“En México, uno de los
problemas fundamentales de la producción científica se debe a la falta de una
cultura lógica que permita a los alumnos aprender a partir de la reflexión y
creación, evitando procesos memorísticos”, señaló Javier Sánchez Pozos,
profesor-investigador del Departamento de Filosofía de la Autónoma
Metropolitana (UAM) Iztapalapa.
Agrega
más adelante: “Hay que apoyarlos en la capacidad de razonar, de entender la
ciencia contemporánea que requiere esta lógica, cuya estructuración del conocimiento
y discurso no sólo tienen un sentido atributivo sino relacional, fundamental
para seguir desarrollando ciencia y tecnología en México.
Destacó
que la lógica se debe abordar no sólo en un sentido filosófico tradicional
–conocer sus leyes, modos y formas del conocimiento científico–, sino desde los
métodos y principios para distinguir un razonamiento correcto de otro que no lo
es”
“Uno puede aprender
memorísticamente muchos elementos de las disciplinas, pero no se pueden
justificar estos y argumentar en favor o en contra de alguno porque no se da un
proceso reflexivo, razonado, argumentado.”
Por otra parte Josu Landa,
poeta y filósofo, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dice del peligro de confundir el seudo
desarrollo intelectual que prevalece en nuestros tiempos “ todo queda en
erudición superflua accesible por Internet (que muchos confunden con
educación), algo puramente funcional de cara al éxito económico-social, sin
compromiso con el ethos.
Se trata de lo que llamo el ‘efecto calculadora’. No es lo mismo hacer uno las
sumas y las restas, familiarizarse con el manejo de los números, el álgebra, la
geometría, que esperar todo de un aparato que hace hasta las operaciones más
sencillas, sustrayendo a uno de la conciencia de sus raíces, sin que sean parte
de mi mente.”
El ajedrez debe ser un
instrumento para ejercitar la mente, sobre todo en la toma de decisiones, pero
eso siempre que no caigamos en la pereza de los “engines”, de poner a analizar
las posiciones a la computadora. Deben servir para comprobar los niveles
alcanzados por nuestra capacidad de personal de calcular, pero no para
sustituir el fértil ejercicio de analizar por nosotros mismos. Debe estimular,
no privar al ser humano del sublime placer de pensar.
Memorizar y usar “engines”
son dos de los peligros más importantes que deben sortear los jóvenes ambiciosos
que quieren escalar los niveles más altos de desarrollo del desempeño
ajedrecístico.