Como todo campeón mundial de ajedrez, el GM Magnus Carlsen
es estudiado por todos los entrenadores y comentaristas del mundo, lo que ha resultado
en una buena cantidad de observaciones muy interesantes e instructivas.
En su tiempo José Raúl Capablanca recibió una atención
proporcional similar, si bien esas observaciones tardaron muchos años en
conocerse ampliamente por los jugadores del mundo, se puede decir que
Capablanca fue el jugador que más atraía a los aficionados al ajedrez en su
tiempo y al público en general.
Carlsen, en plena época de la comunicación ha alcanzado la
fama más rápidamente que su antecesor y ha sido estudiado por mucho más
investigadores y con más rapidez se han difundido sus opiniones y si Capablanca
requirió casi 15 años, entre 1911 y 1926 para lograr fama y ser muy conocido y
analizado su estilo de juego, Carlsen en menos de un año de campeón mundial lo
han analizado a fondo y definido su estilo.
Lo han bautizado como “Ortigoso·, (y hostigoso), con esa
característica de la ortiga que parece que no hace nada pero termina irritando.
Así son sus jugadas, irritan al contrario con creciente molestia hasta que
parece un ácido que invade todo el cuerpo del contrario.
En Rusia los entrenadores recomiendan la receta 1812, que
significa: “Alarga la partida, alárgala, para que venza el que más persevera en
estar en pie de lucha, una guerra de desgaste en que tú estés preparado,
acostumbrado y tu oponente no, aspira a ganar a la larga, poco a poco y
laboriosamente. Es más factible que tu oponente cometa errores por pereza, no
por tonto.”
Muchos jugadores noveles estudian mucho aperturas y sobre
todo muy agudas para hacer caer rápido en el error al contrincante y ganarle
rápido, casi de memoria y sin hacer esfuerzo. En pocas palabras, quieren ganar
sin trabajar. Mucho de esto terminarán formando a una persona perezosa.
Pero si un entrenador prepara a su pupilo con la doctrina: “Alarga
la partida”, obviamente inculca que el ajedrez se gana con trabajo, esfuerzo
constante y laborioso y lo prepara mental primero y físicamente después, a
ganar agotando al oponente.
Un jugador exsoviético decía que ganar partidas de ajedrez
en torneos suizos a los nativos de los Estados Unidos era simple: “Aquí se
venden 10 libros de aperturas por 1 de finales, o sea estudian diez veces más
variantitas que técnicas y métodos, entonces cambiamos piezas, se acaba la
apertura, pasamos a un largo y tortuoso medio juego, sufren, se agotan, se
aburren, les entra la pereza y los pasas al final con posiciones secas, que
parecen que no hay nada y que será tablas pronto y sigues y sigues, y cometerán
a la larga un error grande y obvio y ganas. Solo tienes que ser paciente,
meterle algo de veneno, sin alertarlo mucho, a cada jugada y esperar el error.
Para no equivocarte, no entrés en audacias y vigila que no haya piezas sueltas,
que todas tengan movimiento y estén pegadas a tus peones, y a esperar. Pieza
activa del otro que veas, a cambiarla. Eso es todo”.
En cualquier guía de estudio de ajedrez de Rusia hay como 30
de 50 lecciones dedicadas al final y cambios de piezas, otras 15 de medio
juego, y 5 de aperturas, esto aunado a unas 500 posiciones a resolver, unas 300
de combinaciones, de ellas unas 200 con muchas piezas, 100 con muy pocas; y de
las 200 restantes, todas son de finales, 120 de cálculo, 80 de saber reglas de
finales. Dentro de esas 200, como 60 de finales de peones, 60 de finales de
torres, 60 de piezas menores y 20 de finales de damas.
Con esa formación,
los jugadores noveles rusos se acostumbran a pensar por si mismos, a memorizar
solo métodos, y patrones, no jugadas.
Capablanca y Carlsen son muy similares en lo poco que
esperan obtener de la apertura y en exprimir al máximo las posibilidades, al
mismo tiempo de tratar de erradicar el error de su juego. Carlsen es mucho
mejor provocando el error del oponente, pero Capablanca no desarrolló tanto ese
aspecto puesto que en su época la “escolaridad” ajedrecística era baja y los
oponentes cometían mas errores estratégicos que los jugadores con los que
Carlsen ha ido fraguando su estilo.
Cuando estructuré la idea de VICO, el objetivo era cubrir al
menos 5 de los aspectos que más se observaban en Carlsen, Capablanca y Ulf
Andersson, de unos 15 que han detectado los entrenadores que los han analizado.
Los cinco aspectos que busca VICO son:
Primero: Evitar Cometer Errores.
Segundo: Jugar relativamente rápido.
Tercero: Ver los detalles complejos en posiciones donde el
oponente puede asumir que son simples.
Cuarto: Desarrollar una sensibilidad del momento oportuno en
cambiar la naturaleza de una posición. Identificar y Comprender las posiciones.
Quinto: Saber llevar la partida a posiciones donde no haya
jugadas ni soluciones obvias. Operar las posiciones de manera de complicar la
vida al oponente cuando más relajado se sienta.
Otros aspectos que tienen las maneras de jugar de Carlsen,
Capablanca y Andersson, pero que , o no se pueden enseñar, o dependen de
factores no muy controlables o entrenables son:
·
Creer que a la larga el oponente se va a
equivocar más que uno por estar menos entrenado y menos acostumbrado a
jugar partidas largas que uno.
·
Tener la perseverancia en continuar jugando.
·
Estar en la actitud de abalanzarse sobre el otro
en cualquier momento y estar pendiente del mínimo descuido.
·
Priorizar el ganar la partida sobre otras cosas.
En esto último Capablanca no era igual a Andersson o
Carlsen, pues prefería la buena vida, pero no se vio muy obligado a desarrollar
ese aspecto puesto que enfrentó jugadores menos preparados y entrenados que los
grandes maestros 60 años posteriores.