Los pasos que sigue la mente
para seleccionar una jugada varían en cada jugador, tanto por factores de
conocimiento, hábitos como por su propia historia.
Muy a menudo cuando
incorporo a mis cursos a un nuevo alumno, los exámenes de ubicación y pruebas
de diagnóstico me resultan insuficientes para tener una idea exacta del nivel
que tiene en varias áreas y así poder comprender como apoyar mejor sus avances.
Un alto porcentaje comparten oportunidades en las que se puede trabajar para
mejorar. No es raro que una misma lección, con muy leves adecuaciones, se
ajusten a diez o más alumnos.
Ya que hay que partir de una
base común, primero identifico si hay que crear, reforzar o reconstruir esa
base y luego el hacer cualquiera de esas opciones puede llevar meses.
Lo que es general es
reforzar la parte “automática” del ajedrez, que es crear la alarma que prevenga
el error.
Digamos que es como crear
intuición, condicionar respuestas. Un Desarrollo de la Habilidad en Ajedrez
decía Torre, pero que es más bien construcción de reacciones automáticas, de un
escaneo de la posición a supervelocidad.
De 1925, año de los estudios
de los psicólogos soviéticos que se hicieron a los grandes maestros del Torneo
de Moscú de 1925 y que fuesen la base primaria del sistema de enseñanza,
entrenamiento del ajedrez e incluso identificación de áreas de ayuda para los
escolares que jueguen ajedrez, a la época actual, mucho más se sabe sobre “intuición
ajedrecística”, “sentido de la posición”, etc.
Al
parecer el grueso de la actividad mental se procesa en módulos mayormente
automáticos, y eso aligera la carga de los sistemas de toma de decisiones y no
requieran ocuparse de unos10 millones de pasos que se requieren para la menor
de las acciones. Simplemente para hablar, llevar una cuchara a la boca,
levantar un papel del suelo, si instruyéramos a un robot para hacerlo,
necesitamos millones de instrucciones programadas. En el ser humano, la gran mayoría de eso es
automático y no tenemos que hacerlo conscientemente, lo hacemos sin reflexionar
casi. De todo eso ya sabemos bastante, pero en cambio, de cómo. se produce la
integración modular que da lugar a las respuestas neurológicas ¡Ni idea! Es
como la electricidad, muchos no sabemos a ciencia cierta que es, pero si que la
necesitamos y la empleamos para encender el foco con que leemos en la noche. De
cómo hace muchas cosas el cerebro no lo sabemos. Tenemos que entender eso, vivir
con ello. Además, si de repente un extraterrestre nos diera la respuesta, lo
más seguro es como no sabríamos apreciarla. Es como si de repente, tras enseñar
el movimiento de las piezas, a un alumno le hacemos que memorice una partida de
Morphy- Tiene uno que ir comprendiendo cada uno de muchos procesos para poder
darnos cuenta que debemos cuestionarnos, que preguntas deberíamos hacernos, plantear bien
el problema es mucho más importante que las respuestas.
Está
claro que en el ajedrez la mayor parte de las elecciones de jugadas que
hacemos, nuestra actividad mental para ello es inconsciente. Todos los
subsistemas que procesan la jugada trabajan todo el tiempo sin informarnos, no
estamos conscientes de ellos, se construyen en distintos niveles y cada uno de
esos niveles tiene su propio control.
La
liebre y la tortuga no funcionan en paralelo, ni se localizan, como se afirmaba
antes, en una parte del cerebro, como decir que en la parte izquierda se
calculaba y en la derecha se intuía, hay cierta distribución, pero menor, en
cada parte pasa de todo un poco, no es tan definido.
Tras
que a los médicos les dio por curar la epilepsia seccionando la comunicación
entre los hemisferios cerebrales y hubo muchos casos de pacientes para
estudiar, se da ahora por hecho que el mecanismo que posibilita la conciencia
es muy complejo y múltiple y que en cada hemisferio hay millones de esas partes
y aún no sabe cómo se hace ese circuito y como trabaja a nivel de neuronas. No
hay idea.
Tal
vez nunca sepamos como comprender al cerebro, hay demasiadas cajas negras, pero
más o menos, a prueba y error, y con una gran cantidad de entrenadores ocupados
en ello y compartiendo sus experiencias en libros, artículos, en las webs o en
los email, se ha podido determinar cómo producir grandes avances y está claro
que existe una gran diferencia entre quien estudia y quien no estudia
ajedrez, y entre quien ha sido entrenado
aceptablemente y quién no. Cada vez la brecha entre aquel que hace algo y el que
nada hace es más grande, lo mismo entre el que hace algo sin sistema y quien si
lo sigue, entre los que son asesorados bien y los que no lo son.
Vamos
conociendo muy poco a poco mejor al cerebro. De 1925, los Rusos hicieron mucho-
Las neurociencias logran desarrollar modelos, como los de Moscú 1925, que
tienen una gran riqueza para los llamados comportamientos importantes (como la
memoria, la toma de decisiones.), pero estamos en pañales en lo que toca a
entender, vislumbrar, los mecanismos que nos interesan realmente.
Ahora
que el que mucho de la actividad mental sea automática no nos quita la responsabilidad
de nuestros actos y nuestros resultados, ya que si esta en nuestra mano influir
en ellos, aunque sea en parte mínima. Hay compromisos porque vivimos en
sociedad y tenemos que seguir reglas respetando los derechos ajenos. Si nos
juntamos varios en una cosa, son necesarias las leyes, el ajedrez las tiene de varios tipos. Leyes
que exigen que no se haga trampa, porque si no ningún sistema funciona. Los cerebros
son automáticos, pero aun tenemos libre albedrío y responsabilidad por ello.
Las personas somos libres, pero responsables, no podemos alegar que somos
inocentes de todo lo que hagamos o decidamos porque gran parte de nuestro
proceso mental sea automático.
Lo
automático del cerebro nos hace iguales. Si uno les pide a muchos jugadores nos
digan, en una posición de un patrón sencillo y común, cual es la jugada que se
le ocurre primero, el 90% dará la misma jugada. Y si a un buen numero de
personas les pedimos que hagan un juicio moral sobre alguna situación, el 90% dará
la misma respuesta o una muy semejante. Pero también existe el síndrome Rashomon,
donde varios testigos perciben el mismo hecho de diferentes formas. Si uno
pregunta porque decidieron tal o cual jugada, hay todo tipo de respuestas, derivadas de su experiencia, cultura ajedrecistas, hasta de su lugar de
origen, su fórmula actual de tomar decisiones, por muy arcaica o simple que
sea.
Pero
si sabemos adoptar y adecuar fórmulas, por eso hay quienes progresan en ajedrez
y quienes no, a pesar de que ignoramos casi todo del cerebro. El estudio del ajedrez,
aparte de que nos atrae, nos otorga una ventaja evolutiva.
Un
entrenador requiere saber mucho del cerebro y del ajedrez. Es como las
computadoras, hay software y hardware, y son nada sino interactúan.
El
estudio de partidas, analizarlas, es como leer sobre historia y ficción, ayudan
a prepararnos para enfrentar posiciones similares que pueden ocurrir en
nuestras partidas. Es nuestra única arma que podemos llevar a un torneo,
nuestra preparación previa.