Decían los sabios griegos antiguos: Aquel que no conoce lo
que paso en los tiempos anteriores a su nacimiento, será un niño eternamente.
El ser humano observa las cosas y establece semejanzas y
procede a utilizar dichas semejanzas para de ahí crear lo que necesita para su
bienestar. La acumulación de datos y después, de conocimientos le ayudarán a
encontrar más semejanzas y crear más. Observa, luego evalúa, decide como actuar
y actúa. Pero tanto para la observación, como para hacer la crítica recurre de
la memoria, ya sea la que adquirió por experiencia propia como por la de otros
y la teoría que derivo de ellas.
Ahora que con el año nuevo muchos se sienten estimulados,
como con una tabula rasa, a escribir nuevas páginas como en un cuaderno nuevo,
es importante recordar que de aquellos polvos vienen estos lodos y que la mejor
manera de avanzar es tomando en cuenta el pasado.
Hace cien años, al iniciar 1914, pocos preveían lo
importante que sería ese año para la historia. De hecho se dice que con 1914 en
realidad comienza el fin del siglo XIX, pues muchas cosas de ese siglo
prevalecerían hasta el final de la Gran Guerra que se inició en agosto de 1914
y culminaría en 1918 tras la muerte de millones de hombres.
En 1914 aun existen los grandes imperios, como los centrales
de Austria-Hungría y Alemania, como el enorme imperio ruso y el más expandido
Imperio Británico. No pasaría mucho para que los nietos de la soberana Reina
Victoria, el Kaiser, el Czar y el Rey de Inglaterra, encontrasen como llevar a
millones de tumbas sus contradicciones.
En lo que al ajedrez respecta, ya la teoría del juego estaba
en su madurez, Había una serie de observaciones y experiencias que se habían
convertido en teoría y ha mucho que se había rebasado el número de 5000 libros
editados sobre ajedrez y al menos 15 revistas circulaban periódicamente llegando
a por lo menos 5000 lectores. Una veintena de importantes diarios publicaban con
regularidad columnas de ajedrez y ya se habían realizado competencias a
distancia con matches por cable entre clubes de América y Europa.
400 años antes se habían publicado manuales de ajedrez con
las primeras metodologías para jugarlo con excelencia, y ya habían pasado 60
años del primer gran torneo verdaderamente internacional, si bien 350 años
antes el imperio español había realizado un torneo en que compitieron los mejores
jugadores de los cuatro puntos cardinales del enorme imperio de Felipe II.
En Europa ya para 1914 no era tan extraño que una persona se
dedicase exclusivamente a jugar ajedrez y se considerase como un jugador
profesional.
Ya siglo y medio antes, un jugador francés, Andrés Danican “Philidor”,
había abandonado su profesión de música para ganarse la vida dando clases en
Francia e Inglaterra; y en los torneos alemanes y sobre todo en los austriacos,
las bolsas de premios eran suficientes como para que una decena de jugadores
viera su fortuna en ellos, siempre complementando sus ingresos con exhibiciones
de simultaneas, conferencias, clases privadas y sobre todo como columnista en
un diario y escritor de libros de instrucción o de crónicas de torneos.
En Viena, existía un editor de apellido Kagan que publicaba
al año treinta o cuarenta libros de ajedrez de reducidos tirajes, entre 100 y
500, que se vendían con mediano éxito y que resultaba económicamente satisfactorio
como para que le surgieran imitadores en Alemania, en Italia e incluso en
España.
En 1914 destacarían dos jóvenes que influirían en el mundo
del ajedrez durante más de los 30 años que vivirían, llegando su fama hasta
estos días de manera importante. Uno vendría de Moscú en Rusia y otro de la,
para muchos europeos, muy exótica, Ciudad de La Habana, Cuba.
Capablanca ya mostraba una gran calidad desde la temprana
edad de 12 años, y ahora con 26 estaba en su apogeo, y desde dos años antes era
famoso en Europa.
Alekhine, era considerado a sus 22 años como el más
prometedor jugador de ajedrez del Imperio Ruso, cuyos aficionados al noble
juego lloraban al Gran Maestro Mikhail Chigorin, que había disputado el
campeonato del mundo, llegando, en cierto momento, a ir por muy delante del
campeón del mundo, si bien finalmente no logró destronarle.
