“Usted no puede llevar a
nadie más allá de donde usted mismo ha sido capaz de llegar” Carl Gustav Jung.
Era una experiencia especial
ponerse a leer libros mexicanos que había coleccionado Jung y que estaban en su
biblioteca en la casa que se mantiene en su memoria en Ginebra, Suiza. Pero en
especial una nota que vi en una carta enmarcada me llamó la atención.
Poco antes había oído una
conferencia de Nikitin que me habían mandado en casette en que el famoso
formador y entrenador de Kasparov hablaba de los grandes maestros que había
instruido y sus estrategias para que llegasen al máximo título de ajedrez que
él mismo Nikitin no había logrado, principalmente por dirigir la mayor parte de
su tiempo y energía a entrenar a otros.
¿Cuántos grandes
entrenadores ni siquiera llegaron a maestros nacionales y fueron vitales para
la formación de jugadores del más alto nivel internacional?
El GM Gipslis en una plática
en Ciudad de México explicaba que muchos entrenadores habían llegado a un nivel
de excelencia en su trabajo, pero muy pocos habían logrado que sus discípulos
los superasen. Cuando cite su propio caso con su entrenador Koblentz, su
contestación fue enfática:
“Como jugador práctico puedo
ser mejor en los torneos que mi maestro, pero me supera en tantos aspectos , y
me refiero solo a los aspectos directos del ajedrez, que aún estoy muy lejos de
acercarme a la altura de Koblentz, ni siquiera el excampeón mundial Mikhail
Tal, con todo y su calidad, puede decirse que ajedrecísticamente llegó a la
altura de su maestro. El gran Koblentz, con todo y su alto nivel, tendría que
reconocer que lo defraudamos, pues ningún pupilo lo logró superar, aunque
siempre se vanagloriaba que sus alumnos
lo superaban. Lo superábamos jugando, pero nunca en la verdadera esencia de
comprender el ajedrez”
Hay que ver un ajedrecista
en su todo, no solo en sus resultados en torneos. Cuando, entre broma y broma,
a algunos los califico de “viene, viene” por supuesto que no me baso en su
nivel de juego competitivo, pues conozco a varios grandes maestros
internacionales que dando clases son unos “viene, viene” como instructores. Más
bien calificó a un mal instructor, o más bien a un mal preparado como
instructor, como “viene, viene” por sus fallas como instructor, no por su pobre
nivel de juego. Hay maestros internacionales que reprobaron un superficial
examen que algunos jugadores de tercera si pasaron. La habilidad jugando no
tiene nada que ver, ni el rating. Hay muchos factores que intervienen para que
a alguien le vaya bien en algunos torneos. De hecho hay jugadores que juegan
unos torneos como jugadores de segunda, pero en ciertos torneos, cuando se
motivan y se desempeñan en su mejor versión, vencen a grandes maestros y se
hace notorio que tienen gran nivel “cuando quieren realmente”
Cuando veo lo que les dicen
a sus alumnos, cuando veo su manera de manejar una clase, o reviso como llevan
sus expedientes, o si no lo hacen, es cuando más o menos me doy una idea si son
“viene, viene”.
Llevar a una persona a
alturas a donde uno nunca llegó, parece ser imposible, como decía Jung, pero es
seguro que un buen maestro puede ser vital para que un alumno llegue a grandes
niveles.
Una solución pragmática la
llevó a cabo Modell en los años previos a la segunda guerra mundial. Asignaba a
un jugador prometedor, como lo fueron el mismo Botvinnik y Tolush, varios
entrenadores. Uno para medio juego, otro para finales y otro para motivación,
resilencia y diversos aspectos sicologicos que Modell llamaba “Desempeños
practico deportivos”, donde Levenfish y Romanovsky eran sus recomendados
preferidos y posteriormente lo sería después el GM Alexandr Tolush.
¿Varios “viene, viene” bien
organizados pueden producir un gran jugador? Creo que si, es seguro que varios
jugadores de tercera, bien complementados, pueden formar un maestro
internacional. De hecho eso puede ser la solución, buscar como asesorar a los
“viene, viene” para que se complementen varios y puedan llevar a sus alumnos a
alturas que ellos, por si solos, no alcanzaron, pero que unidos, en grupo, si
pueden alcanzar.
El primer paso para dejar de
ser un “viene, viene” es aceptarse como tal y decidir a dejar de serlo, para
bien de sus alumnos. Creo que cuando Zak colaboró para hacer subir a Korchnoi,
Taimanov y Spassky, subió él mismo, y con su equipo de trabajo produjo a varios
grandes maestros y de alguna forma llegó Zak a alturas que su maestro Modell
tal vez no llegó. ¿O puede ser que Modell alcanzó alturas que no sabemos
apreciar?