovidas por la actividad”.
El Dr. de Groot,
en un artículo en la revista de la Universidad de Ámsterdam, establecía varios
datos del Cerebro Lógico: La habilidad: Matemáticas y lógica. La Ventana de aprendizaje:
del Nacimiento a los cuatro años. ¿Qué sabemos?: Los circuitos para las
matemáticas y el ajedrez residen en la corteza del cerebro, cerca de aquellos
para la música. A los bebes que se les enseñan conceptos simples, como uno y
muchos, serán mejores en matemáticas y en ajedrez. Las lecciones músicales
pueden ayudar a desarrollar habilidades en espacio.
¿Qué podemos
hacer? Jugar juegos de conteo con un bebe. Póngale en una mesa un plato, un
tenedor por persona para que aprenda la relación uno a uno. Y para mejorar sus
oportunidades, póngalo a oír música de Mozart en un CD.
El lenguaje,
según el Dr. de Groot, también era un factor a considerar. Según él, el alemán
y el holandés eran idiomas onomatopéyicos, como lo es el inglés, todos de
raíces sajonas; lo que quiere decir que sus palabras se derivan de sonidos que
imitan los que en la naturaleza tienen las cosas que denominan. Por ejemplo la
palabra “wasser” que suena como “uaser” imita el sonido del agua al caer de una
cascada. La palabra “dog” en inglés, perro, suena como el ladrar de uno. El
aprender un idioma onomatopéyico al primer año de edad, limitaba al niño,
suponía él, a pasar a cosas más complejas, que si el niño tuviera como idioma
materno uno más elaborado como el latín, o como el ruso.
Para Leontiev,
seguidor de Vigotski y que trabajo en la misma época que de Groot, el plantear
al niño problemas más complejos cada vez, en una enseñanza problémica cada vez
más exigente, si se iniciaba desde muy temprana edad, posibilitaba que ninguna
tarea futura posible estuviese fuera del alcance de los niños. Si se mantenía
una reconfiguración constante de circuitos, el cerebro podría adquirir una
flexibilidad mayor y las conexiones adquirirían diversas intensidades
eléctricas. En resumen, la actividad formaría los circuitos sin permitirles
dejar de ser maleables con la edad.
Los trabajos de
Leontiev, máxime que los conoció a través de referencias del también
ajedrecista el GM Krogius, atrajeron más la atención del Dr. de Groot que los
originales de Vigotski, sobre todo por su relación con el ajedrez. Entonces
comenzó a trabajar sobre problemas de longevidad de la mente. Y yo diría más
bien sobre la longevidad de la flexibilidad de las conexiones. Sus protocolos
los aplicaba principalmente a jugadores de edades extremas, o menores de siete
años o mayores de sesenta.
Volvió a los
estudios sobre lenguaje, especialidad suprema de Vigotski. Dado que no soy
especialista en sicología, sino en educación, me parece atrevido afirmar lo que
sospecho, pero no me parecería honesto quedármelo: el Dr. de Groot a pesar de
llegar a los 91 años de edad no llegó en el estudio del lenguaje tan lejos como
Vigotski que no vivió cuarenta años y no contó con siquiera la mitad de
recursos que el holandés, aunque si tenía un ardor por el trabajo incomparable,
lo que acabó con su salud a temprana edad.
El caso es que
para de Groot, en el caso del Cerebro y el Lenguaje, como hicimos en lo del
cerebro Lógico, podríamos sacar el esquema siguiente:
Habilidad:
Lenguaje. Ventana de aprendizaje: del nacimiento hasta los 10 años de edad.
¿Qué sabemos?: Los circuitos en la corteza auditiva, representando los sonidos
que forman las palabras son cableadas por el año de edad. Mientras más palabras
un bebe oiga por los dos años, mayor será su vocabulario cuando crezca.
Problemas al oír pueden dañar la capacidad de unir sonidos a letras. ¿Qué
podemos hacer? Háblele a su niño mucho. Si usted quiere que domine un segundo
lenguaje, introdúzcalo hacia los 10 años de edad. Proteja su oído tratando sus infecciones
oportunamente.
El Dr. de Groot
dedicó algunos artículos a explicar el “efecto Mozart”, poco pude dilucidar de
ellos, pues los escribió únicamente en holandés y las traducciones que realice
fueron muy defectuosas. Pero ya que citaba al Dr. Gordon Shaw de la Universidad
de California Irvine, pude obtener artículos de este investigador y saber que
Shaw sospecha que cuando los niños ejercitan neuronas corticales al escuchar
música clásica, están también fortaleciendo los circuitos utilizados para las matemáticas.
La música, dicen en la Universidad de California, excita los patrones
cerebrales inherentes e incrementan sus uso en tareas complejas de
razonamiento. No se si pretendía el Dr. de Groot hacer sus protocolos de
ajedrez mientras hiciera escuchar a Mozart a los jugadores. El caso es que si
hubo quien hiciera algo similar.
En la revista
“Chess Monthly”, derivada de la famosa “Chess” de Sutton Coldfield fundada por
B. H. Wood, aparecían posiciones complejas que se presentaban a maestros,
grandes maestros y a los lectores en una forma de concurso. No era otra cosa
que repetir los protocolos del Dr. de Groot y averiguar cómo y que pensaban
jugadores de diversos niveles. Con una
colección de tales posiciones recabadas en decenas de números de la revista
“Chess Monthly” propuse al GM Aivar Gipslis realizar en Innsbruck en 1987
algunas pruebas con varios adolescentes de varios países que participaban en el
Mundial de Cadetes. El caso es que algunos resolvieron mucho mejor los
“protocolos” escuchando a Mozart que cuando no lo hacían. Probamos con otros
compositores, Chaikovsky no funcionó. Chopin y Beethoven tampoco. Modest
Mussorgsky si. Pensamos que esto había
que planteárselo a un experto en música. Pensamos en Schiller de Estados
Unidos, pero al final consultamos a una cellista austriaca que era sicóloga y
ajedrecista. Nos propuso otro test. Pusimos a varios muchachos provenientes de
países tropicales y resulto que con música de danzón mejoraron mucho su
desempeño. En suma, no sacamos nada en claro. Diez años después comenté esto
con el Dr.de Groot quien descartó los test por falta de algunos procedimientos
para hacer formales nuestros protocolos. No obstante Gipslis consideró útil
poner música mientas se ponían posiciones a resolver a sus pupilos.
Me temo que
después del Dr. de Groot, habrá que esperar mucho para poder establecer
esquemas prácticos para aplicar en el mejoramiento del razonamiento, o para
desarrollar un modelo adecuado de proceso de razonamiento.
“Si me pierdo
búsquenme en Andalucia o en Cuba”
Federico García
Lorca a 70 años de su asesinato.
Ciudad de México
a 2 de septiembre de 2006.