Como los medios de comunicación se habían desarrollado de
tal manera que las noticias se diseminaban en menos de 48 horas de sucedidas e
incluso antes, y llegaban a todos los continentes; la fama y prestigio de los
jugadores de ajedrez alcanzaba hasta los lugares mas remotos y aficionados de
todo el mundo podían examinar partidas jugadas en cualquier parte, haciendo así
que dichas partidas eran como clases, sobre todo las partidas comentadas, que
ayudaban a elevar la calidad general de los jugadores de todo el planeta.
Ya las técnicas y métodos para jugar ajedrez a buen nivel no
estaban reservadas para los que frecuentaban los grandes centros urbanos como
Londres, París, Viena o Nueva York, sino que eran estudiados y criticados por
los jugadores que habitaban los lugares más remotos y que al criticar y juzgar
la obra de los reconocidos maestros en Europa, desarrollaron ciertas
modificaciones y fueron enriqueciendo la teoría.
Si en la filosofía había surgido un Descartes que proponía
un método basándose en lo objetivo y material, ya para 1914, otros filósofos le
discutían y algunos retomaban la posta del opositor de Descartes, Vico.
En ajedrez, el dividir el todo en sus partes y analizar cada
parte que lo forma, como decía Descartes, era la propuesta más o menos de
Steinitz, y que difundiera Tarrasch ya casi de manera dogmática. Aunque era la
época del romanticismo alemán, de los Wagners y Strauss; en lo que toca al
ajedrez, había mucho respeto por el conocimiento y tendrían que venir los
pensadores de los países “menores” como los checos, los húngaros y luego los
iberoamericanos para que se buscarán otros puntos de vista menos ortodoxos que querían
jugar en lugar de base a reglas, en base a las excepciones.
Ya en el mundo similar al ajedrez, el de la guerra, 1914 sería
el inicio de la prueba de toque de todas las teorías estratégicas y estas se
quebrarían ante la tragedia humana, demostrando que aunque haya muchas cosas
parecidas, las semejanzas no son igualdades y que una guerra no es nunca igual
a otra, por muy similares que parezcan y que si se puede utilizar como guía
nuestro sistema de patrones y semejanzas, lo subjetivo será el camino a lo
objetivo, y que de lo general tarde o temprano decide todo lo concreto.
1914 fue también para el ajedrez un año en que surgió un
parteaguas que inició realmente el siglo XX, haciendo necesarias superar los
métodos decimonónicos de Morphy, Steinitz o Tarrasch, para llegar a otros mucho
mas dinámicos, que el gran Chigorin no pudo madurar, pero si lo harían
Capablanca, Alekhine y una decena de soviéticos, y los de Europa Central,
Tartakover y Reti.
Lo que cien años después, 2014 traerá para el ajedrez o para
el mundo, no es fácil predecir, pero me sospecho que realmente está terminando
el siglo XX y que la tecnología de la información y la comunicación rebasa lo
que predecía Orwell para 1984.
Me llama mucho la atención la declaración del campeón
mundial de ajedrez Magnus Carlsen de que no juega como computadora ni quiere
competir con ellas, quiere mantenerse “humano”.
Recordé unas conferencias grabadas en 1974, de Ernesto
Grassi, un filósofo italiano que, discípulo de Heidelberg, pero ferviente
seguidor del filosofo del siglo XVIII Giambatista Vico, que describían lo
vulnerable que era basarse solo en lo que se ve y se calcula, y que en la metáfora
estaba el secreto de trasmitir a los alumnos lo esencial. Como eran jornadas en
honor de Saint Exupery, me pareció normal el que se hablase de que lo esencial
era invisible para los ojos, que tanto se recordaba como frase distintiva del
autor del “Principito”.
Parece que 2014 puede ser el inicio de la lucha del
pensamiento crítico y las libertades contra la vigilancia extrema cibernética.
Sería una lucha entre dos maneras de usar la comunicación por computadora. Unos
vigilando y otros enlazándose para aumentar la unión.
En ajedrez es como dividir a los cibernéticos en dos grupos:
los que usan los engines para analizar y los que usan las bases de datos para
estudiar. Veremos.