Desde que el gobierno de Cuba solicitó ser
la sede de la XVII Olimpíada de Ajedrez, se planteó una serie de eventos
internacionales previos cuyo objetivo era posicionar al nuevo régimen, surgido
tras el triunfo de la revolución solo siete años antes, como promotor de la superación
cultural del pueblo.
Muy similar fue la situación al inicio del régimen
soviético de 1917 cuando se organizó el Torneo Internacional de Ajedrez de
Moscú en 1925.
Para Cuba era un magno evento en que se podía
presentar al gobierno revolucionario ante el mundo como firme, sólido y bien
organizado, para despertar la confianza tanto de gobiernos extranjeros, como de
empresas trasnacionales.
Para no fallar en los mínimos detalles de
la organización, para entrenar a sus organizadores, se realizaron una serie de
eventos preparatorios para la olimpìada.
Cursos de capacitación, con ayuda de los soviéticos,
para formar fiscales, personal de redacción de boletines, de atención a
jugadores, edecanes, etc. El objetivo era realizar el evento de ajedrez mejor
organizado de la historia. Y se logró.
El Torneo Internacional de Moscú de 1925
fue el preludio de lo que serían seis décadas de dominio mundial del ajedrez soviético,
y los cubanos, seguramente por consejo de los asesores soviéticos, decidieron
solicitar la sede para la Olimpíada Mundial de ajedrez de 1966. Ese sería el
primer evento de resonancia mundial del nuevo régimen socialista que inició en
Cuba en 1959. Tras de ser noticia por la invasión a Playa Girón en 1961 y la
crisis de Octubre de 1962, Cuba sería de nuevo noticia pero relacionada con un
evento mundial de una actividad ligada con el intelecto y la cultura: el
ajedrez.
Para iniciar los entrenamientos como
organizadores y aprovechar las experiencias de organización de los Torneos
Capablanca in Memoriam que, a solo tres años del triunfo de la Revolución
fueron promovidos por Ernesto “Che” Guevara, se convocó al II Torneo Panamericano de
Ajedrez en La Habana del 19 de abril al 22 de mayo de 1966.
Se invitaron a representativos del ajedrez
de nuestro continente “ prescindiendo de toda ideología política” como apuntó
el Árbitro Internacional Carlos A. Palacio en sus notas sobre el evento.
En 1963 se había realizado el Primer Torneo
Panamericano en La Habana y su ganador, el Maestro Internacional Eleazar Jiménez,
de Cuba, encabezaba la nomina del evento
de 1966, seguido del M.I. Miguel Cuellar Gacharná de Colombia, el excampeón
mundial juvenil, el maestro internacional Carlos Bielicki, de Argentina; el
campeón de Uruguay José Luis Alvarez, el campeón nacional de México, Alfredo
Iglesias, jalisciense que ganase varios campeonatos nacionales abiertos, como
el de 1966. Por cierto, estaba yo muy orgulloso en 1967 de vencerlo en el
Campeonato Estatal de Jalisco, uno de los primeros torneos en que participe,
gracias a mis orígenes jaliscienses por la familia Arreola, mi abuela materna
de ese apellido y mi tio, el insigne maestro Juan José Arreola que me llevaron
a Guadalajara a participar en ese campeonato, donde pude superar al fuerte
maestro Iglesias, primer maestro de renombre al que vencí cuando yo tenía
catorce años de edad.
Regresando a 1966 y al Segundo
Panamericano, puedo mencionar entre otros participantes a Olicio Gadia de
Brasil, que luego fuera second de Spassky en su match con Portisch, a Geza
Fuster de Canadá, al maestro internacional René Letelier de Chile, el veterano
Carlos Calero de Cuba, el campeón de Ecuador Olavo Yepez, el colombiano Carlos Cuartas, el futuro
primer gran maestro de Cuba, Silvino García, el multicampeón de Cuba Jesús
Rodríguez, Jorge Arraya de Bolivia, Samuel Schweber de Argentina y Hugo Santa
Cruz de Cuba. En total 20 jugadores y de
19 puntos posibles, el MI Eleazar Jimenez refrendó su título de campeón
logrando 14 y medio puntos, seguido de Jesús Rodríguez con 14 y Carlos Cuartas
con 12 y medio, superando a Samuel Schweber, Olavo Yepez y Eldis Cobo, que
también lograron 12 y medio, por el sistema de desempate. Los premios en metálico,
por supuesto, se dieron en partes iguales a los que empataron el tercer lugar.
Una cosa importante: el entrenador de la delegación
cubana era el GM soviético Leonid Shamkovich, quien analizaba las partidas a
fin de que desde mayo a octubre cuidar la preparación del equipo olímpico cubano
que participaría en la olimpiada de 1966. Asi Cuba lograrìa prestigio por la
excelente organización del evento y por lograr la mejor actuación deportiva de
Cuba, hasta el momento, en una olimpiada
de ajedrez.
El evento lo calificaron los cubanos como “La
antesala de la Olimpíada” y se consideró que cumplió todos los objetivos
organizacionales, con el agregado de cooperar en estrechar lazos ajedrecísticos
con los países de la América Nuestra.
Observando las notas del curso de ajedrez superior que ofreció el GM Leonid
Shamkovich en 1966, al grupo de maestros cubanos, y que el autor me proporcionó
doce años mas tarde, cuando visitó México, puedo observar que es un modelo muy
bueno para cursos similares y me llamó en especial la atención de que hablase
de un método”Modell-Torre” para evaluación de posiciones. El GM Carlos Torre de
alguna manera influenciaba en la preparación de los mejores jugadores de la
América Nuestra que mencionase Martí.